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Visita pastoral en la arquidiócesis de Bogotá

22 de mayo de 2017

La visita pastoral es también un reafirmar que en la Iglesia la parroquia sigue siendo la célula vital donde se construyen las comunidades cristianas y donde el…

Se ha dado comienzo en la arquidiócesis de Bogotá a la visita pastoral de cada una de sus parroquias. Como es apenas natural en toda comunidad, es necesario que sus dirigentes las visiten para revisar la marcha, animar a sus miembros y hacer las correcciones y sugerencias a que haya lugar. La visita pastoral es también un reafirmar que en la Iglesia la parroquia sigue siendo la célula vital donde se construyen las comunidades cristianas y donde el Evangelio se convierte en vida y en realizaciones concretas. Nunca estará de más recalcar lo anterior: la Iglesia es sobre todo el pueblo de Dios que vive su fe en comunidades locales. No es la Iglesia un movimiento, un grupo, una cofradía o cosa que se les parezca. Estas y otras realidades, que son también de fe, deben estar siempre vinculadas a esa célula vital que es la parroquia o de lo contrario se convierten en ruedas sueltas o en piedras en el zapato que quitan ritmo al caminar de la Iglesia.

La visita pastoral en la ciudad de Bogotá es también una ocasión única para que el pastor propio, el arzobispo de Bogotá, estreche su contacto con las comunidades parroquiales. En esta gran ciudad son pocas las ocasiones en que el arzobispo puede tener un contacto más o menos duradero con las parroquias. Pero en la visita pastoral hay una oportunidad muy especial de que los fieles escuchen a su obispo, entren en contacto con él, expresen sus inquietudes y se dejen orientar por quien ha recibido la misión de ser cabeza de la iglesia local. Para nuestra gente, para quienes participan comprometidamente en la vida en las parroquias, la voz del pastor propio y que además ostenta el título de Cardenal de la Santa Iglesia Romana, su presencia personal, su voz y su bendición son casi insustituibles. Claro está que teniendo la arquidiócesis de Bogotá 293 parroquias pues es prácticamente imposible que el arzobispo las visite todas en un breve plazo y para ello cuenta con la colaboración de sus obispos auxiliares y sus vicarios. Pero su presencia donde pueda darse es muy importante.

Para los párrocos la visita pastoral también es un momento muy importante. Por una parte significa en forma concreta un signo de que están a la vista de su pastor, quien los reconoce con nombre propio y se esmera en visitarlos en medio de su labor diaria. Y es también la ocasión de presentar los frutos del pastoreo en un sector concreto de la ciudad o del campo, porque la Arquidiócesis también tiene un sector de parroquias rurales. Los sacerdotes párrocos, junto con sus colaboradores, tienen en su obispo propio el punto de referencia en cuanto a su modo de ejercer el ministerio y, cómo no, en cuanto a las directrices concretas e insistencias pastorales del pastor que gobierna la diócesis. Nada mejor para un párroco que tener claro hacia dónde quiere el obispo guiar a su grey. Y, en general, la visita pastoral, llevada con tino y pertinencia, suele ser un motivo para alegrar el ministerio del sacerdote y una ocasión para reconocerle sus esfuerzos y su entrega.

Y, en esta ocasión, la visita pastoral podrá mirar un aspecto muy interesante y es el de ver de qué manera se está comenzando a implementar en las comunidades parroquiales el nuevo plan de evangelización de la arquidiócesis de Bogotá, conocido como Plan E. Puede ser un gran incentivo para el mismo obispo ver el que este nuevo trazado pastoral esté comenzando a dar sus primeros y firmes pasos. O podría ser la ingrata sorpresa de que todavía no es una realidad muy operante. Habrá que ver. En todo caso, existe un gran consenso entre el prelado y el clero que misiona en Bogotá, en el sentido de que estamos urgidos de un gran revolcón en la evangelización y la pastoral para que el Evangelio de Jesucristo logre permear todas las realidades de la ciudad-región capital. Sería, pues, muy interesante que al final de toda la visita pastoral, y aún en algunas de sus etapas, conocer el parecer del arzobispo primado acerca de cómo ve la marcha de sus comunidades parroquiales. Quiera Dios que esta nueva visita pastoral del obispo a sus parroquias y párrocos, rinda frutos grandes que permitan seguir haciendo presencia de Cristo y de Iglesia, en forma significativa, dentro de la gran ciudad de Bogotá y sus vecinos municipios de oriente.

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