Sobre abuso sexual no debe haber dudas
La verdad es que la sexualidad actual ha sido desconectada de cualquier sistema de valores y es una especie de rueda suelta que nadie sabe cómo detener, pero, lo peor,…
Muy reveladora fue la entrevista concedida por monseñor Stephen Rossetti, quien es miembro del Comité Pontificio para la Protección de Menores, acerca de lo que se está haciendo en la Iglesia católica para prevenir el abuso de menores por parte de miembros del clero. Por una parte, no hay dudas sobre una y la más importante de las cuestiones: en la Iglesia hay tolerancia cero ante el abuso de menores por parte de miembros del clero y de cualquier otro agente que actúe en nombre de ella. No debe quedar el menor resquicio por el cual se pudiera introducir la más mínima idea de que este comportamiento pudiera ser aceptado en ningún caso. Aunque parece una afirmación demasiado obvia, nunca se debe dejar de insistir en ello pues siempre puede aparecer alguien dispuesto a justificar lo que es inadmisible.
El prelado norteamericano también indica hacia dónde se debe dirigir primordialmente la acción de la Iglesia en este campo: la prevención. Y esta comienza desde la selección de candidatos para el sacerdocio. A la vista de la misión que tendrá quien llegue a ser sacerdote, es apenas lógico e imperativo, que su salud mental y afectivo-emocional, sea la mejor de todas. Nunca deben ser los seminarios y casas de formación refugios de personas desequilibradas o caracterizadas por comportamientos notoriamente extraños o con grandes dificultades para su interacción social. Todo esto se traducirá en el futuro en agresión hacia personas y comunidades, incluso en dimensiones tan delicadas como la sexual. Los seminarios han de estar en manos de sacerdotes de una gran sabiduría y hasta de profundos conocimientos de las ciencias humanas y llenos de jóvenes que brillen por su madurez, libertad y recta intención. En la Iglesia no debe haber temor a una escasez de candidatos al sacerdocio por tener exigencias muy altas para ser admitidos en este camino vocacional.
Y más allá del ámbito del clero, para el prelado Rossetti, está claro que el abuso de menores es un cáncer de la sociedad actual. Surgen cada vez con más crudeza noticias de que esta práctica ha tocado el deporte, la farándula, los viejos internados de mayor renombre mundial, las cárceles, etc. Pero también se ha visto que el abuso sexual, no necesariamente de menores, tiene una larga historia en universidades, colegios, cuarteles y quién sabe cuántas otras instituciones más. Infortunadamente parece ser que el medio donde con mayor fuerza esto se da es el de la familia. Con toda razón afirma Rossetti que la sexualidad hoy en día es un desastre. La verdad es que la sexualidad actual ha sido desconectada de cualquier sistema de valores y es una especie de rueda suelta que nadie sabe cómo detener, pero, lo peor, es que nadie parece interesado en detenerla.
La Iglesia tiene un doble reto. El primero, ya referido, es el de la prevención del abuso de menores por parte del clero y se está trabajando fuertemente en ello, también en Colombia. El segundo, es el de ser capaz de proponer una educación sexual desde el punto de vista cristiano que realmente se convierta en faro orientador para quienes reciban la educación cristiana. Este segundo reto tiene además otro y es de lograr que la propuesta de la Iglesia, si se concreta, llegue efectivamente a sus destinatarios, que han de ser niños, jóvenes, adultos, instituciones educativas, parroquias. Por lo pronto y mientras se avanza, como parece que efectivamente está sucediendo, todos en la Iglesia estamos llamados a estar alertas para que este inmenso mal, el abuso sexual de menores, ojalá nunca vuelva a darse.
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