Pasar al contenido principal
#397dff

Liturgia: La indigencia del ser humano y el don de Dios en Jesucristo

25 de julio de 2021
Iglesia

El domingo pasado concluimos nuestra lectura del relato del evangelio según san Marcos comprendiendo cómo responde Jesús a la situación de abandono y dispersión del pueblo, ahora hacemos una pausa de cinco domingos para recorrer el capítulo seis del evangelio de Juan.

Si bien se trata de dos narraciones diferentes en el evangelio de Marcos y en el evangelio de Juan, hay continuidad en la línea argumentativa. En el inicio de este capítulo del evangelio según san Juan el Señor Jesús manifiesta su preocupación por la multitud que se encamina hacia Él y busca atender a sus necesidades: «¿Con qué compraremos pan para que coman estos?»

Desde esta página proponemos asumir la metáfora del hambre/alimento como la situación de carencia o finitud del ser humano y la respuesta de Jesús a esta condición de la existencia humana.

El alimento, mejor aún, el hecho de tener que alimentarnos, nos lleva a tomar consciencia de que no nos bastamos a nosotros mismos, nuestra subsistencia depende de otros: de la naturaleza, del ciclo de siembra y cosecha, del trabajo de muchas personas.

De otra parte, el capítulo seis de Juan presenta al Hijo de Dios hecho hombre como aquel que responde adecuadamente a la subsistencia del ser humano: «Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida». Desde esta perspectiva, la anotación del narrador a la pregunta de Jesús a Felipe —«lo decía para probarlo, pues bien sabía Él lo que iba a hacer»— pasa a ser una revelación anticipada de la Pascua en la que Jesús mismo se entrega para que tengamos vida: «El pan que yo daré es mi carne por la vida del mundo».

En el episodio del evangelio de la misa de hoy tenemos la introducción al tema de la necesidad del alimento y el don de Dios en Jesús como sustento verdadero. En esta introducción se presenta la situación necesitada o limitada de la existencia del ser humano. Esta contingencia de la existencia humana la podemos asumir como el punto de partida de la Nueva Evangelización, según la cual la realidad de Dios hay que plantearla desde la existencia concreta e histórica del ser humano.

El episodio que leemos este domingo (Juan 6, 1-15) se inicia recordando el entusiasmo de la gente «porque habían visto los signos que hacía con los enfermos»; pero el Maestro busca distanciarse de aquel escenario y se retira con sus discípulos a la parte montañosa. El gentío lo sigue. Jesús levanta la vista y, como anticipando la revelación de la Pascua, ve a la multitud que se dirige hacia Él: «Cuando yo sea elevado sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí» (Juan 12, 32).

La mirada de Jesús descubre personas en búsqueda, personas a las que hay que ofrecer sentido para su existencia, personas que, como nos dijo Marcos hace ocho días, andan como ovejas sin pastor. Jesús sabe lo que necesita aquella multitud y en el breve diálogo con Felipe se pone de manifiesto que aquello que Él va a ofrecer supera los cálculos humanos, Él va a proporcionar algo más que un mendrugo de pan a cada uno.

Al final sabremos que después de haber comido cada uno cuanto quiso, todavía se recogen doce canastos de sobras, que ‘no se pierden’. Aquello que va a entregarles Jesús va más allá de todas las expectativas humanas.

A diferencia de los lugares paralelos en Marcos 6, 41 y Mateo 14, 19, en el texto que leemos hoy Jesús no pasa el pan a los discípulos para que ellos a su vez los repartan, es Jesús mismo quien distribuye los panes a la gente, esta particularidad de Juan quizá para llevarnos a comprender que Jesús es el único que ofrece lo que el hombre necesita para subsistir.

Los doce canastos que se recogen para que nada se desperdicie los podemos relacionar con la experiencia del maná que narra el capítulo dieciséis del libro del Éxodo. Para alimentarse en el desierto, cada mañana los israelitas recogían la cantidad de maná que podían comer, algunos recolectaban más de lo que necesitaban y lo que no alcanzaban a consumir se descomponía. Del

don que ofrece Jesús no se pierde nada. Tenemos aquí una pista para desarrollar en el diálogo de Jesús con los judíos que viene a continuación.

Fuente:
Padre Tadeo Albarracín
Aumentar
Fuente
Disminuir
Fuente

Noticias relacionadas

#397dff
#397dff
#397dff