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¿ Sabemos quién es ese niño que nació de María Virgen…?

24 de diciembre de 2025
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La pregunta tenemos que hacerla, hoy, a los nuestros. Luces de color en las calles, en los parques, en las casas; arreglos navideños, villancicos, pesebres expoartesanías, rezo de novenas, regalos, viajes, conciertos, semanas de vacaciones. Pero…

Pero si no sabemos quién es ese Niño que va a nacer de María Virgen por obra del Espíritu Santo, tal como lo anunciaron los Profetas, ¿qué sentido tiene todo lo que estamos haciendo en el mes de diciembre?.

Ese Niño que va a nacer es el Hijo de Dios; viene a salvarnos, viene a hacemos hijos de Dios. Este es el acontecimiento, esta es la Buena Noticia, un misterio que nos disponemos a celebrar, a agradecer, a vivir plenamente. Es la razón de ser de la alegría, de las fiestas navideñas. Es la Encarnación del Hijo de Dios: Navidad es la fiesta que le hacemos a un Niño que nace; es el Hijo de Dios, es Cristo, es el Salvador anunciado y prometido.

Es Cristo Jesús el que la Iglesia anuncia, es a El a quien le hacemos fiesta. Navidad es celebrar su nacimiento según la carne. La vida de la iglesia, en todos y cada uno de sus momentos o instancias, en todo tiempo y lugar, no es otra cosa que una diaria y universal celebración de Jesucristo, nacido de María Virgen. Por eso mismo la Iglesia toda vive de fiesta, fiesta auténticamente cristiana; está en el mundo como *sacramento del amor de Dios*, ofrece al mundo una visión pascual de la vida, del trabajo, del amor humano, de la familia.

Celebrar la Navidad es *hacer fiesta*, fiesta a Jesucristo, encarnado por obra del Espíritu Santo, nacido de María Virgen. Fiesta que despierta en nosotros una vivencia gozosa de nuestra condición de hijos de Dios, y nos lleva al encuentro con * todos los hermanos* en un clima de justicia y verdadera fraternidad.

Esta tarea, esta misión de contarle al mundo entero quién es ese Niño que nació, es un don, es una gracia suya. Así se los enseñó S. Pablo a los cristianos de Efeso 3,8 : * a mí, el menor de todos los santos, me fue concedida esa gracia: la de anunciar a los gentiles la inescrutable riqueza de Cristo*.

Y ese don hay que pedirlo si queremos saber contar la Historia de la Salvación en Jesucristo, nacido de la Virgen María. Todo aquel que la cuenta sin fe en El, no es capaz de contagiarla, más bien la empobrece, la desfigura. S. Pablo confesaba *no saber otra cosa sino a Jesucristo, y a éste crucificado por nuestra salvación*1 Cor.2,2.

Ese Niño es Jesucristo, es el Hijo de Dios, es el Señor que viene a salvarnos. Feliz Navidad para todos.

Padre Carlos Marín G.

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