Las soluciones de verdad
Es mucho más fácil, cómodo y políticamente vendedor pensar de esa manera que meter el dedo y la mano en la llaga de la injusticia social y de la pésima distribución de…
Sugería hace poco una periodista que las mujeres migrantes fueran esterilizadas y de este modo evitar que trajeran hijos al mundo para sufrir. Después adujo que las mujeres educadas tienen menos hijos. Este tipo de argumentos, ya hoy viejos, lo mismo que los que abogan por el aborto o la eutanasia y también los que ven el suicidio como una opción válida, que reposan sobre la convicción de eliminar seres humanos o de impedirles asomarse a la existencia, no tiene porqué ser un problema ético. Se trataría de una cuestión práctica y a la cual hoy en día se le añade el elegante calificativo de humanitaria. Todo lo que evite el sufrimiento, incluyendo todo lo anterior, sería válido, sostienen.
¿Estas son soluciones verdaderas o simplemente son actos desesperados que cobran la vida de los más débiles? Es mucho más fácil, cómodo y políticamente vendedor pensar de esa manera que meter el dedo y la mano en la llaga de la injusticia social y de la pésima distribución de los recursos materiales y humanos que bien alcanzarían para que todos los seres humanos vivieran digna y sosegadamente. Suprimir al ser humano es la tentación y el pecado del sistema de vida actual, de los que se llaman progresistas, de los que estando fuertes no soportan contemplar la otra cara de la condición humana. Esa otra cara tiene que ver con la miseria, la migración, la enfermedad no curable, la pobreza que no cesa. Es el rostro del Cristo de la pasión que, para muchos hijos del bienestar y la vida burguesa, resulta insoportable.
Mucho cuidado hay que tener con estas viejas posturas de aparente buena presentación, pero que esconden en el fondo un espíritu de selección del más fuerte como el único con derecho a la vida. La sociedad contemporánea ha hecho esfuerzos importantes para que también los pobres, los débiles, los migrantes, ocupen un lugar digno en su seno. Y en esto no puede haber cansancio ni desesperación porque, entonces, surgen estas soluciones finales de eliminar del panorama a quienes la vida les ha resultado tremendamente difícil y agobiante. Este puede parecer un argumento llevado al extremo, pero es que allí suelen anidarse las posiciones más inhumanas que se pueda alguien imaginar.
Un recorrido por las fuentes de noticias del quehacer de toda la Iglesia en el mundo nos ayuda a ver la luz en medio de esta forma de pensar tan dura e inhumana. Atención a los migrantes con alimentos, techo, salud, capacitación, oración. Posiciones valientes del Papa y otros obispos ante gobiernos que quieren que la gente naufrague para siempre en el mar. Conferencias episcopales convencidas pidiendo que se vayan los tiranos que hacen morir de hambre a sus propios pueblos. Religiosos y religiosas patrocinando pozos de agua en los desiertos de muchos países para mitigar la sed de los más pobres. Esas son verdaderas soluciones y son por las que hay que luchar y con las cuales hay que atajar los espíritus exterminadores.
Fuente Disminuir
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