Revocar el mal espíritu
Bogotá ha avanzado de tal manera que ha atraído, no solo a miles de turistas, sino también a infinidad de gentes de todo el país que han encontrado en ella estudio,…
Como si Bogotá no tuviera inmensos retos por afrontar y problemas por resolver, ahora algunos sectores proponen adelantar un proceso para revocar al actual mandatario de la capital, doctor Enrique Peñalosa Londoño. ¡Oh caos, oh confusión! En Colombia se ha puesto de moda este tipo de acciones que, si bien pocas veces logran su cometido, sí logran distraer la atención de los gobernantes, así como desviar importantes recursos hacia una actividad típicamente política, o quizás politiquera, que bien podrían emplearse en otras necesidades reales de la población. Los entendidos en política opinan que detrás de este propósito revocatorio no hay nada distinto a una revancha de quienes perdieron las últimas elecciones para escoger el burgomaestre distrital. Es difícil creer que en esta acción política se esté pensando sinceramente en una mejor y más efectiva administración de la ciudad, cuando las anteriores fueron tan parcas en frutos y ética pública.
Bogotá es una ciudad compleja, enorme, con muy poco ejercicio de planeación previa y con unas necesidades por resolver que tomarán años y muchos billones de pesos. Pero también es la ciudad que ha logrado prácticamente cubrir a toda la población con servicios públicos, con educación básica y secundaria, con vías pavimentadas en gran parte de su territorio, con servicios de salud que funcionan con regularidad. Es la urbe que tiene una gran vida cultural, deportiva y que mejora poco a poco en el tema ambiental. Bogotá ha avanzado de tal manera que ha atraído, no solo a miles de turistas, sino también a infinidad de gentes de todo el país que han encontrado en ella estudio, trabajo, vivienda, desarrollo personal y familiar. Incluso, en la situación actual de Venezuela, ha sido también escogida por muchos de sus ciudadanos para comenzar una nueva vida. Que hay necesidades y problemas por resolver, ¿qué duda cabe? Pero es necesario que se dé el tiempo para hacerlo y la gerencia para impulsarlo.
Enrique Peñalosa tiene credenciales de sobra para dirigir una ciudad como Bogotá. Así se lo reconocieron miles de ciudadanos al votar por él en las últimas elecciones. Que quizás puede hacer un ejercicio de mejor comunicación, de escuchar más a sus contradictores, que no son enemigos, es perfectamente factible. Pero le cabe la ciudad en la cabeza y lo que prometió en su campaña de elección lo ha ido llevando a cabo y, en la medida en que lo que recibió le permita tener cierta velocidad, seguro que los frutos se irán viendo poco a poco. Pero es importante documentarse a la hora de opinar sobre su gestión pues ya hay frutos en temas de vías, de salud, de educación y en las oficinas de planeación se están gestando cosas muy importantes. Y que puede y debe acelerar sobre todo la solución de la movilidad y del desbordamiento del sistema masivo de transporte, son cosas que ni él mismo discute.
Pero lo de Bogotá no se resuelve con improvisaciones ni con políticos de carrera. Es mejor dejar que el que ha ganado unas elecciones legítimamente, en franca lid democrática, desarrolle sus planes y tareas progresivamente y es lo que está sucediendo. Como también es muy bueno que quienes no están de acuerdo con la marcha de la ciudad hagan propuestas concretas y sensatas que no impliquen para Bogotá las inversiones, las obras en ejecución, una parálisis que no haría sino perjudicar a toda la ciudadanía. Y una parálisis que sería un signo fatal para la democracia colombiana, ya de por sí llena de inseguridades jurídicas. Y vale la pena anotar que tampoco hay a la vista nadie que en forma intempestiva pudiera tomar con propiedad las riendas de la capital colombiana. Más que nada, en la revocatoria pretendida se descubre un mal espíritu y ese sí que vale la pena revocarlo.
Fuente Disminuir
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