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Monseñor Celli celebra a la Virgen de Guadalupe

12 de diciembre de 2014

“Recordados comunicadores de América Latina:

Es para mí un gran placer dirigirme a ustedes con ocasión de la fiesta de nuestra Madre, la Virgen Santísima de Guadalupe.

Es en esta ocasión que quiero dirigirles aquí, desde Roma, desde la tumba de san Pedro, un particular mensaje.

Quería decirles ante todo que encontrándome en México, durante la primera semana de noviembre, tenía un seminario sobre comunicación con toda la Conferencia Episcopal Mexicana, tuve el privilegio de poder celebrar en el santuario de Guadalupe, frente a ‘La Morenita’. Y quiero decirles que en esa celebración eucarística les he recordado a todos. Todos estaban en mi corazón. Y recordaba a Ella, la Madre, todos sus anhelos, sus deseos, sus compromisos, su entrega, su amor.

He recordado también en esa ocasión a toda la Iglesia, la Iglesia que está enviada a anunciar a Cristo Señor y su Evangelio al mundo de hoy. Tenemos siempre que regresar a esto: la Iglesia está enviada para anunciar, para comunicar a Cristo nuestro Señor y su Evangelio.

Es cerca de Ella, la Madre, que nosotros comprendemos mejor y saboreamos la alegría de estar involucrados en este proyecto de amor de Dios del Padre. Un proyecto, como decía el apóstol Pablo en su Carta a los Efesios, ‘un proyecto misterioso de amor’ que intenta comunicar al hombre de hoy la ternura de Dios. Porque el proyecto de Dios es hacer de los hombres y las mujeres de hoy sus hijos adoptivos.

Cada hombre está llamado a ser hijo de Dios, cada hombre y cada mujer, y la Iglesia intenta dirigirse a los más pequeños, a los últimos, esto nos ha enseñado Jesús, y la Iglesia en su camino debe seguir adelante respetando estos deseos, estas sensibilidades, esta tarea que Jesús nos ha entregado.

Importante o pequeña sea nuestra responsabilidad en esta actividad comunicacional, bien, amigos míos, todos participamos de esta única misión. Estamos enviados unidos en comunión para anunciar el amor de Dios. Qué tarea más bella, más única, entusiasmante. Nosotros participamos de esta gran tarea, de esta gran misión: anunciar la ternura de Dios para cada hombre y para cada mujer.

Y María nos enseña en qué manera, con qué intensidad de amor ir al encuentro de hombre y de la mujer de hoy. Y lo repito: de los más pequeños, de los más alejados, de los últimos. No son palabra usualmente bonitas. Esta es nuestra tarea que tenemos con nuestra responsabilidad. El Señor nos ha confiado esta tarea.

Como decía Papa Francisco en su primer mensaje para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, el ejemplo es la actitud de buen samaritano que va al encuentro de quien está herido, de quien está necesitado. Y se acerca para comprometerse con él, para hacer que su presencia sea de verdad una ayuda, una ayuda única.

La luz de Navidad nos ayude y nos transforme. La luz de Navidad no nos permite solamente comprender mejor lo que nos rodea sino que es una luz que  nos transforma interiormente. Nos cae bien ponernos de rodillas frente al pesebre para comprender lo que Dios quiere de nosotros. Para comprender qué sentido tiene para nosotros la comunicación hoy día en el mundo. Una Iglesia pobre, que se dirija a los pobres, que va en búsqueda del hombre y de la mujer más necesitados y más alejados; porque esta es la transparencia: somos llamados a ser iconos de este amor, ternura de Dios para el hombre.

Amigos míos: poniéndonos de rodillas frente a ‘La Morenita’, a la Guadalupe, que nosotros cerca de Ella comprendamos cuál es nuestra tarea comunicativa. Es con Ella que nos sentimos amados y transformados. Es con Ella que vamos al encuentro del otro.

Que Dios los bendiga y también, si me permiten, feliz Navidad.

Hasta pronto”.

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