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Una visita del Papa

6 de marzo de 2017

Aunque algún medio italiano ha insinuado un viaje próximo del papa Francisco a Colombia, la verdad es que todavía no hay una comunicación pública y oficial desde el…

El arzobispo de Bogotá, cardenal Rubén Salazar, dijo recientemente que cabe alguna esperanza de que esto llegue a suceder en los próximos meses. Quiere esto decir que no se puede afirmar que la visita sea un hecho, pero tampoco se deben perder las esperanzas.

Pero el asunto lo podemos abordar, aunque sea hipotéticamente, para preguntarnos cuál puede ser el sentido de una visita del Pontífice Romano y por lo mismo la utilidad de dicha visita. En primer lugar, es importante anotar que el Papa viaja como pastor antes que cualquier otra cosa. Esto quiere decir que a donde se dirija quiere llevar el mensaje del Evangelio y la voz de la Iglesia. De esta manera, no se deben esperar de su boca palabras totalmente desconocidas o mensajes inimaginados, sino más bien insistencias con base en el Evangelio y desde luego énfasis en las líneas con que ha marcado su pontificado.

Seguramente, un viaje del Papa apuntaría en primera instancia a confirmar la labor de la Iglesia en la tierra colombiana. Esa es la misión propia del obispo de Roma: confirmar a sus hermanos en la fe, alentarlos en la misión y hacerse compañero de camino. Con toda seguridad y de acuerdo con las informaciones que posee del desempeño de la Iglesia en Colombia, el Sumo Pontífice daría unas directrices para avivar su misión y su compromiso. Y sería apenas natural que también le insistiera a la Iglesia que está en Colombia sobre la opción preferencial por los pobres, como lo ha hecho a lo largo de sus años de pontificado.

Con respecto a la nación colombiana, se podría esperar, si las cosas marchan correctamente, que el papa Francisco diera un aval o bendición al proceso de paz, que para entonces contaría ya con una guerrilla desarmada.  Es difícil encontrar hoy a alguien con mayor autoridad moral en el mundo que el papa Francisco y por tanto lo que se le presente y los compromisos que se puedan adquirir ante él, serían de unas dimensiones absolutamente trascendentales. Esto mismo genera un temor: ¿Será que el Gobierno Nacional y las guerrillas, también el establecimiento colombiano, están en capacidad de mirar cara a cara al Santo Padre para ofrecerle con transparencia un verdadero anhelo de paz? Ojalá que sí, pero hay  muchos aspectos que nos hacen temer que el Papa pudiera ser objeto de una simple utilización por parte de algunos actores y egos agrandados de la vida nacional.

Tal vez la mayor esperanza de una visita pontificia se daría en su contacto con el pueblo colombiano. El carisma y la sencillez del papa Bergoglio, su misma lengua española, su lejanía de toda pompa inútil y antievangélica, su lenguaje lleno de color e imágenes, sin duda tendrían una enorme capacidad de alegrar la vida de millones de colombianos. Sería como un aire de esperanza y alegría que tanta falta le hace a la vida nacional. Sería la posibilidad de escuchar una voz con sabor de verdadera humanidad y verdadera espiritualidad. Una presencia que nos corroboraría una vez más el amor de Dios por su pueblo, por los que creen y esperan en Él. Si este último efecto se diera, el pastor universal habría cumplido a cabalidad su misión entre el pueblo de Dios.

Esperamos, pues, que el papa Francisco tenga a Colombia entre sus planes de viajes pastorales y que nos regale la dicha de tenerlo entre nosotros. Por lo pronto, quedamos a la expectativa.

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