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Redistribuir con justicia: una propuesta de dignificación salarial en Colombia

25 de mayo de 2025
Imagen:
de referencia (Internet).

En Colombia el flagelo de la desigualdad sigue siendo un grave problema social. Millones de trabajadores siguen enfrentando desigualdades salariales sustanciales, aún en medio del crecimiento sostenido de varios sectores económicos. Esta es una radiografía que evidencia una fractura complicada: el progreso no se distribuye equitativamente en la sociedad. Según cifras recientes, la economía colombiana ha crecido en el primer trimestre de 2025 un 2,5% y según las estimaciones del Banco Mundial la cifra se mantendrá durante todo el año. Mientras las cifras macroeconómicas reflejan recuperación, expansión y crecimiento, el día a día de muchos trabajadores refleja un estancamiento salarial acompañado de serias necesidades, - todo esto sin incluir las alarmantes cifras de informalidad laboral, que apuntalan un 56% para el año 2024 -.

Para hacer frente a esta problemática, hay una fórmula simple, justa y sostenible, la cual consiste en que las empresas logren destinar un 10% de sus utilidades anuales para beneficio directo de sus trabajadores. Este monto sería distribuido de manera proporcional al tiempo trabajado durante el año, dando prioridad a aquellos trabajadores que perciben menos ingresos monetarios. Este monto se conformaría de la siguiente manera: una mitad (5%) provendría directamente de las utilidades de la empresa, mientras la otra parte (5%) sería asumida por el Estado mediante una deducción equivalente sobre el Impuesto de Renta. 

El presente postulado no debería entenderse como una carga impositiva adicional, sino como un acto de reconocimiento estratégico. Otro aspecto complementario consiste en que cuando en la empresa se registre aumento de utilidades respecto al año anterior, destine un 25% adicional del excedente para beneficio de los trabajadores. Esta propuesta sigue una lógica elemental: el crecimiento económico es el resultado del esfuerzo acumulado, de la dedicación y la responsabilidad conjunta de quienes sostienen la operatividad de la empresa. Este reconocimiento efectuado mediante la distribución proporcional del excedente de utilidades no solo implica dignificar al trabajador, sino que, a su vez, fortalece el compromiso institucional, el sentido de pertenencia a la empresa y representa una motivación laboral, repercutiendo de ese modo en el aumento de productividad. 

En ese sentido, la reinversión en el capital humano no es ni una carga, ni un lujo, sino una estrategia justa, inteligente y sostenible, que beneficia tanto al trabajador como al empresario y que, a la larga, contribuye a la generación de riqueza.

Esta propuesta encuentra fundamento en las ideas del pensador británico G.K. Chesterton, quien defendía un modelo económico distributista como alternativa a las grandes concentraciones de poder económico. Consistía en distribuir la propiedad y los medios de producción de forma amplia y equitativa. Para Chesterton, la economía debía repartir los frutos de producción, evitando de ese modo tanto la concentración de capital como también la colectivización estatal. En otros términos, nuestro autor propone que la justicia económica solo era posible cuando los trabajadores posean y controlen sus bienes y trabajo, de tal manera que se logre estabilidad social, autonomía y dignidad humana. 

Lejos del fomento de los típicos antagonismos y tensiones del mundo laboral y económico, este planteamiento pretende cimentar una alianza entre el Estado, las empresas y los trabajadores, a partir de la corresponsabilidad y la justicia distributiva; superando de ese modo cualquier tipo de enfrentamiento. Se trata de una convocatoria a un compromiso aunado que apunte al bienestar colectivo y que a largo plazo sea sostenible. 

En otros términos, la idea aquí expuesta pretende repensar la triada Estado, empresa y trabajadores, evitando cualquier clase de conflicto y generando sinergia para el bienestar común. 

El principio rector de esta propuesta es la corresponsabilidad: El Estado cede una parte de su recaudo tributario a través de alivios fiscales sin renunciar a su parte impositiva, reorientando estratégicamente parte de esos recursos para reducir las desigualdades económicas de los trabajadores, fenómeno social que a la larga resulta más costoso de enfrentar cuando deriva en problemáticas que podríamos identificar en términos de conflictividad y de exclusión. Entre tanto, los empresarios no asumen otra carga, sino que otorgan a sus trabajadores un reconocimiento de socios como parte fundamental en la generación de riqueza en la organización, redistribuyendo y retribuyendo de forma notable y sostenible el esfuerzo laboral. Finalmente, el trabajador, recibe una clara expresión de dignificación de su trabajo, de reconocimiento a su aporte al éxito empresarial, el cual se materializa desde el ámbito salarial. 

Este marco ofrece una nueva perspectiva mediante la cual la redistribución no es percibida como un obstáculo para la competitividad y el éxito empresarial, sino como un camino que consolida la solidez de las empresas y contribuye a la generación de equidad social. 

Esta propuesta es una invitación a transformar la percepción tradicional que hay sobre el trabajo, dejar de concebirlo como un costo operativo al cual hay que minimizar; en vez de eso, reconocerlo como el cimiento esencial para la generación de riqueza. El destinar una parte de las utilidades a quienes contribuyen al funcionamiento y crecimiento de la empresa no es un acto filantrópico o caritativo, sino un acto de justicia y un reconocimiento de la dignidad de los trabajadores que se fundamenta en la idea de que el desarrollo económico no prescinde del reconocimiento humano. 

Por otra parte, la redistribución justa de la riqueza de forma proporcional no es una utopía ni una carga insostenible que comprometa la existencia de las empresas, sino que es una opción viable y urgente que puede repercutir en mayor estabilidad social, cohesión organizacional y confianza colectiva. Esta es una apuesta por superar el desfase entre discurso y realidad, una opción de abandonar gestos simbólicos y optar por compromisos efectivos basados en la corresponsabilidad y en el reconocimiento de la dignidad humana; es un esfuerzo por superar las dicotomías y en su lugar buscar sinergia y entendimiento.

Finalmente, esta propuesta representa un premio, una compensación y un reconocimiento al trabajo bien hecho, un incentivo al trabajador, quien se ve motivado al percibir que su esfuerzo es valorado de manera concreta a partir de los resultados de la empresa. Cuando cada trabajador ve una retribución justa de su desempeño fortalece su compromiso y sentido de identidad con la empresa a la que pertenece. A su vez, el empresario no se verá afectado ni la empresa comprometida de forma negativa, ya que este modo de distribución no sólo es proporcional, sino que se convierte en una manera de reinversión inteligente: trabajadores motivados han de generar mejores resultados. En última instancia, cada actor implicado se beneficia: el Estado cumple con su deber de promover la equidad y la justicia social sin comprometer el aparato fiscal ni el entorno empresarial, el empresario fortalece su equipo de trabajadores y su productividad, y el trabajador recibe una compensación justa por su trabajo.

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*Por: Pbro. Fabi Said Castro, párroco en la Santísima Trinidad (Bogotá).

(El artículo es una propuesta personal de su autor).

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