Al servicio de los pobres

Recientemente la arquidiócesis de Bogotá presentó el balance de su gestión del presente año. A todas luces se percibe una iglesia particular empeñada en cumplir su misión con todas sus fuerzas y recursos disponibles. Y esto en todos los campos que hacen parte de la misión evangelizadora: el anuncio, la formación, la atención de los pobres, la celebración de la fe, etc. Cada vez es más fuerte la sensación de que la arquidiócesis de Bogotá se está moviendo de acuerdo con las necesidades de la ciudad-región en el orden espiritual y pastoral. Como presencia de Iglesia, se le encuentra en toda la ciudad: en los barrios, en los centros educativos, en los centros hospitalarios, en los centros comerciales, en las áreas donde habitan los más pobres, en los lugares a donde acuden los miles de migrantes que hoy son parte de la población de Bogotá. No es una Iglesia encerrada, sino que está saliendo decidida al encuentro de los hombres y mujeres concretos que hay en la capital de la República y en sus municipios vecinos, al oriente de Cundinamarca.

En medio de esta dinámica tan visible, vale la pena destacar la presencia que está teniendo la arquidiócesis de Bogotá entre las personas más pobres y necesitadas de la ciudad. Por una parte, como presencia constante están las parroquias de los barrios más vulnerables, cada una con uno o más sacerdotes a su servicio. Por otra parte, las fundaciones que tiene la Arquidiócesis y que están atendiendo los campos más variados de las necesidades básicas aún no satisfechas de miles de personas en la ciudad. En efecto, la Iglesia en Bogotá tiene iniciativas importantes en el campo de la seguridad alimentaria, de la educación, de los habitantes de calle, del tiempo libre de niños y jóvenes, de los enfermos. Es una Iglesia realmente al servicio de los pobres y en la forma como lo ordena el Evangelio, es decir, en la discreción y el silencio, pero al mismo tiempo en las obras concretas.

Además de las parroquias y las fundaciones, la arquidiócesis de Bogotá también se hace presente en la vida de las personas más necesitadas, a través de sus propios recursos económicos. Más de cuarenta instituciones se han visto beneficiadas este año con los aportes de la Iglesia arquidiocesana. En ellas se atienden niños, jóvenes, discapacitados, adultos mayores, enfermos, gentes con hambre. Los recursos de la Iglesia deben estar destinados a la pastoral y a la evangelización y dentro de estas se sitúa con toda claridad el auxilio a los pobres. Allí la arquidiócesis de Bogotá tiene sus criterios muy claros y esto le da una gran vitalidad a su diario desempeño misional. Es en verdad un motivo de alegría ver cómo la Iglesia en Bogotá está realizando de hecho, no con palabras ni escribiendo libros u organizando foros, muchos servicios a los más necesitados. Con toda seguridad, esta generosidad redundará en más recursos y posibilidades de ayuda a más personas.

Todo lo anterior ha hecho que la misma arquidiócesis de Bogotá esté pensando ya en darle todavía una mayor dinámica a su pastoral social y para ello comienza a asimilar esquemas ya existentes en otras organizaciones para la consecución de recursos y sostenimiento de las obras existentes. Tenemos la plena certeza de que, si la Iglesia católica en Bogotá se va caracterizando cada vez en el servir a los pobres, serán muchas las personas e instituciones que se quieran sumar a su tarea. Porque esta Iglesia tiene en Bogotá mucho eco y credibilidad entre la población de la capital del país. No nos queda la menor duda de que estos son los caminos que ha venido señalando en los últimos años el Espíritu Santo a la Arquidiócesis, a la cual ha llevado a tener la impronta del buen samaritano. Finalmente, una labor de divulgación de la acción solidaria de la arquidiócesis de Bogotá, no solo servirá para que las buenas obras se vean y las gentes crean, sino que con toda seguridad animará aún más la fe de muchos de los fieles que desde el bautismo pertenecen a la Iglesia de Dios