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#217016

En el Año Santo: el corazón de la esperanza cristiana late en comunidad

1 de julio de 2025
Multitudinaria peregrinación jubilar a la Catedral Primada de Bogotá.
Imagen:
OAC.
Multitudinaria peregrinación jubilar a la Catedral Primada de Bogotá.

Bogotá vivió una jornada profundamente espiritual y fraterna el último sábado de junio, mes dedicado al Sagrado Corazón de Jesús, al desarrollarse la tercera peregrinación por arciprestazgos a la Basílica Metropolitana de Bogotá – Catedral Primada de Colombia, en el marco del Jubileo de la Esperanza 2025, convocado por el papa Francisco.

 

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Familias, hombres, mujeres, niños, niñas, adultos mayores, grupos parroquiales y movimientos apostólicos, junto a sus párrocos, provenientes de distintas zonas de la capital colombiana en las que se ubican parroquias organizadas en los arciprestazgos punto 4, además de transeduntes en el centro histórico, arribaron desde tempranas horas para vivir un encuentro de fe, fraternidad, comunión y compromiso misionero.

 

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Cerca de 40 sacerdotes, distribuidos en las distintas capillas del templo y en la Capilla del Sagrario, administraron el sacramento de la reconciliación (confesiones). Junto a ellos, los obispos auxiliares monseñor Edwin Vanegas y monseñor Alejandro Díaz ofrecieron su cercanía y acompañamiento espiritual.

Seguidamente, con gran devoción los peregrinos se unieron en oración con el Santo Rosario, acogiéndose al amor maternal, guía y cobijo de María Santísima, madre de la esperanza. 

 

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La Catedral se llenó de voces, silencios y miradas al cielo que hablaban de confianza en medio de las dificultades cotidianas.

 “La esperanza cristiana no engaña ni defrauda porque está centrada en la certeza de que nada ni nadie podrá separarnos nunca del amor divino”, aseguró monseñor Sergio Pulido, párroco en la Basílica Metropolitana de Bogotá – Catedral Primada de Colombia. El sacerdote agradeció la acogida a esta iniciativa pastoral en el marco del Jubileo y afirmó que “queremos fortalecer en el corazón de todos nosotros, de nuestras familias y comunidades la virtud de la esperanza, que no defrauda … Hoy seguiremos un itinerario que nos permitirá acercarnos a la gracia de la indulgencia plenaria”: la peregrinación, cruzar la puerta santa en este templo jubilar, unirnos en oración con el santo rosario y por las intenciones del Papa, acercanos al sacramento de la reconciliación y disponer nuestro corazón a la misericordia con obras concretas, explicó.

La esperanza como lámpara encendida

 

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Uno de los momentos centrales de la jornada fue la catequesis de monseñor Edwin Vanegas, quien ofreció una profunda reflexión sobre la virtud teologal de la esperanza, a partir de la parábola de las diez vírgenes, en el Evangelio de Mateo, (cinco sensatas – prudentes y cinco necias). 

A través de las imágenes de estas vírgenes, de las lámparas con aceite y de la llegada del esposo, el obispo explicó cómo la esperanza cristiana no es una ilusión pasiva, sino una actitud vigilante y comprometida con el Reino de Dios.

Es una virtud teologal, “un regalo de Dios que va acompañada de la fe y la caridad”. Destacó que no debe confundirse con simples expectativas humanas, sino que es una virtud que nos mantiene atentos y orientados hacia la construcción del Reino de Dios.

“La esperanza no es individualista, es comunitaria. Es una virtud que se construye juntos, que nos une con Dios y con nuestros hermanos, que combate el pesimismo y el egoísmo que nos aísla”, afirmó, exhortando a:

•  Mantener viva la esperanza con actitud vigilante.

• Ser portadores de esperanza para los más vulnerables.

• Construir signos concretos de esperanza en la vida diaria.

• Testimoniar esperanza incluso en medio de las pruebas.

 

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Luego, monseñor Alejandro Díaz presidió la celebración eucarística concelebrada por monseñor Edwin, por sacerdotes de más de 45 parroquias de los arciprestazgos participantes, junto a algunos vicarios episcopales. Acompañaron también diáconos permanentes, seminaristas y comunidades religiosas.

Durante su homilía, el prelado destacó el valor y sentido de este “encuentro de comunión y compromiso misionero”. Valiéndose de una estrategia pedagógica que permitió cercanía y atención de los fieles congregados, planteó una “fórmula espiritual, retomando la famosa fórmula de Einstein: E=mc², para destacar la centralidad de la esperanza ante las complejas situaciones que afronta el mundo actual, entre ellas: desplazamientos, guerras, hambre, daño ambiental, desesperanza, afrentas a la vida, a la dignidad humana, entre muchas otras.

¿Qué significa la E?, preguntó, recibiendo una respuesta unánime de la asamblea: “Esperanza”. 

En nuestra fórmula, explicó, efectivamente “la E significa la esperanza. Esa virtud del cielo que Dios nos concede para que aspiremos a su Reino y a la vida eterna como nuestra más grande felicidad. Y que el papa Francisco quiso proponer como centro de atención para toda la Iglesia durante este año jubilar. Y lo hizo porque sabía que en este tiempo presente es fácil que nos roben, como de raponazo, la esperanza. Hay tanto mal, tanta miseria, tanta agresividad, tanta polarización e indecencia, tanta doblez, tanta enfermedad (…) Todos estos males quieren obstaculizar nuestro caminar juntos, separar, crear desconfianza, frustrar nuestros anhelos. Pero de males no queridos ni buscados, ni de anhelos frustrados nos habla la Palabra de Dios hoy (…) Las enfermedades llegan y qué duro es cuando lo hacen produciendo dolores atroces. En medio de esta situación, la esperanza no es sólo el anhelo de curación, bastaría al menos un poquito de alivio, de calma para soportar el dolor. Y es también aquí donde aparece el otro elemento de nuestra ecuación: la M. ¿Qué significará la M? La M de misericordia, actitud divina con la que el Dios de Jesucristo afronta las miserias de la humanidad. María, en el Magnificat que hoy usamos como salmo, afirma precisamente que Dios es el poderoso, capaz de hacer obras grandes por sus fieles… Y que su misericordia llega a todos los que depositan su confianza en Él”.

La C en la fórmula, finalizó, representa la “C de casa”, que expresa la manera como la misericordia de Dios llega a nuestras casas, a nuestro corazón, a nuestra vida personal y comunitaria. La casa indica una realidad privada, muy íntima, y hoy, indicó, la Palabra deja en evidencia que el amor misericordioso de Dios es capaz de llegar a lo más íntimo de cada uno, y lo hace de manera exponencial, como en nuestra la fórmula C2 , Él llega a cada uno de nosotros… Ayer, hoy y siempre, no deja de llegar la acción de Dios para cumplir los anhelos y las esperanzas de sus hijos. “Es por esto que a lo largo de este año estamos jubilosos, porque también a nuestras casas llega su misericordia”. 

“La esperanza es la misericordia de Dios llegando a nuestras casas, de generación en generación”, enfatizó.

 

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Un signo vivo de comunión y misión

Con estas peregrinaciones, organizadas por arciprestazgos, la Arquidiócesis de Bogotá anima a vivir intensamente el Jubileo de la Esperanza 2025, como una oportunidad para renovar la fe, reconstruir la fraternidad y comprometerse con una Iglesia en salida misionera.

Con la fuerza de la oración, el testimonio de comunidad y el ardor misionero, la Catedral Primada sigue siendo corazón espiritual en la ciudad y símbolo de una Iglesia que camina con su pueblo, sembrando esperanza viva en medio de la historia.

 

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Oficina Arquidiocesana de Comunicaciones
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