LITURGIA Julio 21 No tiene por qué haber oposición entre Marta y María

La escena del evangelio de hoy se construye a partir de una pareja de hermanas que realizan acciones impensables para los judíos de su tiempo. El relato de Lucas ha…
Estos testimonios vienen creando en el lector del evangelio según San Lucas la imagen de la comunidad de discípulos de Jesús como una comunidad abierta y crítica respecto de su entorno.
En el episodio del evangelio de la misa de este domingo, la actitud osada de dos mujeres nos brinda la ocasión de continuar el aprendizaje de la experiencia de ser discípulo de Jesús: Marta, que acoge a Jesús en su casa y su hermana María, quien, sentada a los pies del Maestro escucha su enseñanza. En el tiempo y la cultura de Jesús no era bien visto que una mujer recibiera en su casa a un varón, tampoco que una mujer asistiera o participara como discípula en las escuelas de rabinos.
El inicio de este episodio evoca también la articulación ciudad / casa, que escuchamos hace dos domingos cuando Jesús daba las instrucciones a los setenta y dos misioneros (ver Lucas 10, 5-11). Al inicio del texto del evangelio de hoy (Lucas 10, 38-42) se nos recuerda que Jesús y el grupo de discípulos iban de camino hacia Jerusalén, en plural; luego se relata que el Señor llega a un pueblo y es recibido en una casa, esto en singular, además la narración pasa de nombrarlo ‘Jesús’ a llamarlo ‘Señor’. La articulación ciudad / casa, sugiere la imagen de una comunidad cristiana como centro desde donde se está dilatando hacia la ciudad la realidad del Reino.
Luego de describir la actitud de cada una de las hermanas el relato se altera con la situación de Marta, ella «andaba ocupada en el trajín del servicio, hasta que se acercó a Jesús» para llamar de Él su atención: «Señor, fíjate que mi hermana», manifestar una queja: «me dejó sirviendo sola» y pedirle que intervenga a su favor: «Dile que me ayude».
El texto griego refiere el estado de Marta con el verbo ‘peristáo’, que puede indicar la situación de estar rodeado –‘peri’–, estar en tensión por todas partes; de modo que se puede comprender que Marta se ha metido tanto en el servicio que está aislada de la realidad, o lo que es lo mismo, que sirve y atiende a los otros de tal manera que está impedida para vivir el momento presente. En este punto puede haber un complemento al episodio del evangelio de hace ocho días que invitaba a pasar de la teoría a la acción, pero el apasionamiento por la praxis puede llevar a las personas a sustraerse de la historia.
La respuesta de Jesús en primer lugar explica la situación a la que ha llegado Marta: su servicio es afectado por atender a varias cosas: «Te afanas y preocupas por demasiadas cosas, cuando solo una es necesaria». La anfitriona del Señor no vive el presente porque ha encauzado mal su servicio y terminó pre-ocupada por demasiadas cosas. En segundo lugar, Jesús señala el origen de este estado, Marta no ha captado la única cosa necesaria que es necesario asegurar.
Por la manera como ha asumido la diaconía, Marta se ve aislada, se queja; se siente abandonada, ve el futuro con angustia; llega hasta sentir la indiferencia del Señor. Entonces pide ayuda. En este escenario la respuesta de Jesús revela el sentido del servicio y la entrega al prójimo: la diaconía cristiana hay que ejercerla desde la fe, aquella realidad única y necesaria. En este episodio la fe aparece contraria al desorden que crea agitación en la persona.
No hay oposición entre Marta y María, entre obras y fe, entre trabajo y contemplación. El texto del evangelio de este domingo invita a realizar el servicio o la diaconía desde la fe. En nuestros días, es inevitable que el discípulo de Jesús tenga que responder a muchas cosas y estar presente en diferentes contextos, entonces puede llegar a encontrarse llevando una vida fragmentada y resultar
desempeñando roles en diferentes escenarios. Para el discípulo de Jesús en la sociedad actual el programa del Evangelio es el eje integrador que ofrece sentido a la existencia frente al peligro de la dispersión.
Fuente Disminuir
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