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La iglesia frente al fenómeno LGBTI

23 de septiembre de 2015

miles de encrucijadas e intentos por perfeccionar sus sistemas morfológicos y fisiológicos, ha dado como un resultante la evolución de uno de los troncos de primates el…

Muchos miles de años atrás, la naturaleza misma creó un sistema de reproducción de los seres vivos el cual facilitaba la depuración de los caracteres recesivos que eran débiles a los ataques permanentes del medio ambiente y aseguró que entre dos seres pudieran compartir sus genes para dar inicio a uno más adaptado. Fue así como nació la reproducción sexual. Algunas personas creen que hablar de sexo es referirse a láminas  de seres humanos desnudos o teniendo contactos íntimos. No, el sexo es ese invento por el cual facilitamos la reproducción al tiempo que fortalecemos la especie.

En muchas de  las especies acuáticas basta con que estas células portadoras del mensaje reproductivo (gametos, de gammia: matrimonio) sean liberadas para que busquen y se acoplen con el gameto correspondiente e inicien una nueva vida que dé continuidad a su especie. En los niveles superiores ya aparecen órganos copulativos para asegurar que estas semillas lleguen a su destino y cumplan con su vital función: procrear y preservar la especie. De la misma manera la naturaleza debía facilitar que para efecto de la conservación de la vida aparecieran elementos de atracción entre los aportantes de estas células vitales y por esto se ayudó de los sentidos. Por ejemplo, la olfacción es indispensable en la atracción entre insectos y carnívoros, la visón, entre aves de lindos plumajes y aún la audición cuando de trinos y gorjeos se trata, El tacto también hace parte de este inventario. En la especie humana se incluyen todos los sentidos dentro del proceso de acercamiento, selección de pareja y preapareamiento. A esto se suma la aparición de las hormonas o sustancias químicas que facilitan y predisponen tanto a machos como a hembras para llevar a cabo esta misión. En los varones aparece la testosterona, que engruesa la voz y llena la epidermis de abundante vello y en las mujeres un sinnúmero de productos bioquímicos que regulan todo este ciclo milagroso de la fertilidad. Estas mismas sustancias, en unos y en otros favorecen la selección de la pareja con los fines de reproducción, los ademanes propios de su sexualidad en el contexto cultural pero por sobre todo la distinción de los géneros. Según algunos zoólogos, la única hembra que alcanza orgasmos es la hembra de nuestra especie. Esto para facilitar la permanencia de la pareja por muchos años, seguramente para favorecer algún tipo de monogamia que a su vez permita que varón y hembra se acompañen por muchos años mientras sus crías crecen y aprenden a subsistir por sí mismas. Esto último como elemento para favorecer la estabilidad de la familia. Hasta aquí vemos unos procesos totalmente naturales observados desde la teoría de la evolución natural.

Desde tiempos inmemoriales, el hombre ha encontrado la existencia de un ser superior al cual ha llamado Dios, Jehová, Yavé, Adonaí, Allá, Amón Ra, etc. Y a través de toda la historicidad de la humanidad se ha consolidado toda una teoría, un estudio y una justificación de la existencia de ese ser supremo a quien se le atribuye la creación de universo y de todas las creaturas de la tierra con una especial preferencia por el hombre a quien le ha dado unas características de inteligencia y de libre albedrío o sea autonomía para actuar a su propio criterio. Todos estos estudios se han compilado en el estudio de Dios o sea la Teología.

Basados en cientos de documentos antiguos muchos de los cuales se atribuyen a ser inspirados por ese ser de amor llamado Dios, se ha concluido que las conductas homosexuales van en contra de la naturaleza, en contra de la evolución, en contra de la conservación de la especie y por quienes aceptamos a Dios como creador de todo este andamiaje, pues esta conducta iría en contra de ese ser o máximo ordenador.

La sociedad civil en una concepción de estado no teocrático, debe legislar para religiosos y laicos, para creyentes y ateos, para heterosexuales y para homosexuales. Siempre en función del beneficio colectivo y de la calidad de vida de los connacionales. Últimamente se ha propagado la calidad de homosexuales confesos quienes por muchos siglos se vieron sometidos a la persecución de los estados y de las costumbres de sus gentes, pero en las sociedades secularizadas de los estados post-modernistas se ha permitido que estas personas salgan a la luz pública y reclamen derechos que creen tener, tales como el mismo derecho asociativo y derecho de reconocimiento por parte del estado en su situación y condición de deferencia en sus preferencias y comportamientos sexuales. Las iglesias no sólo recomiendan el freno a estos movimientos sino que incluso se oponen a su aparición y reconocimiento. Sus argumentos van desde la ofensa que estos hacen a la misma naturaleza como el desconocimiento que estos hacen de Dios, arguyendo que la homosexualidad y el movimiento LGBTI, ponen en peligro la estabilidad de la especie sobre la tierra y la erosión de la familia como célula organizativa de toda sociedad. La comunidad homosexual responde que la tierra ya está suficientemente poblada como para que ahora le echen una culpa más. Los teólogos cristianos argumentan que el Señor Jesucristo vino a instaurar el Reino de Dios en la tierra y que esa práctica los excluye de alcanzar ese reino prometido para vivir eternamente después de que acabemos esta existencia de carne sobre el actual mundo y que Dios nos tiene un verdadero paraíso después de la muerte. Los LGTBI, responde que nadie es dueño de la franquicia de Dios o que para ellos lo único que cuenta es el mundo real de los sentidos del cual podemos dar cuenta. Los cristianos dicen que precisamente en el control o dejación de los placeres de la carne está una de las claves para acceder a esa vida eterna. La comunidad responde que toda su naturaleza conspira a favor de sus sentimientos y deseos y que nadie tiene el derecho de criticar, intervenir ni mucho menos prohibir lo que ellos sienten: ni Dios ni los curas ni los pastores ni los Ayatolas, ni mucho menos los jueces o los administradores de justicia. Aquí la discusión se centra entre quienes creemos haber recibido la gracias de Dios, si, hemos percibido su presencia, hemos recibido su llamado y estamos convencidos de su existencia por las múltiple muestras que Él ha dado en nuestras vidas, y en aquellos que negaron la posibilidad de acceder a una vida eterna luchada desde este mundo de carne y hueso, en donde no siempre tenemos que hacer lo que nos guste o lo que creemos que somos. Simplemente debemos creer y pedir al Altísimo la gracias de ser llamados como sus discípulos y completar su obra en este mundo en el cual nos dio la gracia de evolucionar a través de la carne como especie para alcanzar la gloria de nuestro espíritu. La función de los bautizados es la de ser sacerdotes, profetas y reyes y como profetas debemos, anunciar (el Reino de Dios), denunciar (las iniquidades) y renunciar(a todo aquello que nos obstaculice la vida de gracia). Mientras tanto oraremos fervorosamente al Altísimo por la conversión de todos aquellos que (desde nuestra convicción) han equivocado el camino y que de manera necia y obstinada no han querido volver al redil de Dios.

 

 

Fernando Alvarado López

 

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