Nueva cara en la Conferencia Episcopal

Los obispos colombianos han elegido al arzobispo Óscar Urbina Ortega como presidente de la Conferencia Episcopal, al terminar el periodo del también arzobispo Luis Augusto Castro Quiroga. Corresponde a monseñor Urbina dar inicio a una nueva etapa en la Iglesia que está en Colombia, lógicamente caminando sobre las huellas de lo que han recorrido sus antecesores. Sin embargo, a la Iglesia, como a todas las instituciones colombianas, les corresponde adaptarse a la nueva situación del país, que atraviesa por un momento complejo, pero esperanzador, al haber cesado el accionar del grupo más violento del último siglo, las Farc, generando así muchas expectativas de desarrollo y de progreso para todos. Para la Iglesia, la paz que se comienza a sentir, es también reto y oportunidad.

Pero, es justo, antes de mirar el porvenir, reconocer la labor realizada por monseñor Castro Quiroga, actual pastor de Tunja y como presidente de la Conferencia Episcopal. Ha sido un obispo que conoció en sus propios territorios los horrores de la guerra, la intransigencia de las partes en conflicto y, seguramente, la incomprensión de su espíritu conciliador en una patria apasionada y no siempre razonable en sus posturas. Con toda seguridad, la labor más importante de monseñor Castro al frente del colegio episcopal colombiano, se realizó en forma discreta pero eficiente y solo Dios podrá valorar cuanto realizó por el bien de la Iglesia, de las comunidades y de muchísimas personas a nivel individual que encontraron en él y en sus hermanos obispos personas dispuestas a muchas cosas con tal de que el Evangelio les llegara con claridad, lo mismo que la paz y el reencuentro en estos tiempos difíciles de la guerra. Cabe, pues, hacer clara manifestación de gratitud al saliente Arzobispo y a todos los que secundaron su labor pastoral y en pro de la verdadera paz.

El porvenir para la Iglesia en Colombia dependerá en buena medida de la forma como el nuevo presidente de la Conferencia Episcopal encamine su labor de coordinar a sus hermanos en la labor de pastorear el pueblo de Dios. Monseñor Urbina es un hombre estudioso, actualizado, con una visión antropológica y cultural muy definidas, que le darán muchas luces para invitar a la Iglesia en Colombia a afrontar los retos del nuevo país en forma creativa y proactiva. Actualmente la Iglesia en Colombia se prepara para cambiar en poco tiempo de arzobispos en virtud de que varios de ellos están llegando a la edad de retiro y será importante que, como resulta natural, se comience a sembrar un nuevo discurso acorde, no solo con personas más jóvenes en el episcopado, sino con las realidades nuevas que también experimenta el país. Quizás el gran reto sea el de construir, siempre sobre el Evangelio, una narrativa nueva que logre la reconciliación definitivamente entre los colombianos y, cómo no, también un impulso renovado a la tarea evangelizadora de la Iglesia en todo el territorio colombiano.

Y hay un marco muy preciso para el relevo en la Conferencia Episcopal: la visita del papa Francisco a Colombia. Con toda seguridad, el romano pontífice trazará unas líneas maestras para las siguientes décadas de la Iglesia católica en Colombia. La primera labor que le corresponderá a Monseñor Urbina será la de recoger con toda atención el mensaje del Papa y hacer que todos los católicos en el país se apliquen a asimilarlo, estudiarlo y crear nuevas realidades eclesiales y nacionales a partir de este. Conociendo ya suficientemente al papa Bergoglio, sus palabras tendrán mucho de provocación y de ruptura, lo mismo que de invitación a la acción decidida y llena de unción espiritual. Monseñor Urbina, como buen santandereano y muy acorde con su personalidad, tiene de sobra las cualidades para convertirse en el motor de una Iglesia con mayor vigor y alegría en todo el país.