Orar con la Cruz de San Damián

Con motivo de la vuelta a casa del crucifijo de san Damián El Catolicismo invita a aprender a orar con la Cruz y san Francisco. Esta Cruz habló a Francisco pidiéndole…
Fray Benjamín Soto Forero, quien escribió acerca del crucifijo de san Damián, presenta a un Jesús que ve lo que haces, que calla mientras oye lo que dices y tiene unos brazos abiertos para acogerte.
¿Desde cuándo entró la curiosidad de Fray Benjamín por estudiar la cruz de san Damián?
¿Qué significado tiene para los franciscanos el crucifijo de san Damián?
Apartes del libro El Crucifijo de San Damián
El crucifijo original está escrito en lienzo sobre madera de nogal. Sus proporciones son de dos metros diez centímetros de alto por un metro treinta centímetros de ancho. En esta cruz historiada se funden tres escuelas iconográficas: La bizantina, la siria y la románico-umbra. Se desconoce el nombre del iconógrafo que a mediados del siglo XII escribió, con base en el evangelio de san Juan, este icono de Jesucristo crucificado: el Señor que reina desde el madero.
El crucifijo permaneció en la iglesia de san Damián hasta 1260, año en que las clarisas se trasladaron al monasterio construido dentro de las murallas de la ciudad de Asís. El crucifijo que tanto significó a san Francisco y santa Clara fue ubicado por varios siglos en el coro del nuevo monasterio. Entre 1938 y 1939 el crucifijo, con gran cuidado fue restaurado por Rosario Alliano.
Pero, en sí ¿qué representa el crucifijo que a tantos ha dejado enamorados?
En la parte superior encontramos a Jesús delante de la cruz y de pie; aquí aparece como rey y sacerdote. Su cabeza inclinada levemente hacia la derecha, sobresaliendo una gran aureola con la cruz de gloria.
El crucificado en el centro, muestra una luz que ilumina todo el icono: La gracia del Altísimo está en Él. A la derecha del crucificado se encuentra la Virgen María y Juan, el discípulo amado acogiendo a María como madre. Son los primeros beneficiados de la sangre redentora que brota del costado abierto del Señor. Al lado de María y en pequeñas proporciones aparece el soldado quien con su lanza atravesó su costado.
A la izquierda del crucificado aparecen María Magdalena y María, madre de Santiago el menor, quien acompañara al sepulcro a María Magdalena, al lado de ellas está el centurión con el rollo de la sentencia en su mano izquierda y con su mano derecha expresa su confesión en torno a Jesús. A sus pies una pequeña figura al lado del centurión a parece un rostro pequeño, cuya mirada va hacia Jesús interpretado como el hijo del centurión, milagrosamente curado por la palabra de Jesús.
En la parte inferior de la Cruz aparecen cinco personajes que también se benefician de la sangre redentora del crucificado.
Siguiendo el icono por el lado izquierdo hacia arriba se encuentra en figura pequeña un gallo, recordando la tentación del apóstol Pedro, cuando negó a su maestro; signo de la autosuficiencia del hombre que casi siempre termina en negación de los buenos propósitos y retos. El canto de gallo también es anuncio y signo del nuevo amanecer.
Al lado de los brazos del crucificado aparecen dos grupos de ángeles, ellos también participan y viven el beneficio de la redención.
Bien resaltado en la parte superior de la cruz y dentro de un círculo rojo, signo de la totalidad y de la unidad, Jesús asciende victorioso en su condición de hijo de Dios y de hombre nuevo que brota de la resurrección, sube al lado del padre quien lo acoge con su mano derecha, la que aparece en un semicírculo en la parte más alta de toda la cruz.
La cruz de san Damián representa mucho más que un Jesús crucificado y afligido.
Oración de la liturgia de la Iglesia, siglos XII y XIII, que Francisco hizo suya ante el icono del Crucificado, aquella mañana de principios de la primavera de 1206, en la iglesia de san Damián, en las afueras de Asís.
¡Oh alto y glorioso Dios!,
Ilumina las tinieblas de mi corazón y dame fe recta,
Esperanza cierta y caridad perfecta sentido y conocimiento,
Señor, para que cumpla tu santo y veraz mandamiento.
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