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Dos Apóstoles Inseparables: Pedro y Pablo

29 de junio de 2025
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La Iglesia glorifica a Dios y celebra la fe y la acción evangelizadora de estos dos Apóstoles, y también su martirio bajo el emperador Nerón. Son los dos fundadores de la Iglesia de Roma.

A Pedro y a su hermano Andrés les dijo Jesús: “Vengan conmigo y los haré pescadores de hombres”. (Mateo- 4,19).

¿Y ustedes quién dicen que soy yo? Respondió Simón Pedro: ¡Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo!, Jesús le replicó: “Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi iglesia”. (Mateo-16,16).

Saulo cayó en tierra y oyó una voz que le decía: ¿Saulo, Saulo, por qué me persigues? Contestó: ¿Quién eres tú, Señor? Yo soy Jesús a quién tú persigues. Ahora levántate, en la ciudad te dirán lo que has de hacer. Hechos 9,4. Pablo se convirtió en el apóstol de los gentiles.

Estos textos bíblicos sobre los dos Apóstoles me han puesto a meditar este domingo en la Iglesia de Jesucristo que está siempre con el Pueblo de Dios y hace historia con él; una Iglesia que no es del mundo, pero que está en el mundo. Su presencia y su acción pastoral tienen una dimensión histórica. Es el Evangelio de Jesucristo que ella anuncia a seres humanos, hombres y mujeres, a los que vivieron ayer y a los viven hoy, en un continente o en otro, en una nación como la India, como México o como la Colombia de nuestros días.

En efecto, la Iglesia ha estado presente en el mundo con la Palabra y el testimonio de vida, bajo la guía del Espíritu Santo. Ha vivido tiempos difíciles a causa de la persecución o la presencia de herejías, pero otros en los cuales, por gracia de Dios, un innumerable número de santos, de mártires, de teólogos y filósofos, de fundadores de comunidades religiosas, tanto de hombres como de mujeres, han hecho realidad su presencia en el mundo y visible el fruto de su acción evangelizadora.

El Evangelio, la Palabra, la Biblia que la Iglesia ha proclamado, ha sido siempre la misma. Porque no es suya, sino de Dios, y por eso la anuncia sin deformarla, sin interpretaciones amañadas, y proclama no solo unas páginas, ni únicamente un libro, ni una sola carta, sino toda ella, desde la primera página del Génesis hasta el último versículo del apocalipsis.

En el presente siglo la Iglesia continúa cumpliendo su misión, anunciando la Palabra a seres humanos, hombres y mujeres, niños y ancianos, pobres y ricos. En una nación que está viviendo una desafiante crisis ética y moral, en la que se ha perdido casi por completo el respeto por la vida humana. Con ese pueblo la Iglesia tiene que hacer historia con una presencia activa, creativa, comprometida de

verdad con todos los que sufren, con testimonio de vida, con entrega, con la proclamación de la Palabra y la denuncia del pecado.

Al celebrar la memoria de los Apóstoles San Pedro y San Pablo, permítanme hacer esta pregunta: ¿Qué Evangelio estamos predicando?

Padre Carlos Marín G.

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