La Arquidiócesis de Bogotá da apertura a la Maratón 2025 en apoyo a los migrantes

Este viernes 14 de noviembre comenzó la Maratón Arquidiocesana 2025, una jornada de fe, solidaridad y servicio que reúne a toda la Iglesia de Bogotá con un propósito común: apoyar la misión de la Fundación de Atención al Migrante – FAMIG, una obra que acoge con amor a quienes llegan al país trayendo consigo historias de lucha, dolor, valentía y esperanza.
La jornada inició con la Eucaristía de apertura, presidida por monseñor Edwin Vanegas, obispo auxiliar de Bogotá, quien invitó a los fieles a contemplar la realidad de la migración a la luz del Evangelio y de la propia experiencia cristiana.
“La experiencia cristiana es una experiencia de camino; en el fondo, todos somos itinerantes”, afirmó, recordando que la vida misma es un tránsito y una búsqueda constante hacia la tierra prometida.
Una mirada bíblica para comprender la migración
Durante su homilía, monseñor Vanegas hizo un recorrido espiritual por figuras bíblicas que también vivieron el desarraigo.
Recordó a Noé, quien “tuvo que recoger a su familia y dejarse llevar por las aguas hacia un destino que no conocía, pero que Dios tenía preparado para él”. Invitó a ver en esta imagen el rostro de tantos hombres y mujeres migrantes “que atraviesan mares y fronteras cargando lo poco que tienen, pero con la esperanza puesta en un mañana mejor”.
También mencionó la historia de Lot, que acompañó a Abraham en su salida hacia la tierra prometida. “Son ejemplos que nos permiten reconocer que la migración ha marcado la historia humana desde los inicios, y que Dios camina con quienes deben dejarlo todo”, afirmó.
Monseñor subrayó además que, más allá de asistir a los migrantes, la maratón invita a la Iglesia a aprender de ellos:
“No solamente les estamos dando solidaridad, también reconocemos el aprendizaje que podemos tener de estos hermanos que caminan buscando un mejor mañana”.
El rostro de Cristo en quienes sufren
En su mensaje, el obispo auxiliar recordó que la fe llama a descubrir la presencia de Dios en los más vulnerables:
“El rostro de Jesús lo podemos contemplar especialmente en aquellos que sufren, concretamente en los migrantes, desplazados de su tierra no por voluntad, sino por la violencia que les arrebata lo más preciado”.
Por eso, dijo, la Maratón es mucho más que una jornada de recolección: es un acto profundo de amor cristiano, una oportunidad para “extender una mano y ayudar a reconstruir la esperanza”.
Un propósito que transforma vidas: más de 5.300 personas serán beneficiadas
Este año, la Maratón tiene como meta apoyar el Programa Asistencial CATTT de FAMIG, que ofrece acompañamiento integral a familias migrantes en situación de vulnerabilidad. Gracias a las donaciones, se busca beneficiar a más de 5.300 personas con ayudas concretas:
1.000 Kits de ducha: elementos esenciales de aseo personal que previenen enfermedades y ayudan a recuperar la dignidad.
1.000 Kits de baño: un apoyo básico pero vital para quienes han perdido todo.
1.000 Tiquetes de transporte: facilitando el traslado a citas médicas, centros de documentación o nuevos lugares de acogida.
500 cupos en formación para el trabajo: herramientas reales para que las personas migrantes alcancen autonomía económica.
1.800 personas en casas de acogida: alojamiento seguro, alimentación, transporte y atención psicosocial.
Una programación que une a toda la Iglesia
El primer día de maratón contó con espacios de oración, testimonios, encuentros con voluntarios, reflexiones y actividades culturales transmitidas por Teleamiga y el canal de YouTube de la Arquidiócesis de Bogotá.
La comunidad arquidiocesana está invitada a unirse también este sábado 15 de noviembre, en una jornada que continuará destacando historias de vida, momentos de acción de gracias y oportunidades para apoyar esta misión de misericordia.
Un llamado a la solidaridad
Al concluir su homilía, monseñor Vanegas invitó a todos los fieles a vivir estos días con un corazón abierto:
“Hoy estamos motivando y haciendo solidaridad, pero también esperanza. Que esta maratón nos permita acompañar a quienes han tenido que emigrar y ayudarlos a sacar adelante su proyecto de vida”.
La Arquidiócesis de Bogotá agradece de antemano a quienes se suman con generosidad y anima a toda la comunidad a seguir construyendo caminos de acogida, fraternidad y esperanza para nuestros hermanos migrantes.
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