La pobreza acecha de nuevo
Resulta de vital importancia que el Estado sea capaz de generar muchos estímulos para que toda la actividad económica productiva se lleve a cabo en un ambiente de…
Lo han señalado recientemente los expertos: la pobreza, o mejor, la superación de esta en la población colombiana se ha estancado y en algunos casos ha vuelto a crecer. No hay que bajar la guardia desde ningún punto de vista. Además del número, todavía grande, de nacionales que no tienen sus necesidades básicas satisfechas, a Colombia se le ha añadido la llegada de personas que huyen de su país y la mayoría lo hace casi que en condiciones de indigencia y despojo total. O sea que el problema tiene factores que lo han agrandado, pero que de igual manera se hace necesario enfrentar con sabiduría y prontitud. Y hay que afrontarlo porque cuando la pobreza se extiende en amplias capas de la población genera otros problemas no menores como la violencia, el delito, la desnutrición, la marginación.
Frente a situaciones como la de pobreza, otros expertos también han señalado la necesidad muy urgente de que Colombia sea un país más productivo. Es usual que se hable más de repartir, regalar, subsidiar. Pero la nación está urgida de generar más riqueza para que todo lo anterior sea posible. Pero, sobre todo, para que todas las personas o al menos la inmensa mayoría de ellas, pueda obtener su sustento en trabajos dignos, estables y duraderos. Resulta de vital importancia que el Estado sea capaz de generar muchos estímulos para que toda la actividad económica productiva se lleve a cabo en un ambiente de seguridad jurídica y facilidad para toda iniciativa. Lo mismo que dentro de un marco tributario racional y soportable. Y al sector privado hay que animarlo para que tome más iniciativas que generen riqueza, empleo digno, beneficios sociales. Ambos sectores, el público y el privado, tienen que actuar en perfecta armonía para que el país crezca económicamente y así genere más recursos para todos.
El avance de la pobreza tiene que ser también una ocasión para revisar los programas bandera de lucha contra la pobreza pues podría ser que no estén dando los resultados esperados. O, también, que algunos ya hayan cumplido su misión y ya no reportan beneficios a las personas. El mundo moderno, la sociedad, sufre de unos cambios rápidos y profundos que obligan a que las instituciones estatales y también las privadas revisen continuamente lo que hacen para saber si encajan o no dentro de las necesidades de la población. Esta revisión debe dar luces sobre la destinación de los recursos económicos que, en países como Colombia, no son demasiado abundantes. Y, lógicamente, dentro de este análisis y de acuerdo con las cifras que dan las instituciones públicas de control, será de la mayor relevancia que se vigile más para evitar el despilfarro y sobre todo el robo a través de la corrupción.
Y cuando la pobreza crece, instituciones como la Iglesia, están llamadas a incrementar su accionar a favor de los más necesitados. En este campo la Iglesia en Colombia tiene una vastísima experiencia y debe aprovecharla para servir aún a más personas y a dedicarse con más empeño al servicio de los pobres. La acción de la Iglesia frente a la pobreza abarca las iniciativas para promover el emprendimiento, las acciones en la educación, la presión para que el Estado llegue a los desfavorecidos. Y abarca también la acción a favor de los últimos que siempre requerirán una caridad que provea alimento, techo, vestido. Algunos la llaman asistencialismo, pero en realidad hay personas a las cuales, si no se les dan estos primeros auxilios, pueden morir en su pobreza absoluta. Tomemos nota, pues, de este despertar de nuevo del crecimiento de la pobreza en Colombia y todos los que tengan posibilidad de revertir esta tendencia que lo hagan lo más pronto posible. La pobreza es una situación concreta que afecta a personas concretas y por eso hay que moverse rápidamente para que nadie quede sumida en ella.
Imagen:2634Diario
Fuente Disminuir
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