La clave está en educar el corazón

Se trata de darle un sentido ético en el momento de educar, ya que no consiste solo en repetir conocimientos, porque la educación es un proceso consciente y no mecanizado, memorizado o repetitivo, afirma el asesor pedagógico, Javier Peña, en entrevista concedida a El Catolicismo.

La invitación es a ser reflexivos, decirle no a la cultura de la velocidad, para poder mirarnos a nosotros mismos y a los demás, ser solidarios, compasivos y misericordiosos, a través de todas nuestras acciones, como en la cita bíblica del buen samaritano.

El autocuidarse, cuidar a lo demás y aplicar todos los conocimientos que recibimos para el bien propio, el de nuestro prójimo, el de la sociedad y el aporte al mundo, debe traspasar las fronteras de solo llegar a la meta de alcanzar altas notas académicas, grados de honor o cualquier otro tipo de reconocimientos.

Se debe saborear cada instante de la vida

Volver a la esencia del ser humano donde el conocimiento se vuelva sabiduría, pensar en el tipo de persona que se quiere ayudar a formar con identidad cristiana, con valores solidarios, una educación humanizante desde el corazón.

“Hay que educar las emociones, hay que educar el ser. Las materias son una mediación no un fin, el fin es la persona, el valor fundamental, porque la educación va más allá de la eficiencia, la eficacia y la efectividad”. Reafirmó el educador Javier Peña.

Peña, quien es licenciado en Ciencias Religiosas de la Universidad de La Salle, magister en educación con énfasis en investigación en ciencias sociales de la Universidad Nacional de Colombia; profesor, conferencista, asesor pedagógico y acompañante en la formación permanente de docentes de Bogotá, entre otros estudios y cargos, es hoy nuestro invitado especial, a continuación: