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Y, ahora, a desarrollar los discursos

18 de septiembre de 2017

Realmente el Papa Francisco está moldeando un nuevo cristianismo, marcado por la misericordia, la atención a los pobres, la acogida a los migrantes y a los que están en…

Como no sucedía en nuestro país hace mucho tiempo, la visita del Papa Francisco realmente trascendió a toda la comunidad nacional. Las voces han sido unánimes para destacar la importancia de lo que hizo y dijo el Santo Padre. Fue como si un buen sembrador hubiere salido cinco días completos a esparcir la buena semilla de la alegría, la esperanza, la reconciliación y esta simiente encontró una tierra generosa y abierta para arraigar y crecer. Viene, entonces, una tarea muy importante para la comunidad colombiana, para la Iglesia, para los evangelizadores: cuidar lo sembrado, hacerlo crecer y recoger frutos que puedan ser entregados a todos los colombianos.

Como ya lo hemos comentado en estos espacios editoriales, realmente el Papa Francisco está moldeando un nuevo cristianismo, marcado por la misericordia, la atención a los pobres, la acogida a los migrantes y a los que están en las periferias de la existencia.  Quiere una Iglesia en salida, en las calles, cercana a los jóvenes, capaz de tocar las duras realidades que afectan a millones de personas. Quiere que los hijos de Dios sean capaces de desacomodarse para llevar el evangelio de la vida, de la reconciliación, de la vida consagrada, de la dignidad humana. Y es muy interesante notar la inmensa acogida que ha tenido entre propios y extraños este modo de plantear las cosas.

A la Iglesia en Colombia, mucho más trabajadora de lo que algunos quieren reconocer, el Papa le ha puesto una ruta muy clara y que se podría definir de corte social. Es necesario que todas las fuerzas evangelizadoras enfilen sus energías a la atención, desde el mismo evangelio, de todos los que sufren, los que conocemos y se mostraron y tantos que no han sido visibilizados suficientemente. El Papa Francisco ha tenido enorme cuidado de no empantanarse en ácidas discusiones teológicas y morales pues la doctrina eclesial ya es muy clara. Lo que quiere es poner a todo el pueblo de Dios a llevar a la práctica lo aprendido y entrar en contacto con quienes en verdad necesitan la misericordia de Dios y de la Iglesia.

Es, pues, la hora de sentarse a estudiar un poco todo lo dicho por el Santo Padre. Pero no para escribir más documentos, sino para descubrir las líneas maestras de sus enseñanzas y así darle un nuevo aire a toda la comunidad católica y a la nación en general. Con el extraordinario espíritu ejecutivo que se movió en la preparación y la realización de la visita apostólica hay dinamismo suficiente para desarrollar toda la enseñanza pontificia. Por lo pronto, y en una primera mirada, cabe pensar si todo el accionar del Papa no pone a repensar todo el andamiaje pastoral de la Iglesia en Colombia para que, dejando atrás lo que ya es viejo y obsoleto, asuma nuevas formas de respuesta a los deseos de trascendencia de todos los colombianos. Ahora la consigna es: “Manos a la obra”.

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