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La nueva misión del padre De Roux

14 de noviembre de 2017

Podría decirse que la búsqueda de la verdad que ahora emprenderá el padre De Roux y su equipo es la misión más noble que alguien haya recibido en Colombia en los últimos…

El sacerdote de la Compañía de Jesús, Francisco de Roux, ha recibido la delicadísima misión de encabezar la comisión que debe buscar la verdad de los sucesos de nuestra larga y dolorosa guerra. Realmente estos campos no son nuevos para este hombre que en verdad le ha trabajado al tema de la paz no tanto en el escritorio como en el territorio. Es conocido por las partes en contienda, goza de respeto y credibilidad y también es conocido en el alto gobierno. Como todos los que han querido parar la guerra, también tiene personas e instituciones que no lo quieren y que lo controvierten, y eso es apenas natural, en un campo tan delicado. Como quiera que sea, el padre De Roux ha recibido una misión muy compleja, pero en perfecta coherencia con el Evangelio de Jesucristo, que llama bienaventurados a quienes luchan por la paz y además buscan la verdad.

Desde la Iglesia, la misión del padre De Roux debe contar con todo el apoyo posible. Pocas instituciones conocen de verdad lo que ha pasado en cada rincón de la guerra en Colombia, como la Iglesia católica. Nunca ha sido espectadora lejana, sino que ha estado en todo el territorio nacional, tratando de tender puentes, invitando al diálogo, intermediando para liberar secuestrados, llevando mensajes, etc. Y este caminar, al pie de la población abatida por la guerra, ha llevado a que la Iglesia comprenda perfectamente que el tema de la verdad es aún toda una tarea por hacer. La mentira es un arma muy utilizada en todo conflicto y por desgracia ha infiltrado también la lectura de nuestra guerra, las posiciones políticas, los discursos públicos, pronunciados ora desde el Estado, ora desde los que lo combaten. La verdad yace todavía sepultada en muchos campos de la nación.

Pero, a la vez que se trata de una misión muy delicada, es también una labor fascinante. Nada debería entusiasmar más a una sociedad y a las personas en concreto que el verse empeñadas en la búsqueda de la verdad. Y no hay otra forma de crear el ambiente más propicio para que pueda plantearse de verdad el tema del perdón. Sería imperdonable que todo se limitara al silencio de las armas, sin dar más explicaciones, sin encontrar los muertos, sin saber quién aplastó la condición humana de sus semejantes. Y aunque la verdad que se encuentre no tendrá efectos jurídicos, sí servirá para que la nación entera vea con nitidez lo absurdo de toda guerra, los riesgos de tener ejércitos sin control, lo insensato que es depositar en ideologías o personas enceguecidas la suerte de hombres y mujeres y hasta los de la misma sociedad. Podría decirse que la búsqueda de la verdad que ahora emprenderá el padre De Roux y su equipo es la misión más noble que alguien haya recibido en Colombia en los últimos años.

No obstante lo anterior, el padre jesuita y sus colaboradores deberán estar preparados para la mirada siempre apasionada y muchas veces injusta de sectores determinados de la nación colombiana. Es claro que, a muchos actores del conflicto, lo último que les interesa es la verdad de sus actuaciones. Pero es ineludible buscar esa verdad pues hay todavía mucho sufrimiento y zozobra en miles de ciudadanos. Quiera Dios que el padre De Roux pueda realizar su labor en medio de un ambiente de respeto y aprecio por el propósito de lo que se busca. No hay por qué esperar nada diferente a la realidad de los hechos hasta donde pueda ser reconstruida y analizada con serenidad. Si todo se hace bien, es decir, si lo que se desea es encontrar la verdad y se llega a ella, a la sociedad colombiana no le vendrán sino bienes y razones para una verdadera reconciliación. Oramos para que así sea.

 

Imagen: U.Javeriana

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