Iglesia en Colombia y la política colombiana
Quedando claro que no corresponde a la jerarquía eclesiástica inmiscuirse en la política que hacen los partidos, se hace necesario afirmar que sí le corresponde iluminar…
¿La Iglesia debe hacer política? Política partidista, de ninguna manera. ¿Debe tratar de influir en la actividad política? Sí, debe hacer presencia desde su cuerpo de pensamiento de doctrina social. Es decir, la Iglesia tiene mucho que decir sobre los temas que atañen al bien común: justicia social, desarrollo, solidaridad. Corresponde a los laicos con identidad cristiana el llevar estos postulados a la arena política de manera que sean un aporte concreto desde la fe para ayudar en la construcción de una nación mejor en todo sentido. Y es un pensamiento en el cual el eje es la persona en todas sus dimensiones, en su dignidad, en sus legítimas aspiraciones, en las necesidades que la apremian. Pero también un pensamiento que trate de hacer viable la construcción de una persona y una sociedad en armonía con la voluntad de Dios.
Hay voces que en la actualidad están requiriendo de la Iglesia católica, que está en Colombia, una voz más fuerte y quizás una acción más comprometida con las diversas realidades del país. El mismo arzobispo de Bogotá, cardenal Salazar Gómez, decía en reciente entrevista al Noticiero Nuevo Rumbo de la arquidiócesis de Bogotá, que está haciendo falta que la Iglesia en Colombia actúe con mayor libertad, con una voz más profética, que pierda el miedo a apartarse un poco de esa como sombra protectora que le produce el gran aparato estatal y que a veces la ha asimilado dentro de sus estructuras. Aunque la Iglesia se mueve ampliamente en todo el territorio nacional en muy diversos frentes, puede estar faltando que se haga sentir con más fuerza en los grandes temas nacionales, pues en este campo se ha perdido un poco su voz, quizás por el ambiente altisonante y polarizado que se ha tomado la escena política. Sin embargo, esto no la exime de alzar su voz en medio de tantas situaciones por resolver.
Quedando claro que no corresponde a la jerarquía eclesiástica inmiscuirse en la política que hacen los partidos, se hace necesario afirmar que sí le corresponde iluminar con sus enseñanzas los campos que tienen que ver con el bien común de los colombianos. Y le corresponde al laicado de la Iglesia ver la manera de hacerse presente dentro de la política concreta de partidos, instituciones, legislaciones, etc., para llevar la riqueza que hay en el pensamiento y doctrinas eclesiales. Está claro que es insuficiente limitarse a criticar, lo mismo que no es aceptable un silencio que elude todo compromiso político. La política siempre estará presente en las sociedades humanas y precisamente en esas comunidades es que debe inculturar el Evangelio y es el lugar concreto en que se sitúan las comunidades cristianas. Por lo demás, la comunidad política colombiana denota hoy unos signos de cansancio y de ausencia de grandes líneas de pensamiento, que el campo de acción parece estar a la espera de voces frescas, profundas y de hondo carácter social.
Por experiencias de décadas anteriores, en las cuales sobre todo algunos miembros del clero se unieron a las luchas partidistas, en la Iglesia quedó una especie de desconfianza sobre este terreno. Pero, aprendiendo de estas situaciones, se hace necesario darle un nuevo aire a la acción política del laicado católico en el ámbito del gobierno de la ciudadanía, de la lucha por los verdaderos intereses del bien común, por la protección de la vida y dignidad de las personas. A primera vista aparece la necesidad de una actuación integral desde la Iglesia para que su doctrina social pueda ser fuente de inspiración en los grandes proyectos de nación y de inspiración de viejos y nuevos políticos que en verdad amen a su país y lo quieran situar en mejores condiciones para todos. Conviene que en la Iglesia se reconozca con humildad que aún se conserva una gran capacidad de convocación y que vale la pena aprovecharla para aportar un rayo de luz potente a un país como Colombia que, por momentos, parece no tener un rumbo claro ni tampoco unas ideas directrices claras.
Imagen: RCN radio
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