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¿Comenzar desde cero?

24 de abril de 2017

En las actuales circunstancias de la Arquidiócesis de Bogotá, resulta muy interesante darse cuenta que los modos y las razones por las cuales se hace la evangelización…

Esta iglesia local ya asumió que si bien ya hay un largo trabajo hecho por miles de evangelizadores hasta el día de hoy, no es menor la tarea que queda por hacer. Y entre ese por hacer, es ya evidente que, en el caso de muchísimos habitantes de esta Arquidiócesis, habrá que comenzar prácticamente desde cero en el anuncio de la buena nueva de Jesucristo. Ya poco importa saber cuáles fueron las razones o situaciones que no les permitieron a muchos no saber nada de Dios y su hijo Jesús en estos tiempos. El hecho innegable es que en ellos hay que hacer una tarea nueva y reveladora.

El reto es inmenso. Aunque la gran mayoría de la personas reconocen hoy, y así lo sienten, que es importante tener una verdadera vida espiritual, en la práctica no es tan fácil tener tiempo para el cultivo del alma y sobre todo ser constantes en este propósito. Pero hay que proponer nuevas experiencias y esto es lo que ahora en la Arquidiócesis se pretende con los retiros kerigmáticos, es decir, con las tareas del primer anuncio. Es ya una opción y está comenzando a realizarse en las parroquias bogotanas. Seguramente este quehacer pastoral tocará a mucha gente joven y adulta, lo cual no deja de tener grandes ventajas pues llegará a vidas ya en desarrollo que pueden descubrir la importancia del mensaje cristiano. Pero por lo mismo impone también la exigencia a la Arquidióicesis de tener unos evangelizadores que puedan dar razón de la fe en forma clara, alegre y sólida. De alguna manera el primer anuncio del evangelio se podrá convertir en un encuentro muy interesante tanto para el que lo hace como para el que lo recibe.

Cabe anotar también que la Arquidiócesis de Bogotá da un paso muy sincero consigo misma al reconocer esta realidad en sus mismas entrañas: muchos no conocen a Jesús de Nazaret. Es como encender una luz de alerta que le dice con aplastante claridad lo que sucede en sectores de la población que están bajo su cuidado pastoral. También lo que sucede con el alcance limitado de su actual accionar evangelizador. Queda a la vista que hay que barajar de nuevo para que a todos los que estén interesados en llenarse de la gracia de Dios, les llegue efectivamente la labor de la Iglesia. Y para este fin, el primer anuncio tendrá que llenarse, no solo de espíritu misionero, sino también de creatividad, de buena comunicación, de una visión exacta acerca de dónde están los focos de población aún no tocados por los heraldos de la palabra divina. Si la Arquidiócesis de Bogotá logra estructurar un buen plan de nuevo anuncio a quienes no conocen a Jesús realmente y lo lleva a la práctica con tesón, seguramente esta iglesia se renovará en muchos sentidos.

La Iglesia en Bogotá lleva varios años examinándose en su ser y quehacer. Ha quedado a la vista que es importante desacomodarse y hasta incomodarse con tal de que Jesucristo sea conocido. Es hora de evaluar profundamente las ocupaciones de los evangelizadores para que prioricen tareas como la del primer anuncio y quizás dejen de lado acciones que ya hoy no surten ningún efecto sobre los oyentes. Y, siguiendo con fidelidad las directivas recientes del Papa Francisco, este impulso debe mover el cuerpo evangelizador todo en busca de quienes se han situado en las puertas de la Iglesia, en sus periferias, en la tribuna, pero que no han encontrado razón suficiente para entrar a las entrañas del pueblo de Dios. Quizás el deseo de un nuevo primer anuncio haga más actual que nunca para los misioneros del Evangelio el mandato del Señor a sus apóstoles de dejarlo todo y seguirlo. Para comenzar con lo que están en ceros respecto a Jesús, sus heraldos habrán de dejar todo aquello que les está demorando esta labor que ahora resulta inaplazable.

 

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