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Seis puntos de reflexión

18 de noviembre de 2019

Los obispos, contrario a lo que algunos medios han afirmado, no han dado ninguna bendición al paro, y sí más bien manifiestan la necesidad de mirar las causas objetivas…

La Conferencia Episcopal de Colombia, a través de sus directivos, ha expresado su pensamiento acerca del paro nacional convocado para el próximo 21 de noviembre de 2019. Lo ha hecho a través de un comunicado, con fecha del 14 de noviembre pasado, y que plantea seis puntos de reflexión. Los obispos, contrario a lo que algunos medios han afirmado, no han dado ninguna bendición al paro, y sí más bien manifiestan la necesidad de mirar las causas objetivas que están detrás del descontento social que hay en el país y a las cuales hay que buscarles solución. Desde luego, los prelados se expresan en contra de toda violencia que pueda afectar la vida de la comunidad colombiana.

Vale la pena destacar el segundo punto de la reflexión propuesta por los obispos: “El cansancio y el descontento, que están manifestando ciertas movilizaciones ciudadanas, revelan problemas graves que no hemos logrado superar y que tienen su origen y su expresión en la corrupción, la inequidad social, el desempleo y la imposibilidad de amplios sectores para acceder a los servicios básicos de alimentación, salud y educación”. El planteamiento es absolutamente claro: más allá de ideologías, partidismos, movimientos, la verdad es que en Colombia siguen existiendo unas condiciones de vida muy precarias todavía para millones de personas. Negar esto o señalar a quienes lo evidencian no hace sino meterle más presión a una situación social que está cargada de inconformismo y cansancio.

Tal vez lo que más tiene hastiada a la ciudadanía es el tema de la corrupción, que parece haber tocado todo el aparato estatal y en buena medida también la vida privada de los colombianos. Por eso es que movimientos alternativos y aun de personas desconocidas han comenzado a ganar puestos de mando locales, como se vio en las recientes elecciones. El Estado ha sido convertido en un botín, mientras las necesidades más básicas de infinidad de personas siguen sin resolverse. Y seguramente entre algunos promotores del paro deben estar quienes le reclaman al ejecutivo no estar distribuyendo a manos llenas e irresponsables los escasos dineros del erario público, como ha sido una larga, nociva y repudiable práctica en la política nacional. Todos quisiéramos que la vida social transcurriera en santa paz, pero mientras este tema de la corrupción y otros igual de perjudiciales para la población sigan en pie, el descontento tenderá a manifestarse.

Sugieren los obispos buscar soluciones a través de la escucha y el diálogo para construir un proyecto común de país. Es lo más lógico y democrático. Es lo deseable. Pero en este campo también hay muchas frustraciones pues la estructura política y económica de la sociedad colombiana se resiste a evolucionar y cambiar para bien de todos. Conservamos todavía estructuras demasiado piramidales y el ascenso económico y social son tareas titánicas para el ciudadano del común. El establecimiento tiene que abrirse definitivamente para que todo el país se beneficie de la riqueza nacional, de las oportunidades de desarrollo humano integral, del empleo digno, de la financiación a precios justos, de la educación de calidad extendida, etc. Si no sucede nada de esto, sigue presente la pregunta: ¿Hasta cuándo resistirá Colombia una situación tan desequilibrada e inequitativa como la que se da en el país?

Imagen: DW

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