El grito de los pobres: DILEXI TE
Del papa león XIV, con una mirada sinodal para nuestros pueblos latinoamericanos.
El documento "el grito de los pobres" presenta un análisis teológico-pastoral de la exhortación apostólica Dilexi te del Papa León XIV, en la cual se revela la inseparable unión entre el amor a Cristo y el amor a los pobres como núcleo del Evangelio. Desde una mirada sinodal y latinoamericana, el texto propone una reflexión en cuatro dimensiones: el fundamento teológico que identifica a Cristo en los necesitados; la aplicación pastoral en el contexto colombiano; el aporte moral de san Alfonso María de Ligorio, que une misericordia y justicia; y la sinodalidad como camino eclesial para caminar junto a los pobres. En su conjunto, el documento invita a una conversión personal y comunitaria que transforme a la Iglesia en signo del amor misericordioso de Dios que escucha, acoge y sirve el clamor de los pobres.
Introducción
La Exhortación Apostólica Dilexi te del Santo Padre León XIV se establece como un documento magisterial de una claridad y urgencia proféticas. Lejos de ser un mero compendio de doctrina social, la Exhortación es una profunda meditación sobre el corazón mismo del Evangelio: la inseparable unión entre el amor a Cristo y el amor a los pobres. El Santo Padre nos convoca a una conversión de la mirada, a reconocer que la indiferencia ante el sufrimiento humano no es una simple falla social o política, sino un pecado que nos aleja del corazón de Dios.
"…Por eso, escuchando el grito del pobre, estamos llamados a identificarnos con el corazón de Dios, que es premuroso con las necesidades de sus hijos y especialmente de los más necesitados. Permaneciendo, por el contrario, indiferentes a este grito, el pobre apelaría al Señor contra nosotros y seríamos culpables de un pecado (cf. Dt 15,9), alejándonos del corazón mismo de Dios".[1]
El documento articula una verdad fundamental: el camino hacia la santidad y la renovación de la Iglesia pasa, ineludiblemente, por escuchar y responder al "grito de los pobres".[2]
Este análisis se propone desentrañar la riqueza de Dilexi te a través de cuatro dimensiones interconectadas:
Primero, exploraremos el núcleo teológico de la Exhortación: la presencia real y perenne de Cristo en los más necesitados. Segundo, analizaremos este llamado universal sobre el amor a los pobres en diálogo con la voz profética de la Conferencia Episcopal Colombiana (CEC), que da un rostro concreto al sufrimiento. Tercero, buscaremos las raíces desde el ámbito moral de la caridad en la sabiduría misionera teológica de San Alfonso María de Ligorio, pionero de la Misericordia desde su carisma fundacional. Finalmente, en esta misma perspectiva, propondremos el tema de la sinodalidad como el método eclesial indispensable para encarnar hoy el mandato de Dilexi te, asegurando que la Iglesia no solo trabaje para los pobres, sino que camine con ellos.
I.El núcleo teológico de Dilexi te: "Cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo" (Mt. 25,40).
El eje central de la Exhortación es una cristología encarnada que se niega a separar la fe de las obras. El Papa León XIV nos recuerda que la opción preferencial por los pobres no es una opción ideológica o política, sino una exigencia teológica que brota de la fe en Jesucristo.[1] El documento se articula sobre tres pilares bíblicos fundamentales:
La identificación de Cristo con los pobres: La Exhortación insiste en que Jesús se identifica "con los más pequeños de la sociedad" y que en su amor "muestra la dignidad de cada ser humano, sobre todo cuando es más débil, miserable y sufriente".[2] Esta no es una metáfora piadosa, sino una realidad sacramental. El Santo Padre establece un poderoso paralelismo entre la promesa de la presencia eucarística “Yo estaré siempre con ustedes”, Mt 28,20 y la afirmación de la presencia de Cristo en los necesitados “A los pobres los tendrán siempre con ustedes”, Mt 26,11. Así, el encuentro con el pobre se convierte en un “modo fundamental de encuentro con el Señor de la historia”.[1).
El grito del pobre como teofanía: Dilexi te realiza una relectura audaz del pasaje del Éxodo donde Dios se revela a Moisés. Dios dice: "Yo he visto la opresión de mi pueblo... y he oído los gritos de dolor... conozco muy bien sus sufrimientos. Por eso he bajado a librarlo" (Ex 3,7-8).[1] El Papa León XIV enseña que escuchar el grito del pobre hoy es identificarse con el corazón mismo de Dios. Por el contrario, "permanecer indiferentes a este grito es un pecado alejándonos del corazón mismo de Dios".[2] La pobreza, en sus múltiples formas (material, social, moral, espiritual, la falta de derechos y oportunidades), no es solo una estadística, sino un "grito" que interpela la conciencia de la Iglesia y del mundo.[3]
El juicio final como protocolo de la caridad: La Exhortación culmina su reflexión teológica recordando la parábola del Juicio Final (Mt 25,31-46). El Santo Padre afirma sin equivocación que este texto es:
"La llamada del Señor a la misericordia para con los pobres ha encontrado una expresión plena en la gran parábola del juicio final (cf. Mt 25,31-46), que es también una descripción gráfica de la bienaventuranza de los misericordiosos. Allí el Señor nos ofrece la clave para alcanzar nuestra plenitud, porque «si buscamos esa santidad que agrada a los ojos de Dios, en este texto hallamos precisamente un protocolo sobre el cual seremos juzgados".[4]
La santidad que agrada a Dios no se mide por la observancia de ritos, sino por la respuesta concreta al hambre, la sed, la desnudez y la soledad del hermano. La fe que no se traduce en obras de misericordia "está completamente muerta" (St 2,17).[5]
Este fundamento teológico protege la acción social de la Iglesia de ser reducida a un simple acto de generosidad o a un activismo secular. La Iglesia sirve a los pobres no porque sea una ONG, sino porque en ellos encuentra y sirve al mismo Cristo que camina con los pobres.
II. La repercusión de Dilexi te en Colombia, dimensiones éticas y teológicas
El llamado universal de la Exhortación a escuchar el grito de los pobres resuena con particular sensibilidad en la realidad colombiana. La Conferencia Episcopal de Colombia (CEC) ha sido una voz constante que traduce este principio universal en un diagnóstico concreto y valiente. Los obispos colombianos denuncian que el sufrimiento en el país tiene causas claras: la injusticia social, la violencia y la pobreza, exacerbadas por una persistente fragmentación y polarización:
"Nos duele la persistente fragmentación y polarización que afecta la convivencia entre los colombianos: las divisiones políticas, sociales y económicas que se agudizan; las profundas heridas causadas por la violencia, la corrupción, el narcotráfico y las economías ilícitas. Junto con los laicos, las comunidades religiosas y ministros ordenados, asumimos el llamado del Papa León XIV a ser promotores y artesanos de la unidad".[1]
La CEC identifica las “nuevas pobrezas” que constituyen el grito específico del pueblo colombiano: el abandono del mundo rural, la emigración forzada, la corrupción como un “mal moral” que carcome la sociedad, y un profundo empobrecimiento espiritual. En este aspecto concreto, la Conferencia Episcopal española en la 105ª asamblea plenaria de abril de 2015 propone:
"Es necesario que se produzca una verdadera regeneración moral a nivel personal y social y, como consecuencia, un mayor aprecio por el bien común, que sea verdadero soporte para la solidaridad con los más pobres y favorezca la auténtica cohesión social. Dicha regeneración nace de las virtudes morales y sociales, se fortalece con la fe en Dios y la visión trascendente de la existencia, y conduce a un irrenunciable compromiso social por amor al prójimo".[2]
En la declaración "LA TIERRA: Un don de Dios", el episcopado hace una explícita opción preferencial por los más pobres, en nuestro caso, por el campesino colombiano. Esta no es una declaración abstracta, sino el punto de partida para una pastoral rural integral que busca responder a la grave y escandalosa situación de pobreza y violencia que sufre el campesinado:
"Optamos por una pastoral rural y de la tierra verdaderamente evangelizadora, orgánica, profética que lleve a la práctica del amor, la paz y la justicia; que responda a las exigencias de la realidad actual del mundo rural; que, sin excluir a nadie, se dirija especialmente a la promoción social y al desarrollo integral de los hermanos campesinos más pobres y que cumpla con su misión primordial de acompañar a las hombres y mujeres del campo, sembrando la semilla del Evangelio, regándola permanentemente y buscando conjuntamente salidas y alternativas a una situación que requiere medidas urgentes y eficientes".[3]
Asimismo, en un país marcado por décadas de conflicto, la CEC ha insistido en que la paz es “obra de la justicia”.[4] Si bien promueven el diálogo, advierten que este no puede conducir a la impunidad. La verdadera paz exige una justicia restaurativa que repare integralmente a las víctimas y tutele eficazmente sus derechos a la verdad, a la justicia y a la reparación. Al pedir no dejar a nadie atrás en la construcción de la paz, especialmente a las víctimas y marginados:
"Colombia tiene el deber de avanzar y será fundamental el coraje y la determinación de la sociedad civil. Comprendamos que cada uno debe ser sujeto de transformación y que nadie tiene que surtirse excluido. No podemos dejar a nadie atrás; Dios sigue manifestándose a través de los pobres y de los acontecimientos de la historia humana, y cuenta con lo pequeño, lo sencillo y lo frágil como motor de cambio. La sociedad está llamada a superar la búsqueda del bien particular y priorizar el bien común como máximo valor".[5]
La Iglesia en Colombia encarna el mandato de Dilexi te de escuchar y responder al grito de los que sufren en un contexto específico:
"El corazón de la Iglesia, por su misma naturaleza, es solidario con aquellos que son pobres, excluidos y marginados, con aquellos que son considerados un “descarte” de la sociedad. Los pobres están en el centro de la Iglesia, porque es desde la «fe en Cristo hecho pobre, y siempre cercano a los pobres y excluidos, [que] brota la preocupación por el desarrollo integral de los más abandonados de la sociedad".[6]
III. El contexto moral: El grito de los pobres, la misericordia y justicia en San Alfonso María de Ligorio
Para responder al llamado de Dilexi te, se necesita una sólida formación de la conciencia, una que equilibre la verdad con la misericordia. San Alfonso María de Ligorio, Doctor de la Iglesia, ofrece este fundamento moral. Su principal contribución fue superar el rigorismo jansenista, que presentaba a un Dios justiciero y convertía la vida moral en una carga insoportable. San Alfonso, en cambio, promovió una pedagogía de la misericordia, enseñando a los confesores a ser «juez, pero sobre todo médico, y el médico no hiere, sana».[7]
Esta benignidad pastoral es la condición indispensable para acercarse al pobre sin juzgarlo, reconociendo la propia fragilidad. Sin embargo, la misericordia alfonsiana no es laxismo. En su Theologia Moralis, San Alfonso enseña con firmeza la grave obligación de la limosna. Para él, no es un acto opcional de generosidad, sino un deber de justicia. Sostiene que una persona con bienes superfluos que no socorre al prójimo en extrema o grave necesidad comete un pecado grave. La caridad exige que los intereses vitales de un indigente prevalezcan sobre las ventajas personales de un orden inferior. Esta doctrina resuena directamente con la crítica de Dilexi te a la acumulación de riquezas mientras millones mueren de hambre o sobrevivan en condiciones indignas del ser humano.[8]
San Alfonso define la limosna en un sentido amplio: «no sólo el regalo de efectos o dinero, sino también el alivio que se presta conforme a las necesidades de cada cual».[9] Pero ¿de dónde sacar la fuerza para vivir esta caridad exigente? San Alfonso es inequívoco: de la oración. Su famoso axioma, “El que ora se salva. El que no ora es condenado”, subraya que la oración es el único camino para obtener la ayuda necesaria para la salvación.
La unión con Cristo en la oración es lo que transforma el corazón y lo capacita para amar y servir, especialmente a los más abandonados, como él mismo hizo al fundar a los Redentoristas:
“El desprendimiento lo iba a conducir a otro mundo: el mundo de los espiritualmente abandonados. Abandonados porque eran marginados o porque no contaban para nada en la sociedad en que él habla vivido. No podemos pedir a Alfonso una comprensión de la pobreza y una opción por los pobres como hoy existe en la Iglesia. Sin embargo, no hay duda de que en su vida hizo una opción real por los pobres”.[10]
IV. Método eclesial: La Sinodalidad como camino con los pobres
Si Dilexi te nos dice qué hacer (escuchar y servir a Cristo en el pobre), la sinodalidad nos enseña cómo hacerlo en la Iglesia de hoy. La sinodalidad, como la describe el Papa Francisco, es el “caminar juntos” de todo el Pueblo de Dios.No es un parlamento, sino un proceso espiritual de escucha recíproca, donde cada uno tiene algo que aprender:
"El sentido del camino al cual todos estamos llamados consiste, principalmente, en descubrir el rostro y la forma de una Iglesia sinodal, en la que «cada uno tiene algo que aprender. Pueblo fiel, Colegio episcopal, Obispo de Roma: uno en escucha de los otros; y todos en escucha del Espíritu Santo, el ‘Espíritu de verdad’ (Jn 14,17), para conocer lo que Él ‘dice a las Iglesias’ (Ap 2,7)".[11]
En este camino, los pobres ocupan un lugar central. Una Iglesia sinodal se reconoce en deuda de escucha especialmente hacia las minorías, los descartados y los excluidos. El Documento de Síntesis de la XVI Asamblea del Sínodo afirma que «El corazón de Dios tiene un sitio preferencial para los pobres [...], y por tanto también el de la Iglesia».[12]
Esto implica un cambio de paradigma crucial: los pobres dejan de ser meros objetos de la caridad de la Iglesia para convertirse en sujetos y protagonistas de su misión. Ellos, que conocen bien al Cristo sufriente, nos evangelizan con su sabiduría y su experiencia de la salvación. En definitiva, se convierte en un desafío ineludible para la Iglesia de hoy:
"Para nosotros cristianos, la cuestión de los pobres conduce a lo esencial de nuestra fe. La opción preferencial por los pobres, es decir, el amor de la Iglesia hacia ellos [...] Una Iglesia pobre para los pobres empieza con ir hacia la carne de Cristo. Si vamos hacia la carne de Cristo, comenzamos a entender algo, a entender qué es esta pobreza, la pobreza del Señor".[13]
La sinodalidad nos impulsa a pasar de una Iglesia que trabaja para los pobres a una Iglesia que aprende a caminar con los pobres, permitiendo que su voz y su perspectiva moldeen las decisiones pastorales.[14] Este estilo de caminar juntos es la única manera de cumplir auténticamente el mandato de Dilexi te de escuchar su grito, no como un ruido lejano, sino como la voz de hermanos y maestros en la fe.
Conclusión:
La Exhortación Apostólica Dilexi te es un llamado radical a la conversión. Nos exige alinear nuestra fe, nuestra moral y nuestras prácticas pastorales con la verdad central del Evangelio: no se puede amar a Dios sin amar al pobre. El documento nos ofrece el fundamento teológico: Cristo mismo está presente en los que sufren. La Iglesia en Colombia nos muestra la urgencia pastoral, dando un rostro concreto a ese sufrimiento. San Alfonso María de Ligorio nos proporciona un horizonte moral, uniendo la misericordia con la justicia y anclando toda acción en la oración. Y la sinodalidad nos presenta el método eclesial, un camino de escucha y corresponsabilidad que pone a los pobres en el corazón de la Iglesia.
Responder a Dilexi te requiere, por tanto, una doble conversión: una conversión del corazón, para ver a Cristo en el rostro del necesitado, y una conversión de nuestras estructuras eclesiales, para que sean verdaderamente sinodales, espacios donde el grito de los pobres no solo sea escuchado, sino que se convierta en la guía de nuestra misión. Solo así la Iglesia podrá ser un signo creíble del amor de Dios en un mundo herido.
Así, el mensaje de Dilexi te se traduce en una Iglesia que no teme mancharse las manos sirviendo, que se arrodilla ante el dolor humano con ternura y firmeza evangélica, y que se deja guiar por la certeza de que en cada pobre late el mismo corazón de Cristo. Solo una Iglesia así "misericordiosa, misionera y sinodal", podrá reflejar con credibilidad el amor que Dios sigue derramando sobre su pueblo.
1 LEÓN XIV, Dilexi te, Exhortación apostólica, sobre el amor hacia los pobres, 09.10.2025. N. 8
2. Cf. Ibid., n. 9.
3. Cf. Ibid., n. 16.
4. Cf. Ibid., n. 2.
5. Cf. Ibid., n. 5.
6. Cf. Ibid., n. 8.
7. Ibidem.
8. Cf. Ibid., n. 9.
9. Ibid., n. 28
10. Cf. Ibid., n.29.
11.«Así va la CXIX Asamblea: Informe final |Conclusiones y llamados de los Obispos Colombianos», en https://www.youtube.com/watch?v=33wQO_Ky91w.- YouTube, fecha de acceso: octubre 15, 2025.
12. «Iglesia, servidora de los pobres», en https://www.conferenciaepiscopal.es/interesa/jornada-de-los-pobres/5-iglesia-servidora-de-los-pobres/ - Conferencia Episcopal Española, fecha de acceso: octubre 15, 2025, n.11.
13. «La tierra: un don de Dios. Tierra de todos, Nuestra opción y compromiso como Iglesia en Colombia» n. 1. En, Declaración de la LXXV Asamblea plenaria del Episcopado Colombiano Julio de 2003. en https://www.indepaz.org.co/wp-content/uploads/2013/04/CEC-2003 Declaracion La Tierra un don de Dios.pdf.... Indepaz, fecha de acceso: octubre 17, 2025,
14.Cf. https://www.aciprensa.com/noticias/45301/obispos-colombianos-recuerdan-que-la-paz-es-obra-de-la-justicia ACI Prensa, fecha de acceso: octubre 17, 2025.
15. CONFERENCIA EPISCOPAL COLOMBIANA, Mensaje al concluir la 118ª plenaria. La Esperanza no defrauda. Bogotá 7 de febrero de 2025. n. 2.
16. LEÓN XIV, Dilexi te, n. 111.
17. «1 de agosto: San Alfonso María de Ligorio, El Doctor del Amor y la Misericordia», en https://www.youtube.com/watch?v=TCjxVUP8aSE. - YouTube, fecha de acceso: octubre 17, 2025.
18.Cf. LEÓN XIV, Dilexi te, n. 11.
19. «Obligación de Dar Limosnas», en https://www.mercaba.es/ejc/paso_135_limosna.htm. - Enciclopedia Católica, fecha de acceso: octubre 17, 2025. N. 33.
20. «San Alfonso misionero de los pobres. Reflexión en el Bicentenario de la muerte de nuestro Fundador», en https://www.cssr.news/spanish/2015/04/san-alfonso-misionero-de-los-pobres-reflexion-en-el-bicentenario-de-la-muerte-de-nuestro-fundador/ - Scala News, fecha de acceso: octubre 17, 2025, n. 7.
21.DOCUMENTO PREPARATORIO DE LA XVI ASAMBLEA GENERAL ORDINARIA DEL SÍNODO DE LOS OBISPOS, 07.09.2021. n. 15.
22. XVI ASAMBLEA GENERAL ORDINARIA DEL SÍNODO DE LOS OBISPOS. Por una Iglesia Sinodal: comunión, participación y misión. Documento final. n. 19.
23. LEÓN XIV, Dilexi te, n. 110.
24.Cf. «La Sinodalidad: Un Camino Compartido con los Pobres en el Corazón de la Iglesia», en https://famvin.org/es/2024/08/15/la-sinodalidad-un-camino-compartido-con-los-pobres-en-el-corazon-de-la-iglesia-famvin2024/ #famvin2024 - FAMVIN Noticias ES, fecha de acceso: octubre 16, 2025, Los pobres como prioridad en una Iglesia sinodal.
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