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8 nuevos sacerdotes para la Arquidiócesis de Bogotá

27 de noviembre de 2018

El próximo sábado 1° de diciembre recibirán la ordenación sacerdotal ocho diáconos que se han preparado en los dos seminarios de la Arquidiócesis de Bogotá, el Conciliar…

 

El próximo sábado 1° de diciembre recibirán la ordenación sacerdotal ocho diáconos que se han preparado en los dos seminarios de la Arquidiócesis de Bogotá, el Conciliar de San José y el Redemptoris Mater. Las ordenaciones siempre son un don para cada iglesia particular y por lo mismo un motivo de fiesta y esperanza. Quienes recibirán la ordenación son personas adultas, el menor de ellos tiene 29 años, y el tiempo de formación ha sido al menos de ocho años y algunos han estado en este proceso por lo menos 10 años. Ambos datos dejan ver con claridad que en la iglesia de Bogotá hay cosas que realmente están cambiando para bien. Quienes llegan al sacerdocio son personas con un grado de madurez propio de adultos, incluso con preparación en algunas carreras profesionales. Y los seminarios y el mismo arzobispo primado se han todo el tiempo necesario para tomar la decisión de transmitir el orden sacerdotal a candidatos verdaderamente idóneos. En estos tiempos difíciles para el sacerdocio, los afanes de imponer las manos serían error imperdonable.

¿A dónde van a prestar sus servicios estos nuevos ministros de Dios? Según una larga tradición de la Arquidiócesis de Bogotá, los nuevos ordenandos son enviados, por lo general, a parroquias situadas en sectores marginales y muy pobres. No hay mejor escuela para empezar a ejercer el servicio sagrado que esa. Allí, el nuevo sacerdote se encuentra de lleno con los hijos preferidos de Dios que son los pobres y necesitados. Y en ellos encuentra una abundancia de presencia de Dios que es como si recibiera un regalo del mismo Señor que lo llamó a ser su apóstol por siempre. Y suele encontrar allí el novel sacerdote a otro hermano que ejerce su ministerio pastoral de tiempo atrás y que será también su escuela diaria. Y su compañía pastoral, espiritual y humana de cada día. Porque en las circunstancias actuales es absolutamente imperativo que los sacerdotes no estén faltos de compañía sacerdotal y cercanía episcopal. No son tiempos para aventuras solitarias ni para falsos heroísmos. Los últimos años han comprobado que, si algo valioso está en vasijas de barro, ese es el sacerdocio ministerial. La fraternidad sacerdotal es la mejor herramienta para cuidar el don precioso del sacerdocio.

Cabe en este contexto vocacional una palabra sobre los dos seminarios que tiene la Arquidiócesis de Bogotá. El más nuevo de ellos, sin siquiera veinte años de fundación, se ha ido robando la mirada de propios y extraños por la abundancia de sus frutos en ordenaciones. De hecho, de los ocho nuevos sacerdotes, seis de ellos proceden del Seminario Redemptoris MaterEsta institución, que es fruto del movimiento llamado el camino neocatecumenal, ha logrado que las comunidades del camino, sean el mejor semillero de vocaciones y de qué manera. Esto lo atestiguan los mismos ordenandos al testimoniar sus inicios vocacionales. La presencia de este movimiento en la Arquidiócesis de Bogotá y en concreto su seminario, fue una gran intuición del Cardenal Rubiano Sáenz, seguramente al ver las dificultades del viejo seminario de San José para producir todos los frutos sacerdotales que Bogotá necesita.

Este seminario, el Conciliar de San José, no ha tenido fácil su caminar en las dos últimas décadas. Ha pasado por pruebas, cambios continuos en el equipo de directores y rectores, escasez de candidatos a ingresar y por tanto a ser ordenados, proyectos internos modificados una y otra vez, ensayos académicos, alianzas con unas y otras instituciones, alumnos propios y alumnos de otras jurisdicciones, etc. Una situación compleja para una institución con más de cuatro siglos de existencia y cuna de obispos y sacerdotes que han servido a Bogotá y al país con altura y entrega. Pero como todas las grandes instituciones de la Iglesia, y quizás del mundo, con dificultades para adaptarse a un mundo de cambios rápidos y profundos. Esto por su larga tradición, por su estructura, incluso por su tamaño físico que seguramente demanda ingentes recursos económicos para funcionar. Ahora le regala a la Arquidiócesis de Bogotá dos nuevos sacerdotes y esto suma obreros a la viña. Pero, siendo sinceros, es una cosecha muy insuficiente para lo que se necesita y espera. Quizás en esta época en que la Arquidiócesis está revisando todas sus estructuras, planes, proyectos, quepa un debate amplio sobre el Seminario de San José para ver de qué manera, pero acorde con esta época, vuelve a ser el semillero que en abundancia ha nutrido de sacerdotes a Bogotá. Seguramente la discusión derivará hacia una mirada a la pastoral vocacional que, hoy, por ningún motivo, puede ser la misma de siempre. El mundo es otro.

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