Tras las huellas de Greta: crisis climática y socioambiental, una nueva oportunidad
Tal vez han visto las noticias de la joven sueca, Greta Thunberg, de 16 años, que ha propuesto una huelga por el clima. Desde el 15 de marzo hay actividades…
El testimonio que, a continuación, compartimos, expone el punto de vista de una mujer católica, colombiana, preparada profesionalmente en las temáticas ambientales y con conocimiento de los debates públicos que atañen a los reclamos que en forma clara y radical Greta está exponiendo en los foros más importantes del mundo:
Mi nombre es Karina Pérez Rodríguez, estudié Ingeniería Ambiental en Colombia y una Maestría en Ciencias Ambientales en la Universidad de Zürich en Suiza en donde me dediqué a investigar las emisiones de metano y dióxido de carbono a la atmosfera. He trabajado en temas de Cambio Climático lo cual me llevó realizar un entrenamiento de Líderes de Cambio Climático con el exvicepresidente Al Gore en Los Ángeles California, donde continué conectando el componente técnico y científico con el componente espiritual y humano que se vive en un mundo biodiverso, complejo y multicultural.
Conectividad
He tenido la oportunidad de maravillarme de la vida y de la naturaleza dada por Dios.
La vida es un milagro de la acción creadora del Padre donde se funde con majestad su acción trinitaria, un sin número de relaciones vitales que se conectan estrechamente. Es como un tejido que nos hace dependientes y necesitados los unos de los otros para crecer en solidaridad y cooperación, crecer en Dios que es el amor.
Cuando nos desconectamos
Cuando nos desconectamos de nuestro Creador, de su creación, cortamos los hilos profundos de la acción trinitaria y perdemos entonces el valor por lo sagrado, que es la vida misma, en sus múltiples y diversas expresiones.
Sin esas conexiones más profundas perdemos fácilmente el rumbo de nuestra existencia e iniciamos una carrera acelerada de ambición que recae en el crecimiento económico, para abarcarlo y poseerlo todo, es allí donde aumentamos el consumo de recursos naturales deteriorando los ecosistemas, deforestando, contaminando sin visualizar los daños y efectos casi irreparables que causan a la misma humanidad.
Cambio climático
Quisiera entonces resaltar la contaminación por quema de combustibles fósiles, donde se emiten grandes cantidades de gases efecto invernadero a la atmosfera que deterioran la calidad del aire, afectando la salud del ser humano, calentando globalmente la tierra y cambiando el curso natural del clima. Todo esto ocasiona mayores inundaciones, sequías extremas, quemas incontrolables, huracanes más intensos, derretimiento de los glaciares, aumento del nivel del mar, acidificación de los océanos, entre otros descontroles naturales que afectan personalmente a cada uno de nosotros.
Crisis climática y socio ambiental
Podemos entonces concluir que existe una grave crisis climática. Pero también podemos reconocer la raíz humana de la crisis ecológica (LS 101). Y aún más, comprender que los desiertos exteriores son causados por los desiertos interiores (Benedicto XVI) y que existe una sola y compleja crisis socioambiental que requiere una aproximación integral para combatir la pobreza, para devolver la dignidad a los excluidos y simultáneamente para cuidar la naturaleza (LS 139).
La buena noticia
¡La Buena Noticia es que donde hay vida hay esperanza!
Cuando llegué a Los Ángeles, California, para el entrenamiento de Líderes de Cambio Climático con el exvicepresidente Al Gore, constaté a través de esta experiencia, que nosotros como ciudadanos del común, debemos resolver esta crisis, todos nosotros podemos hacerlo y lograremos resolverlo y ¡solucionarlo!
Experimenté y constaté fuertemente que el trabajo local y comunitario en pequeñas regiones tiene un gran impacto y que cada uno de nosotros sí hace la diferencia.
Esto lo quisiera unir con el fruto del Espíritu Santo de la Magnanimidad, que explica el papa Francisco en su exhortación apostólica sobre el llamado a la Santidad, cuando dice que hay que concentrarse en lo pequeño, en lo simple, en lo cotidiano sin tener límites para lo grande. Por eso cada persona puede ponerse en acción, porque todo lo pequeño unido con otros actos pequeños realmente tiene un gran impacto.
Este es el mismo misterio que nos habla Santa Teresita de Lisieux cuando dice que lo pequeño unido al corazón de Jesús puede ser tan potente como la conversión de un alma. Aspiremos a lo grande pero concentrados en lo pequeño.
Esta es una fuerza mucho más poderosa que lo político, porque es el movimiento de cada Corazón que se entreteje con la intención bondadosa y generosa de custodiar nuestra Casa para el bien común.
Esto también se puede constatar con las grandes presiones que viene realizando el ciudadano de a pie a las políticas gubernamentales. Quiero poner el caso del presidente Trump que, aunque quiso salirse de la COP 21 para evadir el compromiso de reducir las emisiones de carbono a la atmósfera, estados como California le dicen no a sus políticas y quieren cumplir a cabalidad las metas propuestas inicialmente. Esto nos muestra que ya se están viendo los efectos de nuevas conciencias y nuevas alianzas que buscan construir una mejor sociedad.
De la oración a la acción
Como católicos debemos interesarnos por esta crisis, que es global y nos afecta a todos, es una crisis personal porque afecta la salud de nuestros hijos, entonces mantengámonos en oración, pero pasemos a la acción. Cada persona puede ponerse en acción, cada católico puede construir desde ya el reino de Dios aquí en la tierra, la misión de Jesús es instaurar su reino, un reino equitativo, justo, pacífico, bondadoso, misericordioso un reino que preserva la vida para hacerla florecer y que ofrezca frutos abundantes para todos.
¿Pero qué podemos hacer?
Podemos avanzar en nuestros hábitos de vida, pasar de una cultura del descarte a una cultura del cuidado. Pasar de una cultura de la muerte a una cultura de la vida. Cada esfuerzo que hacemos por incorporar hábitos de vida más saludables, donde pensamos en los demás, son actos de amor gigantescos para la humanidad. Por ejemplo, evitar usar tantas bolsas plásticas hace que entre todos presionemos el comercio y pidamos necesariamente un cambio de materiales.
Transitar a una economía más limpia, donde no se quemen combustibles fósiles y acceder a energías renovables reduce fuertemente el incremento de la temperatura globalmente, así como también conservar los bosques y la selva húmeda tropical evitando la deforestación, diseñar y planear nuestras ciudades con economías circulares cambiaria el rumbo de nuestras sociedades.
Implementar dentro de nuestra Iglesia las eco-parroquias que marquen una diferencia en el territorio y para la conservación de los ecosistemas naturales, especialmente en Colombia la Amazonia como pulmón del mundo.
Fortalecernos en nuestros territorios y empoderarnos como pequeñas comunidades y a las comunidades rurales para que valoren sus regiones, sus ecosistemas y los custodien y los protejan es vital en esta tarea contra el Cambio Climático – no estamos solos: hoy más que nunca necesitamos ser comunidad. Las comunidades son resilientes e incluso sacan lo mejor de sí en los momentos de mayor vulnerabilidad.
Una vocación integral en defensa de la vida
Debemos avanzar rápidamente, no nos detengamos en los esfuerzos compartidos, el momento es ahora, ha llegado una nueva vocación en este tercer milenio que como Madre Inmaculada protege a todos especialmente a los más indefensos, a los que no tienen voz, desde ahora seremos custodios de Nuestra Casa Común.
Karina Pérez
Colabora con el equipo arquidiocesano para el cuidado de la creación – Arquidiócesis de Bogotá
Imagen: Sumapaz, OAC
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