Invitado especial
La Iglesia, testimonio vivo de la Misericordia del Señor
Dialogar con el cardenal Ouellet es llenarse de paz, de sosiego y de esperanza. Transmite también alegría, compromiso, sabiduria. Pero sobre todo su espíritu de…
El cardenal Ouellet nació en 1944 en una familia humilde de la pequeña aldea de La Motte, al oeste de la provincia de Quebec, Canadá. Después de realizar sus estudios de teología en el Seminario Mayor de Montreal, en 1968, obtuvo la licenciatura en teología en la Universidad de Montreal. Fue ordenado sacerdote el 25 de mayo 1968 en su parroquia natal y nombrado vicario de la parroquia de Saint-Sauveur Val d’Or, donde estuvo hasta 1970. Luego, llegó a nuestro país donde ejerció como profesor de filosofía en el Seminario Mayor de Bogotá y más adelante volvió a Canadá donde se unió a la Sociedad de los Sacerdotes de San Sulpicio, realizando el noviciado en 1972. Más tarde estudió en Roma, donde en 1974 obtuvo la licenciatura en filosofía en la Universidad Pontificia de Santo Tomás de Aquino.
Amor por Colombia
En 1974 lo enviaron al Seminario Mayor de Manizales en Colombia y dos años más tarde al Seminario Mayor de Montreal donde trabajó hasta 1978. Reanudó sus estudios en 1983, cuando obtuvo el doctorado en teología en la Universidad Pontificia Gregoriana. En 1984 fue nombrado rector del Seminario Mayor de Manizales en nuestro país.
En 1988 fue nombrado miembro de la dirección y profesor del Seminario Mayor de Montreal, donde se convirtió en rector en 1990, y luego obtuvo el mismo cargo en 1994, en el Seminario de San José, en Edmonton. De 1995 al año 2000, fue consultor de la Congregación para el Clero, siendo nombrado en 1996, asesor del Consejo General de los Sacerdotes de San Sulpicio.
Fue ordenado obispo, titular de Agropoli, por el Papa Juan Pablo II en 2001. Además de consultor de la Congregación para la Doctrina de la Fe, lo fue de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, miembro de la Comisión Interdicasterial Permanente para la Iglesia en Europa del Este y Secretario de la Comisión para las Relaciones Religiosas con los Judios.
En la actualidad, es Prefecto de la Congregación para los Obispos. Presidente de la Pontificia Comisión para América Latina CAL y arzobispo emérito de Quebec.
Esuvo presente de manera activa en el Jubileo Extraordinario de la Misericordia en el Continente Americano, con su ponencia titulada: La Iglesia, sacramento de la misericordia en América”, donde exhortó a la siguiente reflexión:
Toda la sacramentalidad de la Iglesia emana del bautismo, de la Eucaristía y de los otros sacramentos en vista de un solo propósito: extender la filiación divina de los hijos de Dios, difundir la comunión del Espíritu del Padre y del Hijo, participar en la naturaleza divina que no es más que Amor y Misericordia”, aseveró el cardenal Ouellet.
Enfatizó en no limitar la divina misericordia al perdón de los pecados, pues va más allá al comunicar el Espíritu de Dios a los bautizados y darles “la fuerza y el valor para ofrecer un auténtico testimonio”.
Misericordia como una acción
Además invitó a la “práctica generosa de las obras de misericordia”, pues no es, “en primer lugar, por sermones moralizadores que somos movidos a la misericordia, sino por una toma de consciencia teologal de nuestra condición de hijos e hijas del Padre misericordioso”.
En su intervención, también se refirió a la familia, la iglesia doméstica que enfrenta “una sufrida realidad en nuestros días, pero que permanece llena de esperanza” y nutre a la Iglesia con vocaciones. “La familia es, ciertamente, la primera escuela de humanidad”. Estas iglesias domésticas “son una riqueza extraordinaria para la evangelización, un recurso aún muy poco reconocido y explotado”, señaló.
Los invitamos a continuación a ver la entrevista completa al cardenal Marc Ouellet, como nuestro invitado especial:
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