El nuevo lenguaje en la arquidiócesis de Bogotá
Quien asista hoy en día a cualquiera de las múltiples reuniones pastorales que se dan en esta comunidad de fe, se encontrará con nuevas formas de interacción entre sus…
Poco a poco la arquidiócesis de Bogotá ha ido migrando a un nuevo modo de comunicación interna y externa. Quien asista hoy en día a cualquiera de las múltiples reuniones pastorales que se dan en esta comunidad de fe, se encontrará con nuevas formas de interacción entre sus miembros, con recursos audiovisuales por todas partes, con puestas en escena que reflejan de un modo distinto y nuevo la misión de la Iglesia, con grupos de canto llenos de vida y muy actuales en cuanto a estilos y contenido. Es bueno y justo constatar este paso que se está dando para que en la Arquidiócesis la comunicación sea cada vez más atractiva, actual y, sobre todo, eficiente. Si alguna vez se escribían extensas cartas pastorales, hoy los tiempos sugieren otros modos de expresión que también pueden tocar el alma de los hijos de Dios.
El siglo XXI ha sido definido por algunos como el de las comunicaciones y es innecesario demostrar la afirmación. El mundo actual navega encima de toda clase de redes comunicativas y estar en ellas es sinónimo de existir, y no estarlo, de haber muerto. Desde el mismo Vaticano hay un esfuerzo enorme por poner la palabra evangelizadora en esas redes, en una forma inteligente, persuasiva y oportuna. Y es lo que se está tratando de hacer en la arquidiócesis de Bogotá. En buena medida esta evolución se debe a la cada vez más fuerte presencia de los laicos en las instancias directivas de la Arquidiócesis. Sus saberes han sido fundamentales para que el clero, obispos, sacerdotes y diáconos, entren de lleno a las nuevas formas comunicativas de la sociedad contemporánea.
Este nuevo lenguaje, que ya toca a casi toda la iglesia particular de Bogotá, ha empezado a surtir positivos efectos. Por ejemplo, en casi todos los eventos eclesiales es notable la creciente presencia de los jóvenes. Quiere esto decir que les está llegando la voz de la Iglesia en unos códigos que son los mismos de ellos y por tanto hay identificación con su comunidad de fe. Pero, de la misma manera, desde la arquidiócesis de Bogotá, se ha logrado incrementar el contacto con los grandes medios de comunicación para dar a conocer la tarea evangelizadora y solidaria que realiza la Iglesia en Bogotá. Todo esto también es fruto de permitir que las personas que dominan las ciencias de la comunicación hagan indicaciones pertinentes que poco a poco son escuchadas con más atención por los mismos evangelizadores, tanto del clero como de los laicos.
Este espíritu renovador debe continuar, con seriedad, preparación y confianza. Alguna vez se pensaba que la comunicación moderna era un poco superficial. Todo depende de la forma como se le utilice. La Iglesia en Bogotá tiene muchos mensajes para transmitir, muchas obras para mostrar, muchos proyectos para exponer. Si lo realiza en la forma adecuada no hay duda de que la comunidad católica bogotana irá creciendo en su entusiasmo misionero y con toda seguridad cada vez se irán sumando más obreros a la tarea por hacer. La comunicación, la buena comunicación es el alma de toda la vida y de la relación de esta con Dios y con los demás. Nos alegramos al descubrir que la arquidiócesis de Bogotá está recorriendo el nuevo camino de modo decidido y confiado.
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