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Con los pies en el barro

27 de febrero de 2017

El arzobispo de Bogotá, Cardenal Salazar Gómez, presentó la semana pasada a un buen grupo de medios de comunicación, su proyecto de una mayor presencia de la Iglesia en…

El prelado anunció que se han creado catorce nuevas parroquias en este lugar y con ellas se quiere generar toda una acción evangelizadora y también de presencia solidaria entre los más necesitados. Ya están dispuestos los sacerdotes y medios necesarios para que comiencen a darles vida a estas nuevas comunidades cristianas.  Con esta nueva decisión-acción, la Arquidiócesis de Bogotá prolonga una tarea que ha realizado desde su misma fundación y que consiste en estar en medio de los más necesitados cumpliendo su misión.

La creación de parroquias en los barrios, pero especialmente en los más pobres, suscita muchas cosas interesantes. Quizás la primera sea la de generar en sus habitantes una sensación de importancia al ver que en concreto una institución se fija en ellos y les responde en forma decidida. También les permite a estas comunidades hacerse visibles y de este modo ser objeto de atención por parte de otras entidades como las del gobierno distrital o el nacional. Además, las parroquias tienen la capacidad de crear sentido de comunidad y así unir fuerzas que ayuden a los más pobres a salir adelante, junto a las entidades gubernamentales. Y, desde luego, para la gente de sectores con tantas necesidades, la Iglesia, desde cada parroquia, puede empezar a sembrar todo un sentido de esperanza en medio de tantas y tantas limitaciones.

Bien vale la pena contar estas historias de la vida cotidiana de la Iglesia en Bogotá. Esta es la Arquidiócesis en plena acción. En estas tareas es que se encuentran ocupados en su diario vivir los obispos, los sacerdotes y diáconos, los religiosos y las religiosas, los catequistas; también  quienes  atienden la acción social y caritativa.  Una ciudad como Bogotá, con sus cuatro jurisdicciones eclesiásticas, tiene más de cuatrocientas parroquias y la gran mayoría están sirviendo a los barrios más humildes de la ciudad. Decir parroquia en los tiempos actuales, además de templos, es referirse a comedores comunitarios, programas de apoyo escolar, asistencia alimenticia a familias en estado de gran pobreza, conexión con fundaciones que ayudan en diversos campos, formación de personas en el campo humano y espiritual, etc.  Y decir presencia de la Arquidiócesis es afirmar apoyo institucional, lucha por la promoción humana de las comunidades, perseverancia en la predicación del Evangelio.

Nos alegra, siempre nos ha alegrado, este rostro de la Iglesia en Bogotá. Es la Iglesia pueblo de Dios. Son los pastores con los pies en el barro. Es el más fiel cumplimiento del mandato del Señor Jesús de ir a predicar y a bautizar. Es el cumplimiento de estar atentos a las necesidades de todos, pero especialmente de los más pobres. Es también una invitación a quienes sienten interés por la vida de la Iglesia para que también se pongan las botas y suban a la montaña para ver lo que se hace, lo que se predica, la alegría que se lleva a las personas. Y, siempre, estas imágenes han de servir a todos los miembros de la Iglesia y a quienes la miran con curiosidad o crítica para pensar en cómo unirse a esta misión, la más bella de todas: hacer presente a Dios en medio de lo pobres.

 

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