La paz consiste en la posibilidad de convivir con las diferencias, respetándonos mutuamente
En Colombia y en el mundo siempre hemos hablado de paz. Recientemente salió una información afirmando que solo diez países del planeta viven en paz, a saber: Islandia,…
Hay varias razones para llegar a ese estado hermoso de la paz: una alta educación, índice mínimo de desempleo; como consecuencia de la educación, alta cultura ciudadana. Un factor muy importante, mínima corrupción. Infortunadamente Colombia está entre los países más corruptos del mundo. ¡Qué horror! Afirmo sin vacilación, el mayor enemigo de la paz es la deshonestidad en el manejo de la cosa pública y por qué no decirlo, también en el sector privado.
La paz es un proceso permanente, la paz no viene solo por la firma de un acuerdo; éste paso es importante, pero no es el único. El discurso sobre la paz debe ofrecerse sin violencia, sin descalificar a nadie; la agresividad es contraria a la paz. La paz implica aceptar el disenso, obviamente un disenso respetuoso.
Una democracia madura es la que sabe aceptar los resultados. Los ciudadanos deben ser críticos en la toma de opciones y por ende, deben buscar siempre el bien común.
Por favor, dejemos de estigmatizar con calificativos grotescos las opiniones contrarias; ese no es el camino expedito para la paz. El libro santo nos habla con frecuencia de la paz. La paz ha sido un anhelo constante de la humanidad y a ello no está ajeno el autor sagrado. El hombre es un ser paradoxal, quiere la paz y a la par hace la guerra.
Israel y Palestina llevan centurias hablando de paz y la paz sigue siendo muy esquiva. Mientras no desarmemos los corazones, no habrá paz. La paz consiste en la capacidad de aceptar un sano pluralismo en la sociedad en que vivimos. La paz consiste en la posibilidad de convivir con las diferencias, respetándonos mutuamente. Es más, las diferencias enriquecen. Unos mínimos valores universales nos permitirán no devorarnos mutuamente. En la guerra, todos perdemos.
Queremos una paz en la que no haya vencedores ni vencidos. Una paz triunfalista no es el verdadero sendero de la paz. Lo que se celebra con arrogancia se pagará con vergüenza. Partamos de un hecho: todos los colombianos queremos la paz, pueda que las lecturas de los hechos sean distintas; pero en lo que todos debemos estar comprometidos es en ser constructores de paz.
Sigamos el discurso bíblico. La paz que añora el Israel de los profetas, es la paz que está precedida de la justicia. Por ello, la justicia y la paz se besan; más aún, si quieres la paz, trabaja por la justicia. Mientras haya hambre en el país, no habrá paz; mientras no se manejen con honestidad los bienes del Estado, no habrá paz. Un Estado es terrorista cuando sus funcionarios no atienden y no responden con eficacia la demanda de los ciudadanos. Unas obras inconclusas e improvisadas son generadoras de violencia; el despilfarro con los bienes públicos es fuente de violencia. Políticas sociales de mero asistencialismo no desarrolla los pueblos.
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