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El bien común, criterio para elegir

21 de octubre de 2019

La democracia exige que constantemente se esté vigilando lo que en nombre de ella se hace para que no se convierta, por ejemplo, en una dictadura de corruptos y de…

El próximo domingo 27 de octubre de 2019 los colombianos están convocados para elegir sus gobernantes locales. Desde la Constitución de 1991 las regiones, y cada municipio en particular, recibieron la potestad de elegir a quienes rigen sus destinos y sin duda esto dinamizó en muchos aspectos la vida local, pues son los mismos lugareños quienes mejor conocen su propia cultura, sus necesidades y sus anhelos. No obstante, este esquema de funcionamiento político dio cabida a que la corrupción ingresara en una forma casi que institucional en todos los lugares de Colombia.

La democracia exige que constantemente se esté vigilando lo que en nombre de ella se hace para que no se convierta, por ejemplo, en una dictadura de corruptos y de mafias. Por eso la participación de los ciudadanos es tan importante para que en realidad los puestos de mando queden en las mejores manos posibles.

Los obispos colombianos han emitido un comunicado con ocasión de la próxima jornada electoral y en él afirman que “el criterio fundamental que nos debe guiar a la hora de votar es el de procurar el bien de todos. Así, el voto representa el aporte y el compromiso de cada uno con los demás y es un ejercicio de la conciencia y libertad propias. A la hora de decidir el voto, pensemos honestamente en lo que conviene a las comunidades”. Aunque parece que es difícil escoger entre tantos candidatos que se postulan para los cargos locales, la Iglesia orienta a sus fieles indicando que un criterio importante para escoger es el de la preocupación por el bien común que tengan los aspirantes a los cargos de elección popular. El bien común que debe primar siempre sobre intereses particulares que, aunque siempre estarán presentes, deben estar sujetos al interés de toda la comunidad.

Es importante destacar de esta comunicación la afirmación de que el voto “es un ejercicio de la conciencia y libertad propios”. Infortunadamente en Colombia se escuchan demasiadas historias de cómo el voto se negocia, se compra, se cambia por mercados, se motiva con puestos, etc. Por eso mismo, cabe insistir por todos los medios posibles en que los ciudadanos ejerzan este derecho de forma autónoma, libre, honrada. Si existen tantas quejas por el funcionamiento de la política colombiana, uno de sus correctivos debe nacer en el seno de la misma comunidad y consiste en hacer del voto una auténtica expresión de libertad, conciencia, buen juicio, amor de patria. Pero quienes se prestan a ser fichas en manos de los corruptos no pueden exigir después que la vida política colombiana sea justa y transparente. El ciudadano en particular y la ciudadanía en conjunto, si quieren, constituyen una fuerza muy importante para que la política y la democracia en Colombia funcionen de otra manera. La pasividad en estos campos es abrir las puertas para todo tipo de corrupciones y malos manejos de la cosa pública.

Finalmente, no está de más insistir en la necesidad de que en la democracia Colombia se profundicen ciertos valores por su gran importancia. En primer lugar, la democracia misma y el estado de derecho, que amparen al ciudadano en forma serena y firme. En segundo lugar, la libertad para que personas y comunidades sean gestoras de su propio destino y que se aleje de la nación colombiana cualquier asomo de caudillismos o autócratas que siempre oprimen a las personas. En tercer lugar, el reconocimiento de la variada identidad de la población colombiana y también de su unidad lograda en doscientos años de vida republicana. En cuarto lugar, y esto hay que acentuarlo hoy especialmente, el reconocimiento de la identidad cristiana del pueblo colombiano, para que se gobierne en armonía con esta visión de la vida y de la persona y se respeten y protejan sus costumbres y prácticas ya cinco veces centenarias. Pese a todas las limitaciones, la democracia en Colombia es un bien que se ha sostenido a lo largo de décadas. Cada voto que se deposita en las urnas reafirma que esa es la vocación de los colombianos.

 

 Imagen: Canal1

 

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