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Un fervor innegable

2 de abril de 2018

El fervor público que se vio la semana pasada en todo el país, junto con las inmensas manifestaciones religiosas durante la visita del papa Francisco a Colombia el año…

La Iglesia llega a la pascua y, como siempre, se siente reanimada por este extraordinario acontecimiento y por la celebración litúrgica del mismo. Entre más conmemora el pueblo de Dios la pasión, muerte y resurrección de Cristo, más ahonda en la profundidad de esta preciosa gesta divina que puso a la humanidad de nuevo ante su Creador con una cara renovada al ser vencidos pecado y muerte. Y, no obstante, tantas voces que opinan que la Semana Mayor ha perdido su trascendencia, la verdad es que lo que se ve cada año, y este no fue la excepción, es una devoción muy fuerte entre los católicos de todo el mundo, incluida Colombia. Ciertamente las condiciones en que se celebra la Semana Santa han cambiado y que ya en algunos lugares ni siquiera se considera festivos los días jueves y viernes santos. Pero esto no ha sido óbice para que los creyentes se hayan congregado a celebrar lo más importante de la fe cristiana: la resurrección de Jesús.

El fervor público que se vio la semana pasada en todo el país, junto con las inmensas manifestaciones religiosas durante la visita del papa Francisco a Colombia el año pasado, amén de las peregrinaciones de miles de personas a los santuarios en estos días –por ejemplo, más de 200.000 personas ascendieron al santuario de Monserrate en Bogotá- y otras expresiones públicas de la fe católica, deben ser el mejor incentivo para que la Iglesia en Colombia asuma de lleno la tarea de incrementar su acción misionera. El pueblo colombiano ha sido siempre una tierra abonada para recibir el Evangelio, lo mismo que para recibir a los heraldos del mismo. Los repetidos llamados del Papa a ser una Iglesia en salida, así como el Plan E de la arquidiócesis de Bogotá, tienen que seguir concretándose en un anuncio todavía más convencido de la salvación de Jesús. El gran fervor de estos días, dentro del cual se cuenta de manera especial el acudir de tantos fieles al sacramento de la reconciliación, dejan ver un trabajo muy fuerte de la Iglesia y de sus pastores, a la vez que indican cómo cae de bien en nuestra gente la labor evangelizadora.

Y el aspecto masivo de la fe también deja ver otras realidades. La primera, el trabajo ininterrumpido que la Iglesia católica hace en Colombia en casi todos los puntos de la geografía nacional. Realmente la inmensa mayoría de colombianos sienten un vínculo grande con la Iglesia y acuden a sus llamados en fechas especialmente importantes como las de la Semana Santa. En segundo lugar, la importancia del trabajo pastoral a nivel de las parroquias. Es allí donde se siembra concretamente la fe y donde se le cultiva. La parroquia sigue siendo el lugar donde se trabaja sin pausa, donde se ofrece a diario la Palabra de Dios, donde se celebran los sacramentos, donde se efectúa la caridad, donde se acompaña a los enfermos, etc. Cualquier renovación de la Iglesia pasa por fortalecer una y otra vez la labor de las parroquias, casi que por encima de cualquier otra prioridad. En tercer lugar, los medios masivos de comunicación y las redes sociales también están contribuyendo a su manera a que la fe se difunda y se viva. Allí la Iglesia tiene una presencia importante que, sin embargo, se podría incrementar.

Y del fervor visto estos días también hay una lección no menos importante por refrescar. La fe de nuestra gente pasa por la celebración festiva, visible, colorida, llena de música, acompañada de ramos, visitas a los monumentos, luces, agua bendita, etc. Especialmente en las ciudades hay que tener cuidado con no dejar simplificar demasiado la celebración litúrgica, entiéndase omitir todo lo anterior, de manera que la gente no se sentiría identificada con tal simpleza. En la práctica, en Colombia, solo a través de las fiestas religiosas la mayoría de la población se siente hermanada y con sentido de pertenencia real, en este caso a su Iglesia. Cada vez será más importante que las solemnidades religiosas, bien hechas, sean preparadas con el mayor esmero para que sean la mejor ocasión de celebrar la fe en Jesucristo y para, a través de ellas y su lenguaje propio, profundizar la tarea evangelizadora. Con su inmenso fervor, una vez más, el pueblo colombiano ha manifestado que ama profundamente a Jesucristo y que recibe con brazos abiertos lo que la Iglesia le ofrece para su vida espiritual.

 

 

Imagen: Viernes Santo, Viacrucis 7 Fuente: Monseñor Rubén Salazar Gómez: Mensajero de Paz y de Justicia- Facebook

 

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