El Arzobispo de Bogotá
Con una gran alegría y en una manifestación llena de fraternidad, el clero y los fieles de esta Arquidiócesis lo acompañaron el pasado sábado 25 de marzo, en la Catedral…
¿Por dónde comenzar la larga lista de ilustres prelados que han sido los pastores de la arquidiócesis de Bogotá? Solo en los dos últimos siglos, es decir, desde la independencia de Colombia, sus nombres constituyen una verdadera pléyade de varones entregados de lleno a Dios y a su Iglesia. Rubiano Sáenz, Revollo Bravo, Muñoz Duque, Concha Córdoba, Luque Sánchez, Perdomo Borrero, Herrera Restrepo, Paul, Velazco, Arbeláez Gómez, Herrán, Mosquera, son apenas algunos de los nombres de quienes han sido pastores de esta ilustre iglesia de Bogotá. Y de no menor carácter sacerdotal y pastoral es el actual arzobispo de Bogotá, cardenal Rubén Salazar Gómez.
Con una gran alegría y en una manifestación llena de fraternidad, el clero y los fieles de esta Arquidiócesis lo acompañaron el pasado sábado 25 de marzo, en la Catedral Primada, por lo demás primorosamente mantenida y arreglada para la ocasión, en la celebración de sus 25 años de vida episcopal y también de sus 50 años de vida sacerdotal. Estuvo también engalanada la celebración eucarística con el órgano tubular de la basílica que, después de cuidadosos trabajos de mantenimiento, está sonando como los propios ángeles. La ocasión ameritaba dar muestras de cariño y aprecio hacia el cardenal Salazar por su constante entrega a toda la Iglesia y en los últimos siete años a la que peregrina en Bogotá. Las palabras dirigidas por el Nuncio Apostólico de Su Santidad, Ettore Balestrero y por el obispo auxiliar de Bogotá, Pedro Salamanca, recogieron en forma certera el sentir de la comunidad católica en Bogotá, agradecida y feliz de tener a este buen hombre como pastor supremo en esta Arquidiócesis, más de cuatro veces centenaria.
Por esas misteriosas cosas de la vida, o quizás de los planes de Dios, el Arzobispo de Bogotá tiene su sede, la Catedral, y su casa, en la Plaza de Bolívar, el corazón de nuestra República. En esta pétrea ágora también se encuentran los legisladores en el Congreso, los magistrados en el Palacio de Justicia, el Alcalde la Capital en el palacio Liévano y a no más de cien metros el Presidente de la República. Este dato geográfico habla por sí solo: el Arzobispo de Bogotá es un hombre que lleva sobre sus hombros una gran responsabilidad que se equipara en gran medida a la que tienen sus vecinos de plaza. Por ello también es el Primado de la Iglesia en Colombia. Y ello da cuenta de la razón por la cual Dios le ha regalado a la Arquidiócesis hombres de gran talla humana, espiritual y también a unos grandes ciudadanos, para ser los guías y pastores del pueblo santo en la ciudad capital.
Nada más lejos del arzobispo Salazar Gómez que cualquier exaltación de sí mismo o de sus obras. Pero en la Arquidiócesis sí se manifestó, y de ello damos testimonio, un sincero reconocimiento de los méritos amplios de su vida y sus realizaciones. De esta manera se cumple con un acto de cariñosa justicia con quien ha entregado su vida de lleno a servir a Dios y a los hermanos, y no solo en Bogotá, sino en Ibagué, Cúcuta, Barranquilla y muchos otros puntos de la geografía nacional. Pero, además, presta ya desde hace varios años sus servicios al Santo Padre a través de varias congregaciones y consejos de la Santa Sede y el Vaticano. A través de esta vida guiada por el Evangelio de Jesucristo, el Arzobispo de Bogotá, Rubén Salazar, ha contribuido enormemente, como siervo fiel, a que la Iglesia crezca en fe y caridad, a que muchísimas personas se encuentren con Dios y a que la paz se esté consolidando en Colombia. La Arquidiócesis de Bogotá se precia de su pastor y siente que siendo él fiel seguidor de Jesucristo, nada le falta.
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