LITURGIA Mayo 19 La novedad del amor cristiano

Promediando la cincuentena de Pascua la liturgia de estos días nos orienta hacia la consideración de los frutos que la resurrección de Jesucristo ha engendrado en sus…
De manera que la victoria pascual de Jesucristo hoy es una realidad que transforma la realidad del mundo a través de la vida cristiana de quienes por el bautismo han sido consagrados como primicias de la nueva humanidad. Los textos bíblicos de la celebración ayudan a comprender este dinamismo de la Pascua ensanchándose en la historia.
La primera lectura de la misa de hoy (Hechos 14, 21b-27) corresponde a la conclusión del primer viaje misionero de San Pablo, en estos versículos se ofrece una especie de sumario de la actividad de los apóstoles expandiendo el evangelio en lugares cada vez más distantes. Al inicio del texto se da cuenta de aquello que con el tiempo en la Iglesia se conoce como visita pastoral: los apóstoles vuelven a las comunidades para animar la vida de fe de los discípulos.
En cada comunidad o iglesia local los apóstoles instituyen un grupo de responsables de la misma comunidad (presbíteros) para conservar lo que la comunidad recibió de Jesucristo a través del testimonio de los apóstoles. En el texto se puede también reconocer el germen de una práctica ritual para confiar el ministerio: la oración y el gesto de imposición de las manos.
El texto del libro del Apocalipsis de la segunda lectura (Apocalipsis 21, 1-5a) hace parte de la introducción del final del libro; en la secuencia de este libro, después de las siete plagas que ponen fin al mal se ofrece la visión de la creación renovada por Dios. Los versículos proclamados manifiestan la particularidad del mundo nuevo. Ciertamente no es un mundo diferente sino transformado, cualitativamente; no es ‘otro mundo’, se trata del mundo transformado y unificado por la presencia de Dios.
Este mundo nuevo es presentado como una esposa que se ha adornado para recibir al esposo. En la tradición bíblica se ha empleado con frecuencia la imagen de la pareja nupcial para presentar la alianza de Dios con la humanidad, en este contexto, San Pablo dice que Cristo «con el agua y la invocación que hacemos de su nombre, ha purificado a la Iglesia en el bautismo, para que se presente ante él resplandeciente de gloria» (Efesios 5, 25s.). A partir de esta afirmación se puede reconocer el efecto de la Pascua, a través del bautismo, en el conjunto de los discípulos de Jesús.
La visión del Apocalipsis que nos ocupa revela que la novedad de la Pascua de Cristo no puede coexistir con sistemas que atentan contra el hombre: «el primer cielo y la primera tierra desaparecieron, y el mar no existe ya». Por su parte, la voz que complementa la visión manifiesta la salvación como consecuencia de la presencia de Dios en medio de su pueblo: «Esta es la morada de Dios entre los hombres».
El evangelio de la misa de este domingo (Juan 13, 31-33a.34-35) tiene dos partes bien definidas, la primera consiste en un grito de júbilo de Jesús, la segunda es el inicio de su discurso de despedida de los discípulos. El grito de júbilo de Jesús es su respuesta a la treta que los judíos ponen en marcha con la complicidad de Judas. Es como si la salida de Judas del cenáculo correspondiera a lo que la segunda lectura dice: «la primera tierra desapareció y el mar no existe ya», entonces se manifiesta la gloria de Dios. Al abandonar el traidor el lugar, irrumpe la entrega que Jesús hace de sí mismo, y que concluye con su muerte. Irrumpe la glorificación.
En el texto griego, este par de versículos presentan en cinco ocasiones el término ‘doxa’ –‘gloria’, en castellano–. A su vez ‘doxa’ está expresando el concepto hebreo ‘kabod’, que es algo así como
‘peso’, ‘solidez’, ‘fundamento’; de modo que la frase ‘Dios que glorifica’ se puede entender como Dios que da fundamento, que comparte con el glorificado para darle soporte. En el acontecimiento de la cruz y de la resurrección Dios glorifica a Jesús.
La segunda parte del evangelio es el exordio del discurso de la despedida de Jesús. Son varios los personajes en la Biblia que, ante la cercanía de su muerte, reúnen a la familia o a la comunidad para manifestar cómo, a partir de su ausencia, continúa la comunión con ellos. Los versículos que se leen hoy presentan precisamente esta situación.
La ausencia del Maestro reclama una profunda comunión para conservar la unidad con la persona de Jesús, esta comunión la ofrece Jesús en el amor. En el trabajo de hallar el hondo sentido de las palabras de Jesús resulta útil esclarecer el sentido del adverbio ‘como’ –en griego ‘kathos’–. Para el cuarto evangelio ‘como’ indica más que un ejemplo a imitar o una tarea a cumplir. En el texto de hoy y en los versículos 15, 9-17 tenemos textos similares.
Ya desde el Antiguo Testamento se proponía el mandamiento de amar, hoy Jesús habla de un mandamiento ‘nuevo’: «ámense los unos a los otros». La novedad consiste en la fuente del amor, por la Pascua (y a través del bautismo) Dios se hace presente y manifiesto en la vida de cada discípulo de Jesús, el discípulo es colmado por el amor de Dios y transformado, de manera que ama a los demás como consecuencia de esta nueva vida que hay en él.
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