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“El quehacer permanente hacia la Paz”

25 de noviembre de 2014

Todos los colombianos somos víctimas. Todos a lo largo de estos cincuenta años de historia amarga, dura y triste de nuestro país hemos tenido que padecer la guerra y sus…

Hoy las victimas tenemos la PALABRA y es un acontecimiento verdaderamente importante y significativo el que así sea. Esto es un suceso de PALABRA con mayúscula porque el hecho de tener la palabra implica que esa palabra tiene vida inspirados en los versos de la Sagrada Escritura donde Dios se hace Palabra y desde esa Palabra nos da su Vida: 

“Al principio ya existía la Palabra,

la Palabra se dirigía a Dios

y la Palabra era Dios…

Ella contenía Vida,

Y esa Vida era la Luz del hombre”

(Juan 1, 1 y 4)

 

Las víctimas en este proceso hemos tenido la PALABRA en nombre de más de 6 millones de personas que han sufrido en sus familias historias dolorosas e interminables, además de las víctimas que siguen sumándose a la lista cada día. Hemos sido escogidas a participar en la mesa y hasta hoy hemos viajado 48 víctimas a La Habana a llevar nuestra experiencia, a participar nuestro dolor, pero también hemos asistido con mucha ESPERANZA, aquella que no muere, no defrauda, no agrede y al contrario permanece y se muestra como la luz para el futuro.

La guerra es un negocio, lamentablemente se volvió un negocio en nuestro país y por ser un negocio terminamos nosotros en medio de ese negocio. Es un negocio demencial que lo único que hace es que unos grupos le venden armas a los otros, unos grupos les venden secuestrados a los otros, es decir lo único que interesa es cuánto cuesta lo que yo estoy entregando, armas, personas, situaciones, miseria, abandono, dolor…

La guerra lo único que nos ha traído es eso: miseria. La historia del mundo a lo largo de los años lo único que ha demostrado es que la guerra no sirve para nada, que la guerra es inútil. Por eso es que nos unimos a no darle nada a la guerra, ni un minuto para la guerra, ni un segundo, ni tiempo, ni fuerzas, ni seres humanos, ni niños, ni su futuro. Como la campaña de Marta Gómez, cantautora Colombiana quién sugiere que todos digamos, cantemos, escribamos y vivamos que “para la guerra: NADA!!!”.

Nosotros creemos que la guerra no es una solución, que la guerra no nos ha dado nada, y si la guerra se ha visto como un negocio y se convirtió lamentablemente como tal, como víctimas nos preguntarnos si los que han estado lucrándose a lo largo de los años, estarán dispuestos a dejar que esta sea la forma de lucrarse y enriquecerse. ¿Qué va a pasar con eso?, ¿vamos a cambiar de victimarios o de verdad todos queremos apostarle a tener una vida en paz?

Yo creo en Colombia y creo en la paz, creo en una Paz entendida como quehacer permanente, fruto de justicia y obra del amor, es decir no es solamente que los alzados en armas dejen las armas, que no haya confrontaciones sino que entre todos nos comprometamos, que cada colombiano se comprometa. Retomo las palabras de el Papa Francisco al dirigirse a un grupo de jóvenes “comprometerse es dar la vida, es jugarse la vida, y la vida tiene sentido solamente si uno está dispuesto a jugarla, a hacerla correr para el bien de los demás”.

Guardo la certeza de que lo único que debemos tener es la ESPERANZA de un mundo mejor. Nosotros como cristianos católicos debemos ser esperanza para los demás y una esperanza que solo viene de una fe en Dios. Quiero insistir en la búsqueda y la acción de una Oración permanente para que esta Paz sea posible. Esta paz, como decía mi hermano Jaime Garzón: “La Paz tiene un horizonte muy largo…” vamos a tener que fortalecernos, que llenarnos de paciencia, pero solo una fe inmensa en medio del dolor, de la traición, en medio de los enemigos mismos de la paz, en medio de las incoherencias que tenemos, vamos a poder hacer ese camino de Paz. 

El llamado es a la ESPERANZA desde  la Oración, como dicen los Padres Benedictinos:  “Ora y Labora”.

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