LITURGIA Junio 30 El proyecto de Dios y la libertad del discípulo

Después de la celebración de la Pascua y de las fiestas que la prolongan, el calendario litúrgico nos trae de nuevo al tiempo corriente: ‘Tiempo durante el año’; la…
En la secuencia del leccionario de la misa, este domingo iniciamos la lectura del viaje de Jesús a Jerusalén. Esta ‘subida’ de Jesús hacia Jerusalén viene a ser el inicio de la puesta por obra de su entrega para salvar.
En el evangelio de la misa de hoy (Lucas 9, 51-62) encontramos dos partes muy afines, la primera constituye la presentación de la subida de Jesús a Jerusalén, en esta introducción se expresa el propósito y condición de este viaje; la segunda parte del evangelio de hoy se la puede entender como una instrucción para quien quiera seguir a Jesús.
El texto del evangelio de este domingo inicia mencionando el plan de Dios para Jesús y la firme voluntad del Señor de cumplir este plan: «Cuando se completaron los días en que iba a ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén». Esta manera de iniciar nos lleva a comprender que la salvación acontece por la convergencia de la libertad humana con el proyecto de Dios.
La forma como se expone el proyecto de Dios sobre Jesús en el texto griego habla de ‘ser subido’: “cuando se cumplían los días de su asunción”. Llama la atención el plural ‘días’, es como si el evangelista quisiera hacer notar que ‘esta subida’ implica todo el camino hacia la Pascua y en este camino, al concurrir la libertad del hombre con el proyecto de Dios, la salvación comienza a ser acontecimiento.
Por su parte, el asentimiento de Jesús en este versículo se expone en el texto griego con el término ‘prósopon’ –rostro, cara– para construir la frase ‘mostrar la cara’; esta forma en otros lugares de la Biblia trasmite la idea de oponerse, encararse (así, por ejemplo, en Jeremías 21, 10; Ezequiel 6, 2; 13, 17). Jesús, desde su libertad, toma la firme decisión de ‘plantarle cara’ a Jerusalén, allí está el Sanedrín que lo condenará a muerte.
En esta estructura (proyecto de Dios / asentimiento libre) se manifiesta no solo cómo se realiza la salvación que Dios ofrece en Jesucristo, sino que además ofrece el modelo de vida para el discípulo de Jesús.
Asimismo, esta estructura permite comprender que Dios salva a los hombres dándoles su gracia para que puedan responder y asumir la historia como historia de salvación. No se puede olvidar que la salvación es don de Dios al hombre. En este sentido el texto de la carta a los Gálatas que se viene siguiendo en la segunda lectura durante estos domingos, ha expresado que la salvación es don de Dios al que el hombre accede por la fe.
En los versículos del texto de la segunda lectura de hoy (Gálatas 5, 1.13-18) el apóstol San Pablo nos afirma que en Jesucristo Dios ha concedido la libertad a los cristianos y que esta libertad no puede ser pretexto para vivir según el instinto sino para servir en el amor a los hermanos. La justificación que logra Cristo para la humanidad es gracia para que el cristiano viva en su historia personal y comunitaria el proyecto del Reino.
La segunda parte del evangelio de este domingo está conformada por tres diálogos de Jesús con candidatos al seguimiento; en este contexto se exponen tres disposiciones para ser discípulo de Jesús. En el primer diálogo, a partir de dos figuras que evocan la seguridad de la infancia –refugio y nido– Jesús define al discípulo como una persona adulta en un mundo hostil. En el segundo, la mención del padre lleva a pensar en la Ley y las tradiciones, en esta oportunidad Jesús invita a una actitud libre frente a lo conocido y vivido hasta ahora para ir anunciar el Reino. El tercer diálogo, la citación de la casa pone delante la realidad de las relaciones sociales para señalar que el trabajo de la evangelización pide renunciar a nostalgias y apunta hacia hacer aflorar el Reino en un mundo nuevo.
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