Rezar y celebrar un poco más
No hay que cazar peleas con el ambiente laxo que suele dominar los llamados días santos. Lo que hay que hacer es santificarlos con las prácticas que la fe y la Iglesia…
Llegada ya la llamada “semana santa” convendría empeñarse en que en realidad así fuera. La forma como esta semana ha ido siendo transformada en todo menos en santa es arrasadora. Ahora sus primeros tres días, lunes, martes y miércoles, han conservado su carácter laboral para la mayoría de personas adultas. Y los siguientes días, desde el jueves hasta el domingo, han sido tomados por infinidad de sectores como tiempo de descanso, vacación, deporte, etc. Son los signos de una sociedad cada vez más secularizada y en la cual los creyentes tienen que hacer esfuerzos grandes para poder orar más, celebrar más su fe, compartir como comunidad eclesial. Así son las cosas y ahí es donde la Iglesia y sus miembros deben vivir su fe.
Conviene, entonces, hacer una invitación para que todos los miembros de la Iglesia hagan el esfuerzo debido para que en los días santos que ahora comienzan, se pueda dar un respiro al alma, un alimento a la fe, una bocanada de aire a la vida espiritual. Habría por lo menos dos caminos para que esto sea posible. El primero es el institucional, que se manifiesta por medio de todo lo que la Iglesia ofrece a través de sus parroquias para que los fieles celebren su fe. Aquí la Iglesia se reúne, escucha la palabra, celebra los sacramentos, procesiona, ilumina, bendice el agua, comparte el pan, se da el abrazo de la paz. Este camino institucional es fuerte, emocionante, significativo y propio de todo creyente.
El segundo camino es el personal y es que se da mediante la oración. Además de toda la práctica cultual y litúrgica, quien pertenece a la Iglesia está llamado a incrementar su oración en estos días. Seguramente la mayoría de personas que pertenecen a la Iglesia tendrá algún tiempo de y lo podría emplear en hacerse más cercana y amiga de Dios por intermedio de la oración. Bogotá, por citar solo una ciudad, es un lugar en el cual hay más de ochocientos templos católicos, entre parroquiales, centros de culto, capillas y oratorios. Hay una larga tradición de oración y recogimiento que conviene prolongar en el ejercicio espiritual de cada bautizado. Cuando se piensa cuál puede ser el fruto de una Semana Santa para los cristianos, este podría ser el del encuentro personal con Cristo a través de la oración. Pero en estos días, un poco más que lo acostumbrado. Quien lo logre, se habrá santificado un poco más y así Dios será todo en todos.
No hay que cazar peleas con el ambiente laxo que suele dominar los llamados días santos. Lo que hay que hacer es santificarlos con las prácticas que la fe y la Iglesia proponen y enseñan. Se puede decir que la Semana Santa lo será si cada creyente hace de ella un encuentro profundo con Dios en la asamblea eclesial y en la oración personal. Y con esto, seguramente se puede llevar la santidad de Dios, la acción de su gracia a personas y ambientes que en apariencia son indiferentes o tibios ante los eventos de la fe. Aunque la fe del pueblo colombiano es grande y se expresa todavía con energía y gozo, poco a poco las circunstancias nos llaman a ser fuego que ilumina en medio del mundo y que, precisamente en estos días santos, puede ser alimentado para que la luz de Cristo resucitado alcance a todos.
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