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Esforzaos por entrar por la puerta estrecha

24 de agosto de 2025
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Jesús recorre ciudades y aldeas enseñando. Encontramos en el Evangelio de este domingo, afirmaciones hechas por Jesús que debemos leer en su contexto y perspectiva para poder descubrir y asimilar su verdadero significado.

No juzguéis y no seréis juzgados, perdonad setenta veces siete, buscad el Reino de Dios y su justicia… ¿Cuál es el pensamiento original de Jesús? ¿Cómo entender su radicalidad?

A aquellos judíos que preocupados le preguntan por el número de los que se salvan, Jesús les responde explicándoles cómo es la salvación, y les advierte que esta no es algo mecánico, ni algo que se alcanza automáticamente. No basta con llamarse hijo de Abraham.

Para ayudarles a entender Jesús imagina una gran cantidad de gente agolpada frente una puerta estrecha; solo los que se esfuerzan por pasar logran hacerlo. Y ese esfuerzo no es otra cosa que una verdadera conversión del corazón, es una vida nueva, que da primacía absoluta al amor de Dios y a los hermanos. Una manera totalmente nueva de relacionarnos.

Lo que Jesús hace es condenar, una vez más, el ritualismo y la hipocresía de los fariseos. La puerta para entrar en el Reino es estrecha y nos enfrenta con nuestra propia conciencia. La salvación eterna no es un bien que se compra y se vende en un mercado persa.

El Reino de Dios es plenitud, satisfacción, fiesta, gozo, solidaridad, hermandad. En una palabra: es banquete, una imagen que Jesús usa muy a menudo. Para participar en esa fiesta, en ese banquete, tenemos que esforzarnos, luchar, imitar al Padre, confiar en su perdón.

Puede suceder que nosotros no gustemos de esas afirmaciones tan categóricas que usa Jesús, sin embargo, ellas resuenan también hoy para nosotros y para toda la comunidad cristiana como una dura advertencia. La vida es un regalo de Dios, pero es también una tarea, una misión. Tenemos que esforzarnos por ser los primeros. Sin renuncia, sin sacrificio, no se gana esta vida ni la eterna.

El bautismo, y la misa dominical, ellos solos, no son un salvoconducto para entrar al cielo. Regresar a la raíz del Evangelio, al testimonio coherente de la fe en Jesús, a la guarda de los mandamientos, y a entrañas de misericordia con los que sufren. Esa es la puerta estrecha por la que estamos invitados a entrar.

No tengamos miedo, entremos por ella, no juzguemos, perdonemos, busquemos el Reino de Dios y viviremos. Acojamos el mensaje de Jesús y sus duras y bien claras exigencias.

 

*P. Carlos Marín G

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