Verdaderamente libres
En un tiempo donde millones de personas
se destrozan entre ellos y no sabemos la razón (…)
Yo estoy. Yo como persona estoy
(Giorgio Gaber)
París, 7 de enero…
Sumisión
"¿Por qué? ¿Cómo ha sido posible todo esto"?. Los hechos de París han suscitado en nosotros preguntas inmediatas. Los jóvenes terroristas franceses - nuestros coetáneos - han encontrado en Europa un mundo cada vez más confuso e inseguro, en el cual cada valor puede ser comprado, vendido, cambiado de un día al otro. En este contexto de absoluto despiste han adherido al fundamentalismo islámico como respuesta cierta a los interrogantes sobre el sentido y el objetivo de la vida. La ideología en efecto ofrece una lectura total de los hechos de la existencia y una protección tranquilizadora, mientras que pide en cambio una cosa sola: sumisión. "Un gran número de individuos empieza a creer o quiere creer que pertenece a algo unitario y distinto, la raza, la nación, la verdadera fe. Se han construido un criterio de identidad que sirve a ellos como una concha de seguridad para atravesar tiempos turbios". Se llega "a dividir el mundo: nosotros y ellos. Nosotros y el otro" (Domenico Quirico, La Stampa). Así la ideología destruye la libertad del individuo que se adhiere a ella y conduce al choque - no al encuentro - con todo lo que aparece diferente.
Ataco a la libertad. De todos
El atentado a Charlie Hebdo es un ataque a la libertad de todos. No se trata solamente de una amenaza a la libertad de sátira o prensa, sino de un peligro mucho más profundo y radical: un ataque al corazón de la tradición occidental. Europa ha sido construida lentamente y fatigosamente en los siglos como un espacio de libertad: libertad de palabra, libertad de expresión, libertad de movimiento, libertad de pensamiento, libertad de religión. ¿Pero qué entendemos cuando decimos libertad?
¿Cuál libertad?
Europa se ha perdido en su libertad que se ha convertido sólo en pura posibilidad de elección, reivindicación de cada tipo de derechos, hasta llegar al derecho a la blasfemia en la convicción que la religión sea la verdadera causa de la violencia. En esta ilusión de libertad que es la total autodeterminación, cada juicio es percibido como un límite a los caprichos del individuo. Por esto es cada vez más difundida la tendencia a no juzgar, a no pronunciarse sobre el bien y sobre el mal, sino a aceptar todo: libertad se convierte en la indiferencia frente a cualquier acontecimiento.
Verdaderamente libres.
La libertad del yo contra cada poder, estatal, religioso, económico, se basa en cambio sobre la convicción de que cada uno es responsable de él mismo y de la propia vida, entendida como búsqueda de sentido y construcción de un bien. La libertad no se realiza por lo tanto ni en la reducción de cada diversidad a una igualdad forzada, ni en la ausencia de cualquier identidad precisa, sino, más bien, en un sujeto presente y vivo, que interroga el mundo, se implica y se involucra, sin sustraerse nunca al juicio sobre el bien y sobre el mal. No hay libertad sin responsabilidad y juicio, no hay libertad sin la persona.
Atención. Peligro de vida y muerte siempre.
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