Apoyar a la Arquidiócesis desde lo económico
La Arquidiócesis lanzará próximamente la campaña “Camino, verdad y vida”, con la cual se busca que un número grande de católicos contribuya de forma permanente al…
Seguramente la mayoría de los católicos de Bogotá desconoce el inmenso accionar pastoral y social de su Iglesia, la Arquidiócesis de Bogotá, en gran parte de la ciudad, lo mismo que en los municipios que están al oriente de la capital. En su gran mayoría, las parroquias e instituciones de la Arquidiócesis son autosuficientes en el aspecto económico. Pero otras no lo son. Esto ha llevado a que la Arquidiócesis, con su arzobispo a la cabeza y en conjunto con la Vicaría Administrativa, estén diseñando estrategias para fortalecer el sostenimiento de numerosas parroquias y obras sociales que sirven a los más pobres de la ciudad. En la más reciente reunión general del clero de la Arquidiócesis, se ha anunciado el inicio de varias tareas en concreto.
Pero vale la pena recordar algunos números que den idea de la magnitud del servicio que presta la Iglesia católica en Bogotá: La Arquidiócesis tiene un poco más de 300 parroquias, de las cuales unas 70 no se sostiene económicamente por estar en barrios muy pobres o en sectores despoblados actualmente. Tiene la Arquidiócesis 19 colegios parroquiales en sectores populares, ofreciendo una educación de calidad a precios muy cómodos. Tiene una Fundación universitaria, Unimonserrate, al servicio también de sectores populares y a precios al alcance de personas de bajos ingresos. Ofrece la Arquidiócesis atención a los migrantes en una fundación que está creciendo fuertemente. Tiene también otra fundación al servicio de la población carcelaria y de sus familias. Desde luego, la Arquidiócesis vela también por el sostenimiento del clero y en particular de quienes ya han llegado a la edad de jubilación. Por fortuna, la Iglesia católica en Bogotá está claramente ligada a la población más necesitada y trata de ser solidaria en la medida de sus posibilidades. También auxilia esta iglesia particular a otras diócesis que cumplen su misión en condiciones económicas muy limitadas. Y todo esto requiere mucho dinero.
Por esta razón, la Arquidiócesis lanzará próximamente la campaña “Camino, verdad y vida”, con la cual se busca que un número grande de católicos contribuya de forma permanente al sostenimiento y crecimiento de las obras de su Iglesia. El objetivo es claro: que muchísimos católicos contribuyan con una cantidad pequeña de dinero en forma permanente para que su Iglesia pueda seguir ayudando en el campo pastoral y social. Cantidad pequeña significa 5.000 o 10.000 o 20.000 pesos mensuales para que entre todos siempre se disponga del dinero necesario para la pastoral y para el gasto social. Ojalá, una vez la Arquidiócesis revele las características de esta campaña de recolección de fondos, abunden los donantes de buen corazón. Con la generosidad, así sea pequeña, de muchos, se pueden hacer obras inmensas.
Esta campaña se unirá a otras acciones. Ya varias parroquias que tienen ingresos altos están contribuyendo a sostener otras parroquias y obras de misericordia. Aunque hay que evitar el riesgo de descapitalizar a parroquias grandes que requieren altas sumas de dinero para funcionar y realizar mantenimiento, esta es una línea solidaria que funciona bien. Cabe también pensar cómo sacar mayor provecho a dos inmensas propiedades de la Arquidiócesis: el lote y las instalaciones del Seminario Mayor en la calle 94 y el lote del Seminario Menor en Prado Veraniego, este último ya en desarrollo. Son propiedades que hoy están subutilizadas y cuyos costos de mantenimiento deben ser inmensos. ¿Habrá llegado la hora de venderlos, realizar proyectos en dichas tierras, arrendarlos? En todo caso, más que en las mismas parroquias, allí se pueden encontrar unos recursos interesantes para apoyar lo que ya viene haciendo la Iglesia católica en Bogotá. Y seguramente hay otras propiedades de la Iglesia en Bogotá que podrían ser enajenadas para obtener recursos nuevos sin afectar el funcionamiento de otras instituciones.
Cabe, finalmente, una observación para que todo sea equilibrado. Es importante que las instituciones eclesiales no caigan en pereza económica por el hecho de contar siempre con aportes de la Arquidiócesis o de otras parroquias o dineros de otra procedencia. Generalmente, incluso las instituciones pastorales y sociales, prestando un servicio de calidad y continuo, logran allegar los fondos necesarios para su óptimo funcionamiento. Ayudar a la Arquidiócesis de Bogotá desde adentro puede incluir una revisión de la forma como funcionan algunas instituciones, de la dedicación del personal allí situado, del uso de sus instalaciones (a veces hay grandes instalaciones, incluyendo templos, que tienen muy poco uso) y, siempre, de un sistema contable claro y transparente. Pero seguramente lo mejor siempre será que todo el que se sienta parte viva de la Iglesia, de esta Iglesia, la Arquidiócesis de Bogotá, contribuya también económica y materialmente para que la misión que ella tiene nunca carezca de los recursos necesarios para anunciar el Evangelio y para ayudar a los pobres.
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