Pastoral de la esperanza en tiempos de COVID-19

en medio del dolor, con su ministerio diaconal, a través de la pastoral de La Esperanza.

Mauricio tiene 47 años, es oriundo de Zipaquirá aunque su familia siempre vivió en Cogua-Cundinamarca, donde creció y se educó. Casado hace 14 años y ordenado como diácono permanente hace año y medio, en el 2018, para el servicio de la arquidiócesis de Bogotá.

Nunca se imaginó que el Señor conduciría su vida para ser un servidor de Cristo y de los hermanos a través de este ministerio. Se siente agradecido con Dios, cada vez que puede ayudar, consolar y llevar un mensaje de esperanza para aquellos que sufren y necesitan una voz de consuelo.

Porque eso es lo que hace ahora, especialmente en estos tiempos de pandemia y de confinamiento, Mauricio realiza junto a otros cinco diáconos, en Capillas de la Fe y el cementerio de Chapinero, un acompañamiento a las familias y personas que pierden sus seres queridos a causa del coronavirus.

Servidores de Cristo

Su trabajo se ha triplicado y ha cambiado porque, ahora, brindan regocijo, esperanza, fe, fortalecimiento y ayuda espiritual, desde el andén a las afueras del cementerio, como son ahora las reglas para las exequias de quienes fallecen a acusan de este virus, ya que las medidas de bioseguridad, eliminaron la proximidad de los cuerpos, de los ataúdes, en el momento de despedir a un ser querido.

El mensaje para los deudos es que el cuerpo es eso, un cuerpo material, y que el alma es lo que perdura. Luego de la aspersión con el agua bendita “Les decimos que la muerte no es eterna, y que solo es un partir y un morir de este mundo”, afirma Mauricio.

Acompañado por las Sagradas Escrituras y su ministerio diaconal al servicio de la Iglesia arquidiocesana, Mauricio Castiblanco Beltrán, es nuestro invitado especial, a continuación:

Imágenes y fotos. El tiempo.com