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LITURGIA Junio 23 Cristo se hace presente en la Eucaristía para renovar cada día su entrega

20 de junio de 2019
LITURGIA Junio 23 Cristo se hace presente en la Eucaristía para renovar cada día su entrega

Concluidos los días de la celebración anual de la Pascua, cuatro celebraciones litúrgicas nos ayudan a hacer el retorno hacia las semanas del llamado tiempo durante el…

La celebración de este domingo surgió en la Edad Media como una respuesta a las controversias teológicas en torno a la presencia de Cristo en la Eucaristía; el teólogo más prestante de aquella época, Santo Tomás de Aquino (muerto en 1274) elaboró los textos para la liturgia de este día. En este sentido tenemos un buen ejemplo de que la celebración litúrgica es expresión de la fe: celebramos lo que creemos, creemos lo que celebramos.

Hoy es otro el contexto, la sensibilidad de los hombres y mujeres de nuestro tiempo lleva a los cristianos de hoy a querer entender la presencia de Cristo en la Eucaristía como presencia en medio de la Iglesia y presencia para la entrega. Así, por ejemplo, el texto de la oración colecta de la misa de este día nos estimula a considerar la vida diaria como confesión y expresión de esta presencia de Cristo que, en la Eucaristía, actualiza su entrega: «nos dejaste en este sacramento el memorial de tu pasión, concédenos venerar de tal modo los sagrados misterios de tu Cuerpo y de tu Sangre, que experimentemos en nosotros el fruto de tu redención».

La oración colecta pide la gracia de venerar de tal modo la presencia de Cristo que se traduzca este acto religioso en la vivencia fiel del Evangelio en la cotidianidad de vida, pues experimentar la redención es ver de otra forma, vivir de otra manera, es experimentar la vida nueva.

La escena del evangelio de este domingo (Lucas 9, 11b-17) principia presentando a Jesús acogiendo a la multitud, pero se trata de mucho más que de un gesto de la hospitalidad, Jesús acoge a la gente les propone el proyecto del Reino de Dios y además libera a los que lo necesitan; es decir, Jesús acoge para anunciar y hacer presente el proyecto que Dios tiene para el ser humano. Viéndolo desde la presencia del Señor, nos resulta estimulante considerar que Jesús se hace presente entre nosotros y se entrega a su misión, aquello para lo cual ha sido enviado.

El relato del evangelio avanza refiriendo el fin del día y la manifiesta cautela de los Doce: deshacer la asamblea para que las personas vayan y resuelvan por ellos mismos el tema del alojamiento y de la comida. Frente a ello la propuesta de Jesús –«Denles ustedes de comer»– lleva a los discípulos a reconocer en primer lugar el alcance universal de la misión, pues en su argumentación, en el texto griego, responden que hay que comprar pan para ‘panta ton laón’ (literalmente: para ‘todo el pueblo’). Aquí la resonancia bíblica del término ‘pueblo’ como comunidad congregada para la alianza.

Los Doce plantean dos posibles soluciones a la falta de alimento, bien que la gente por sí misma solucione su carencia, o bien que los Doce compren; la situación se resuelve porque ellos busquen y encuentren o porque nosotros compremos. Frente a estas dos posibles soluciones se revela el efecto de la presencia de Jesús.

Resulta útil atender al resultado final del episodio. Generalmente en los relatos de milagro se concluye con la reacción de admiración por parte de los testigos alabando a Dios y reconociendo el poder de Jesús. En la escena del evangelio de hoy la manera como el evangelista concluye este episodio orienta a los lectores hacia el reconocimiento de la abundancia: «comieron todos y se saciaron, y recogieron lo que había sobrado: doce cestos de trozos».

Frente a los cálculos humanos, la iniciativa de Dios en Jesús que acoge y se entrega, supera toda previsión humana. Este episodio nos lo propone la Iglesia para iluminar el sentido de la Eucaristía: por ella Cristo se hace presente para acogernos y se entrega para darnos vida

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