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Las necesidades reales de la gente

26 de febrero de 2018

Además de la catequesis, el culto, la caridad, hay innumerable cantidad de aspectos de la vida del ciudadano que quizás en la Iglesia no hemos explorado como lugares…

En algunas ocasiones se escucha decir a los agentes de pastoral que las respuestas a sus convocatorias no tienen mucho eco, es decir, poca gente las atiende. Más aún: suele escucharse afirmar que en ciertas comunidades no hay gente para hacer nada importante. De hecho, el mismo papa Francisco ha hablado en varias ocasiones de las múltiples ideas pastorales que se quedan en el papel para llenar bibliotecas, pero sin siquiera ser leídas. Aunque es cierto que a veces es difícil dar con las personas apropiadas para una iniciativa pastoral, también es cierto que se hace necesario evaluar si la pastoral a veces se “inventa” necesidades que realmente no existen y de ahí la poca acogida de algunas de sus propuestas. Un discurso demasiado negativo a nivel evangelizador es propenso a ver dramas y problemas donde a lo mejor no es así.

¿Cuáles son las necesidades más sentidas de las personas, por ejemplo, en Bogotá? Si se las pudiera identificar claramente, la pastoral y la misma evangelización, tendrían allí un campo de contacto muy directo con las personas. Además de la catequesis, el culto, la caridad, hay innumerable cantidad de aspectos de la vida del ciudadano que quizás en la Iglesia no hemos explorado como lugares pastorales. Se puede pensar en la soledad de muchos en la ciudad, en el desempleo, en la enfermedad, en la migración, en el hospedaje de los estudiantes que llegan a la capital para hacer carreras universitarias, etc. Bien vale la pena hacer el ejercicio de detectar en detalle qué es lo que más necesita nuestra gente para ver de qué manera se puede situar allí también el agente evangelizador.

El papa Francisco dijo en el discurso a la vida consagrada en Medellín, que era importante que quienes han dedicado su vida a Dios, estudien con aplicación y juicio. A veces, en la Iglesia, se camina demasiado a punta de intuiciones y ocurrencias momentáneas. Esos son instrumentos muy precarios para hacer planes en serio. Hoy en día se produce mucho material de estudio para conocer realmente cuáles son las necesidades más importantes de personas y comunidades. Entidades estatales y privadas, universidades, centros de estudio y pensamiento, están dando a la luz pública con frecuencia datos y descripciones, así mismo como posibles soluciones, para aquello que más aqueja la vida de las personas. Bien vale la pena aplicarse a conocer todo esto para que también la Iglesia contribuya eficazmente a que nuestra gente viva mejor, impregnando también lo necesario del espíritu del Evangelio.

Al mismo tiempo que se debe llegar a saber qué necesidades son reales, conviene, dada la misión de la Iglesia, focalizarse en las que en realidad se puedan atender. Las parroquias, por ejemplo, como lugares de encuentro local, pueden seleccionar las que resuenan más en su ámbito particular. No es extraño que en el seno de las comunidades esté la solución de sus propias carencias. Pero también estas entidades eclesiásticas pueden hacer de buen puente para que las soluciones lleguen a sus feligreses. Y el conjunto de instituciones eclesiales también tiene una potencialidad grande para dar respuesta a las personas y quizás todavía no haya sido explorado en toda su extensión. A medida que se vayan identificando las necesidades más sentidas, también se irá haciendo claro cuáles empeños no tienen sentido o asidero en la realidad y, por lo mismo, no conviene desgastarse allí. Parte de la creatividad pastoral a la que se urge hoy consistirá en llevar el Evangelio a las situaciones reales que apremian personas y comunidades y con toda seguridad allí el Reino de Dios se hará sentir con fuerza.

 

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