Existen causas del descontento
Queda claro que los ciudadanos tienen múltiples quejas sobre la forma como se vive en el país, como se gobierna, como se comportan las élites. Seguir negando esto o…
Sería un gravísimo error considerar que el único problema del paro que se desarrolla en buena parte del país es la violencia. Esta es una consecuencia y claro que debe ser condenada y rechazada desde todo punto de vista. Pero los temas de fondo son otros muy distintos y tienen que ver con situaciones nunca resueltas y que agobian cada vez a más colombianos. No es sino leer las pancartas que aparecen en las protestas y queda claro que los ciudadanos tienen múltiples quejas sobre la forma como se vive en el país, como se gobierna, como se comportan las élites. Seguir negando esto o apostando a soluciones a medias no es sino aplazar una vez más un estallido social que quizás nunca hemos tenido, pero que si se concreta podría ser de dimensiones desconocidas para todos.
Hace bien el presidente Iván Duque en convocar a una conversación nacional. Pero debe ser un acto inteligente y directo. Es el común de la gente la que está desesperada y la que no se siente representada por el Congreso (¿dónde están los congresistas en esta hora difícil del país?) ni por ningún cuerpo político. Entonces el primer mandatario debe buscar la manera de sentarse cara a cara con estudiantes, trabajadores, deudores, campesinos, minorías, padres de familia, educadores, camioneros, taxistas y otros más para escuchar abiertamente sus grandes inquietudes. Si, por el contrario, el Presidente vuelve y se sienta con los de siempre, a saber, políticos, congresistas, gremios, pues una vez más quedará amarrado y como un simple títere de grandes intereses particulares que no lo dejan actuar en favor de las mayorías. No debe olvidar Iván Duque que es el Presidente de todos los colombianos, no de unos pocos.
Existe el peligro de que un mal manejo de la muy delicada situación actual derive en anarquía y después en un modelo político que conculque libertades y bienes. En medio de la turbulencia social y política, la ciudadanía y sus autoridades, no deben perder de vista los valores que ya tenemos y que son la vida democrática, la libertad, el derecho a la vida y a la propiedad. Tenemos un Estado con sus tres áreas de poder relativamente independientes –ejecutivo, legislativo y judicial- y mal que bien han organizado la vida de la nación. Esto hay que defenderlo para no caer en caudillismos o dictaduras que se hacen a las tres ramas del poder y aplastan a los ciudadanos. Colombia es una nación que, no obstante guerras, pobrezas, inclemencias de la naturaleza, ha venido avanzando poco a poco. Lo ya construido no debe ser destruido ni descuidado pues sería dar pasos hacia atrás, que costaría muchos años volver a andar.
Pero es urgente responderle a la ciudadanía con acciones concretas que mejoren sus condiciones de vida. A muchísimas personas el dinero no les alcanza para vivir. Miles de jóvenes reciben una educación de muy baja calidad. Otros no tienen acceso a la educación superior y después no hay empleos disponibles. Los campesinos en muchos lugares de Colombia viven todavía en la pobreza más desoladora. Son demasiadas las personas que están llegando a la vejez sin pensión ni protección. Por miles se cuentan las quejas en los servicios de salud. El cinismo de los políticos que se roban la plata ya no es indiferente para los ciudadanos. En suma, hay muchísimas causas del descontento actual y negarlo sería obstinación. En un acto de sensatez política, el presidente Iván Duque debería aprovechar el descontento popular, aliarse con la población y obligar al Congreso y todos los que tienen poder de decisión, a tomar acciones definitivas para que Colombia sea muy distinta, es decir, justa y equitativa, en el marco de la libertad y el imperio de la ley.
Onu / RCN
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