Volver a ser misioneros
En una ciudad como Bogotá no es tan fácil detener un poco a las personas para que escuchen de nuevo el anuncio del Evangelio, pero existe la posibilidad de lanzar las…
El papa Francisco ha invitado a toda la Iglesia a realizar en el mes de octubre una actividad misionera especial. Pedir en la Iglesia la realización de misiones no debería ser necesario, pero es una forma de alentar para que resurja el espíritu que anima a anunciar el Evangelio de Jesucristo a quienes no lo conocen o lo han olvidado. Pero lo cierto es que sí es necesario hoy en día recuperarle a la Iglesia su capacidad de salida para llevar el anuncio evangélico a todas las personas, en todos los lugares posibles y a tiempo y a destiempo, como enseña el apóstol Pablo. En la Iglesia la llegada de nuevos miembros está en muchas ocasiones circunscrita a los bautizos que se realizan provenientes de familias que ya son católicas y que de este modo incorporan sus nuevos miembros a la fe que practican. Pero la idea es ser mucho más diligentes en la misión.
La arquidiócesis de Bogotá ha tomado atenta nota del llamado del papa Francisco y ha invitado a todos los sacerdotes a crear iniciativas para que el mes de octubre tenga especial relevancia en el campo del anuncio misionero. El arzobispo Salazar Gómez ha propuesto que la iniciativa se lleve a cabo desde el ámbito de los arciprestazgos, es decir, desde los sectores de la ciudad agrupados en torno a parroquias vecinas. ¿Qué es lo que pueden hacer las parroquias hoy desde el campo estrictamente misionero? Es una pregunta de no fácil respuesta, pero hay que buscar iniciativas eficientes y novedosas. La experiencia misionera de los últimos años en Bogotá tiene como grandes actores a los laicos, quienes, a través de diversos movimientos e iniciativas, han logrado llegar a muchas personas y lugares y aún instituciones a las cuales el anuncio del Evangelio les había sido un poco esquivo. Laicos misioneros, sacerdotes misioneros, religiosos misioneros, obispos y diáconos misioneros, catequistas misioneros, han de ser el signo de esa Iglesia que quiere salir con nuevos bríos para llevar el mensaje de Cristo.
En una ciudad como Bogotá no es tan fácil detener un poco a las personas para que escuchen de nuevo el anuncio del Evangelio, pero existe la posibilidad de lanzar las redes con nuevo entusiasmo en varios campos. El primero puede ser en la predicación litúrgica, renovando esta tarea con mejores contenidos, más preparación, más contacto con la vida real de las personas. En segundo lugar, acentuar la proclamación de la Palabra de Dios en toda celebración eclesial para que siga siendo la fuente de inspiración de toda vida cristiana. En tercer lugar, la misión, según el mandato del Evangelio, debe tener especial dedicación allí donde las personas están en situaciones de debilidad: hospitales, clínicas, cárceles, refugios temporales. En cuarto lugar, conviene volver a tocar las puertas de las instituciones educativas, especialmente los colegios, como es ya larga tradición en Bogotá, pues allí es posible realizar la evangelización en forma continua durante muchos años.
Además de lo anterior, hay que ser creativos, sin llegar a lo irrealizable, en cuanto a nuevas propuestas. Se pueden abrir campos de anuncio de la Palabra divina a través de la música, el teatro, la presencia en las redes sociales y en los medios de comunicación. Es posible realizar acciones puntuales en la calle, en los parques, en los centros comerciales, en los centros de recreación. Conviene aprovechar muchísimo más los templos de la ciudad –a veces están demasiado tiempo cerrados y ociosos-, para la oración, la adoración, para congregar en tareas de evangelización. Conviene dotar a los misioneros de la ciudad que ahora se están formando de una especie de “kit misionero” para que anuncien a Jesús en los conjuntos residenciales, en los lugares de trabajo, en veredas y en otros ámbitos. Otro medio siempre eficiente es el mes de la Biblia, así como la invitación a grandes jornadas de oración y reconciliación. En fin, vale la pena que se tome muy en serio el llamado del Papa y del Arzobispo Primado para que la misión sea la gran ocupación y preocupación de nuestra Iglesia universal y local. La Iglesia existe para evangelizar dijo Pablo VI y en eso debe estar trabajando siempre.
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