El medio ambiente en estado grave
La sociedad colombiana se ha convertido en una gran enemiga del medio ambiente: del aire, de los bosques, de la fauna, de los ríos, de los mares, de los nevados, del…
Como sucede tantas veces en Colombia, los problemas nos sorprenden pues creíamos que se presentaban solo en otras latitudes. En las recientes semanas Bogotá ha debido tomar medidas para proteger a los ciudadanos de la mala calidad de su aire por la imparable contaminación. Esta historia la vive Medellín también desde hace ya un largo tiempo. Y de seguir las cosas como van, paulatinamente otras ciudades del país irán entrando en la misma situación. La sociedad colombiana se ha convertido en una gran enemiga del medio ambiente: del aire, de los bosques, de la fauna, de los ríos, de los mares, de los nevados, del agua. ¿Faltará algún área de la naturaleza por ser agredida por nuestra devastadora cultura del aprovechamiento irracional de los recursos de nuestro territorio, de nuestros mares, de nuestra atmósfera?
El medio ambiente debe ser protegido desde dos ángulos complementarios. El primero atañe a la acción de las autoridades. Tanto el gobierno nacional como los gobiernos locales deben ser absolutamente activos y directivos para que la ciudadanía cuide, respete y proteja todo el medio ambiente. Como el tema no da muchos votos a los políticos, estos suelen ser muy irresponsables en sus tareas para tutelar el medio ambiente. Y las consecuencias están a la vista. La alcaldía de Bogotá opta por castigar, cada vez más, a los usuarios de vehículos particulares restringiendo su movilidad, siendo estos los que menos contaminan. Y no actúa contra el parque automotor obsoleto que causa la gran contaminación, lo mismo que contra industrias que todavía tienen sistemas contaminantes sin control alguno. La alcaldía de Bogotá ha hecho del automóvil particular el chivo expiatorio para su ineptitud en problemas como el del medio ambiente. Seguramente el alcalde teme a transportadores y viejas industrias, mientras castiga a los dueños de carros particulares, de los cuales solo recibe más y más impuestos y respeto a las leyes. En temas de cuidado ambiental la alcaldía de Bogotá es, sobre todo, pura carreta.
El segundo ángulo del cuidado ambiental es el que toca a la cultura ciudadana. El medio ambiente, el planeta tierra, es la casa común y no hay otra, ha afirmado el papa Francisco. Aunque en alguna medida ha crecido esta cultura, es mucho lo que falta por hacer. Y debe tocar todos los aspectos de la vida cotidiana. El reciclaje, el consumo responsable, el cuidado del agua, el uso racional de los medios de transporte, el manejo de residuos y basuras, la reutilización del plástico o la abolición de su uso como en el caso de las bolsas, etc. realmente cada ciudadano tiene muchas posibilidades -y obligaciones- en cuanto a mejorar la calidad del medio ambiente en que transcurre su vida y la de las demás personas. Para que esta cultura arraigue mucho más, se requiere que medios de comunicación, instituciones educativas, familias, conjuntos habitacionales, alcaldía, empresas y todo el que tenga alguna posibilidad e influencia real sobre las personas, se preocupen por fomentar la cultura del buen trato al medio ambiente. Nadie puede sentirse eximido de promover y practicar el buen cuidado del planeta tierra.
El papa Francisco le ha dado un lugar muy especial al tema ambiental en la vida de la Iglesia, especialmente desde que publicó la encíclica Laudato si’. En la provincia eclesiástica de Bogotá ya hay toda una reflexión y acción en torno al agua. Es el camino correcto. De igual manera, las parroquias pueden contribuir mucho en el cambio de mentalidad de sus comunidades respecto a la forma de situarse en el mundo, para que se genere la cultura del cuidado y respeto, así como del aprovechamiento racional de los recursos naturales. Si no se crece en esta relación constructiva con el medio ambiente, todo se seguirá deteriorando, pero especialmente se afectará aún más la salud humana en las ciudades, se incrementará el gasto en temas de salud, se alterará notablemente la economía al no poder transcurrir sin sobresaltos debido a la parálisis improvisada por los gobiernos locales. En una ciudad como Bogotá, lanzar hoy a la calle a multitud de ciclistas o deportistas es poco menos que una irresponsabilidad mientras el aire sea tan sucio y contaminado. Es hora de tomar este tema con seriedad y esto toca tanto a la alcaldía como a la ciudadanía.
Imagen: Diario de la Salud
Fuente Disminuir
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