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Colombia renovó su consagración al Sagrado Corazón de Jesús: Un acto de fe, esperanza y compromiso por la paz

27 de junio de 2025
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En un ambiente de profunda fe y devoción, cientos de fieles, sacerdotes y obispos se congregaron en la Catedral Primada de Colombia para participar en la renovación de la consagración de Colombia al Sagrado Corazón de Jesús. La celebración fue presidida por monseñor Francisco Javier Múnera Correa, arzobispo de Cartagena y presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia, y concelebrada por monseñor Germán Medina Acosta, obispo de Engativá y secretario general del episcopado; por los obispos auxiliares de Bogotá monseñor Alejandro Díaz y monseñor Edwin Vanegas; y por monseñor Jorge Leonardo Gómez, obispo emérito de Magangué. Acompañaron algunos directores de departamentos de la Conferencia Episcopal de Colombia y sacerdotes de la Arquidiócesis.

 

Tres llamados para el país: Perdón, esperanza y encuentro

Monseñor Múnera inició su homilía retomando las palabras del papa Francisco en su encíclica "Dilexit nos", sobre el amor humano y divino del Corazón de Jesucristo, y pidió compasión para Colombia, una tierra marcada por el dolor, las guerras, las desigualdades y el deterioro ambiental. El arzobispo enfatizó que el país necesita recuperar "lo más importante y necesario: el corazón".

Recordando los orígenes históricos de la consagración nacional al Sagrado Corazón de Jesús, realizada hace 123 años tras la Guerra de los Mil Días, el prelado subrayó que este acto nació en un contexto de crisis, como símbolo de reconciliación y esperanza para una nación herida.

Durante su mensaje, el presidente del episcopado colombiano estructuró su llamado en tres grandes compromisos para todos los colombianos:

  1. Artesanos del perdón, la reconciliación y la paz:
    Invitó a cada ciudadano a asumir la responsabilidad personal y comunitaria de construir la paz, inspirados en el ejemplo de Cristo que derribó el muro del odio. Advirtió sobre los riesgos de perpetuar la "espiral deshumanizante de la venganza y la violencia" y pidió acoger la pedagogía del perdón.

    2. Mensajeros de esperanza:
    Múnera alertó sobre el peligro de caer en narrativas de pesimismo y derrota que afectan la confianza social y el amor por la patria. Resaltó la importancia de gestos cotidianos de fraternidad, solidaridad y servicio, y recordó el llamado del Papa a realizar obras de misericordia como signos concretos de esperanza, especialmente hacia los pobres, los enfermos, los jóvenes sin oportunidades, los migrantes y los afectados por la destrucción ambiental.

    3. Constructores de la cultura del encuentro:
    Finalmente, el arzobispo insistió en la necesidad de trabajar por un proyecto común de nación, reconociendo la diversidad cultural y étnica de Colombia. Citó al papa Francisco y a Benedicto XVI para resaltar que los pequeños gestos de cuidado mutuo también son actos políticos que contribuyen a un mundo mejor.

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Una oración de consagración por Colombia

Al finalizar la homilía, monseñor Múnera realizó la renovación de la consagración de Colombia al Sagrado Corazón de Jesús, leyendo la siguiente oración:

Señor Jesús,
Redentor y Salvador nuestro,
venimos ante ti en este día de acción de gracias.
Tuyos somos, tuyos queremos ser,
y para manifestar públicamente nuestra fidelidad
queremos renovar hoy nuestra consagración a ti,
esa consagración que hicimos el día de nuestro bautismo.

Sabemos que muchos no te han conocido,
otros han rechazado tu evangelio,
o algunos han renegado de ti.

Te pedimos que con la fuerza de tu Espíritu
los atraigas a todos al amor del Padre
manifestado en tu Sagrado Corazón.

Señor, ejerce tu reinado de amor no solo
sobre aquellos que nunca se han alejado de ti,
sino también sobre aquellos que te han abandonado.
Haz que todos volvamos como el hijo pródigo a la casa paterna.

Mira Señor con amor a nuestra amada patria Colombia,
te la consagramos.
Tú sabes que la amenazan y afectan la maldad, el odio,
la violencia y la desigualdad.
Tú sabes que la idolatría de la riqueza y las tinieblas de la mentira
han ahogado la verdad y la justicia.

Te consagramos Señor nuestras familias,
fundamento de la sociedad y de la Iglesia.
Reanima nuestros hogares para que sean
auténticas comunidades cristianas
por la fe, la oración y el testimonio.

Que llegue a nosotros tu Reino, el Reino de la verdad,
de la vida, de la justicia, del amor y la paz.
Y renovada nuestra consagración a ti,
guárdanos en tu corazón
y únenos a tu amor para permanecer bajo tu custodia
por los siglos de los siglos. Amén.

Sagrado Corazón de Jesús… en vos confío.

 

Una tradición centenaria de fe nacional

La consagración de Colombia al Sagrado Corazón de Jesús tiene un profundo arraigo histórico. Sus orígenes se remontan al año 1902, cuando, tras los dolorosos estragos de la Guerra de los Mil Días, el presidente José Manuel Marroquín, motivado por el entonces arzobispo de Bogotá, monseñor Bernardo Herrera Restrepo, firmó el Decreto 820, por el cual se consagraba oficialmente el país al Corazón de Cristo. Como parte de este compromiso espiritual y nacional, se ordenó además la construcción del Templo del Voto Nacional, ubicado en el barrio Los Mártires de Bogotá. Este templo, hoy Basílica Menor, fue declarado monumento nacional en 1975, convirtiéndose en un símbolo de fe, unidad y esperanza para el pueblo colombiano.

 

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