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La Iglesia y el plebiscito

14 de octubre de 2016

La postura de la Iglesia católica fue expresión de su compromiso con la construcción de una paz que involucre a todos los colombianos

Los medios de comunicación han analizado ampliamente los resultados del plebiscito del pasado 2 de octubre, que, contra todo pronóstico, rechazó los términos del acuerdo firmado entre el Gobierno Nacional y las Farc.

Muchos factores, sin duda, coadyuvaron al inesperado resultado. Pero uno en particular ha acaparado la atención de la opinión pública: el papel del sector religioso, específicamente de algunas iglesias cristianas, cuyo rol ha sido considerado “determinante” en la victoria final del ‘No’.

No han faltado, en el contexto de polarización que vive nuestro país, durísimas críticas a los pastores que entraron en el campo político apoyando el ‘Sí’ o el ‘No’. Y se han multiplicado los cuestionamientos a la Iglesia católica por haberse limitado a recomendar una participación activa de sus fieles en la consulta a través de un voto libre, informado y consciente.

Paradójicamente, los mismos que hoy critican la opción política asumida por algunos pastores consideran “inaceptable” la postura de la Jerarquía Católica, juzgándola “cómoda, apática y cobarde”.

En realidad, la posición asumida por la Iglesia no fue fruto de comodidad, apatía o tibieza o cobardía. Ninguna opción era, a corto plazo, más sacrificada y arriesgada. Pero ninguna otra postura era posible, ni eficaz, ni conveniente ni evangélica ante el deseo del Episcopado de ser constructor de reconciliación y unidad en una patria dividida por las pasiones políticas.

La postura de la Iglesia católica fue expresión de su compromiso con la construcción de una paz que involucre a todos los colombianos. La Iglesia católica quiso, desde el primer momento, superar los límites impuestos por un debate político virulento y por una agenda mediática que apostaba por la división, para privilegiar la construcción de una paz integral, participativa e integradora de la ciudadanía. La paz auténtica y justa, que el pueblo clama hoy a gritos desde las plazas. ¡Nunca hemos sido ni seremos apáticos o neutrales frente a este anhelo común de los colombianos!

Pero existe, además del ya señalado, otro elemento que explica la postura de la Iglesia frente al plebiscito. Nuestras relaciones con el ámbito político deben estar caracterizadas por un absoluto respeto de la libertad de nuestros fieles, verdaderos protagonistas de la evangelización de lo público, misión para la cual gozan de amplia libertad, capacidad de iniciativa y autonomía.

Si hemos de aportar a la construcción de la paz, la Jerarquía Católica ha de hacerlo con valentía y coherencia, pero siempre en el respeto de la legítima diversidad de opiniones e identidades políticas. Nuestra misión, como pastores, es iluminar las consciencias, acompañar, animar, nunca imponer.

La Iglesia católica conoce bien los resultados nefastos del matrimonio entre el trono y el altar. Los pastores cristianos están llamados a reflexionar sobre esta realidad. Hemos de dar a Dios lo que es de Dios y a César lo que es de César. El respeto de la libertad de nuestros fieles en el campo político es la única garantía de que no sucumbiremos ante la tentación del autoritarismo moral o del partidismo sectario, pudiendo así desarrollar nuestra misión espiritual sin compromisos o condicionamientos mundanos.

En este campo, nos jugamos la autenticidad profética de nuestra misión común: la predicación del Evangelio. ¡Cristo es nuestra paz!

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