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Francisco, un hombre valiente

22 de abril de 2025
Imagen:
ElpapaCol - CEC (JG José Miguel Gómez)

Cuando Jorge Mario Bergoglio fue elegido por los cardenales de la Iglesia para ser obispo de Roma y, por tanto, Sumo Pontífice, afirmó que lo habían llevado desde el fin del mundo. Y por la forma y el contenido de su papado, quedó a la vista que también desde aquella lejanía geográfica, con respecto a los grandes centros de poder del mundo, podían surgir noticias muy buenas. 

Francisco fue una buena noticia para la Iglesia universal, para el mundo entero y, en especial, muy buena noticia para los pobres, que encontraron en él un vocero incansable y una voz profética constante contra las injusticias del mundo. 

Y, aunque es difícil, por no decir imposible, tratar de sintetizar en una palabra o en una frase, la obra de un hombre y pastor tan notable, desde estas líneas editoriales de El Catolicismo nos atrevemos a calificar su obra pastoral como la de un hombre de Dios, que actuó con valentía en su servicio a la Iglesia y a la humanidad. Requirió de esa valentía para levantar su voz fuerte y convencida, siempre inspirada en el Evangelio, para defender a los pobres del mundo, a los migrantes, a los marginados por cualquier razón. Requirió valentía para sacudir a su propia Iglesia e invitarla a tener un mayor carácter misionero y de servicio a los más necesitados. 

Fue valiente al ponerse claramente de parte de la creación, de la naturaleza y llamar al planeta tierra “la casa común”, cuando tantos no piensan sino en explotarla y lucrarse ilimitadamente de la misma. Muy valiente fue su llamado de atención constante al clero para que siempre estuviera a la altura apostólica y moral de la vocación recibida. En fin, este hombre que, como Jesús de Nazaret, a quien pocos le creían al principio por venir de lugar humilde, se hizo en verdad un pastor universal; y con un modo sencillo, pero firme y constante, fue ganando corazones para el Reino de Dios.

¿Controvertido? Muchísimo y lo seguirá siendo. Es que así es la vida de los verdaderos profetas. Más aún, la de los profetas que siguen a Jesucristo en fidelidad y entrega. ¿Puede un profeta dedicarse a endulzar oídos? Ese no es el verdadero profeta. Este es el que anuncia la Palabra de Dios, la vive, da testimonio con sus obras. Es el que sabe enfrentar a los poderosos de este mundo para que practiquen la justicia y se acuerden de los pobres y los más necesitados. Es el que vive atento para que nunca la religión o una falsa interpretación de la Palabra de Dios llegue a aplastar al hombre y no a ser su medio de liberación y salvación. Es el verdadero profeta el que tiene su mirada puesta en la meta, que es el Reino de Dios, y se niega a vivir de nostalgias y de tiempos ya idos. En fin, Francisco se empeñó hasta el último momento de su vida por ser un hombre de Dios sirviendo con ahínco a toda la humanidad.

La Iglesia es una comunidad siempre agradecida con Dios. Él sabe darle en cada momento de su historia las personas y dones del Espíritu Santo que se requieren en el preciso momento. 

El buen Dios bendijo a la Iglesia y a la humanidad en los últimos 12 años con el pastoreo del papa Francisco y, como siempre sucede, resultó ser el hombre idóneo y necesario en este tiempo. Como Jesucristo, según el evangelio de Juan, Francisco sirvió hasta el final, incluso cuando las fuerzas y la salud se escapaban rápidamente. 

La Iglesia agradece a Dios por este Romano Pontífice que ya descansa en paz, y que partió dejando al pueblo santo de Dios y a la humanidad entera con signos claros del camino que sí conduce al Padre, y que no es otro que el de la misericordia y la esperanza.

 

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Foto: ElpapaCol - CEC (JG José Miguel Gómez).

 

Fuente:
Dirección El Catolicismo
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